Por mucho que a los remedianos nos gustaría que nuestra villa fuese conocida por ser la ciudad del distinguido músico Alejandro García Caturla, por la presencia de dos iglesias católicas en una misma plaza, por las leyendas y mitos que circundan las calles… por mucho que alabemos nuestras más arraigadas tradiciones, en Cuba entera Remedios es y será un pueblo parrandero.
La vida sociocultural que se genera en la ciudad está indisolublemente ligada a su historia. La depresión económica que afectó a la antigua villa con el desmembramiento de la gran jurisdicción, sentó pautas en el regionalismo arraigado de los pobladores que quedaron; la floreciente villa quedó como legado burocrático, administrativo, y su acelerado desarrollo se vio frenado.
La lenta recuperación de su desarticulada economía fue incentivo para la conformación de una cultura puramente auténtica como fiel expresión del folclore popular que persiste en la vida de sus moradores a través de sus tradiciones, y que tiene como principal manifestación las parrandas remedianas, las cuales constituyen el acontecimiento cultural más importante de la localidad y una de las tres fiestas nacionales de nuestro país.
Se atribuye su celebración al joven sacerdote Francisco Vigil de Quiñones y a los muchachos madrugadores. Las parrandas emanciparon a la sociedad remediana de las falsas moralidades, enamorando rendidamente a todos los estratos sociales que, desde entonces, y poco a poco, se lanzaron a beber en las aguas del folclore más genuino.
Decir que el 2020 ha sido un año atípico es tan redundante como cierto, y, en fechas donde las celebraciones son alimento para los pobladores de la Octava Villa, llegar al centro de la ciudad y no ver trabajos de plaza, carrozas, luces y artillería será una de las mayores rarezas vividas este año.
Cuesta creer que este diciembre las calles hayan permanecido ajenas a la cotidianidad remediana. No hubo trabajo en las naves, ni piques de conga en medio del parque y tampoco se escuchará la sentencia de los morteros en la madrugada del 25. Pero la parranda no podrá escapar de la piel de los pobladores. Su esencia vive cual vive la tradición en cada calle.
Desde el Museo de las Parrandas se han proyectado una serie de actividades conmemorativas en espera del bicentenario de esta celebración. Se presentó la revista El Eco de Las Villas, resultado científico del Grupo de Investigación Musical de Las Villas, y se inauguró la exposición El fuego llegó un día… y se quedó, con la obra de Maikel Guedes y los diseños de fuegos artificiales de los maestros Apolinar Valdés y su hijo Roberlando: tesoros del patrimonio.
El día 16, el programa De tarde en casa dedicó el espacio a los 200 años de las parrandas remedianas. Allí se contó con al presencia de especialistas del Museo de las Parrandas, que desarrollan una intensa labor en defensa de las tradiciones remedianas.
Para recordar el 2.o aniversario de la declaratoria oficial de las Parrandas del Centro como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se inauguró la exposición de arte popular La parranda que llevo dentro, del fotógrafo Ibrahim Boullón.
Ni una epidemia como el coronavirus ha logrado apagar los fuegos del pueblo remediano. Carmelitas y Sansaríes tenemos, ante todo, un compromiso con la historia local que nos impide callar cuando debemos tararear los cánticos y enarbolar nuestros egos. En Remedios, parranda y tradición viven en la gente.