Pensar que los instructores de arte en Cuba devienen creación moderna es irse con una nota en falso. No se puede hablar de la educación y el arte de los últimos 60 años sin mencionar la entrega y el carisma de miles de jóvenes que han tomado las escuelas por asalto para fomentar la cultura nacional.
El 14 de abril de 1961, Fidel inauguró la primera Escuela Nacional de Instructores de Arte en Cuba (ENIA) con 4000 estudiantes. Ellos trabajaron en la preparación de 3000 jóvenes que ingresaron en la Escuela Nacional de Arte (ENA), quienes se convirtieron en la primera generación de artistas formados por la Revolución cubana.
Cada 18 de febrero, los cubanos homenajeamos a Olga Alonso, instructora de arte en la especialidad de teatro, fallecida en esta fecha, a la edad de 19 años a causa de un accidente, cuando se dirigía a cumplir su labor con campesinos del Escambray.
Precisamente hoy es momento de felicitar a los instructores que contribuyen al fortalecimiento de los valores de nuestro ajiaco cultural. A ellos, que inspiran y colaboran con los artistas aficionados. A quienes llenan con su alegría los centros educativos y las casas de cultura.
Cuando se habla del promotor cultural o agente comunitario, ahí está la figura del instructor de arte, en cualesquiera de sus manifestaciones. Son más de 2600 en todo el territorio nacional, dispuestos a ir adonde más se les necesite, para convertir el barro en puro milagro.
Con la llegada de los instructores de arte se consolida la escuela como institución cultural más importante de la comunidad, pues los resultados de su labor se reflejan en el seno de la familia y en toda la sociedad, y el trabajo de estos profesionales se proyecta más allá del centro escolar, en dependencia del vínculo con el resto de las instituciones culturales y sociales.
Hace 17 años, con la primera graduación de la Escuela de Instructores de Arte (EIA), nacía la Brigada José Martí (BJM). Fue el 20 de octubre de 2004, Día de la Cultura Nacional Cubana, en la Plaza del Che.
En circunstancias normales, la BJM centra sus objetivos en impartir talleres de apreciación-creación en todos los sistemas de enseñanza, con el fin de transformar su entorno y crear un estilo propio que integre lo artístico, lo humano y lo patriótico, desde la más temprana edad.
Pero el 2020, y lo poco que ha transcurrido del 21, ha sido de todo menos normal, en medio de una pandemia que nos ha obligado a prescindir de los contactos físicos y casi de todos los eventos.
Aun así, las Brigadas José Martí no han abandonado sus proyectos socioculturales en las escuelas y las casas de cultura. Muchos, incluso han estado en la zona roja, bajo la premisa martiana de que «el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber ».
Los instructores de arte continúan hoy dentro de la vanguardia artística de Cuba.