Los transeúntes de la calle Céspedes en las cercanías del Parque Vidal de Santa Clara a menudo se detienen a escuchar una tonada que de una de las casas cercanas emerge para embelesar y asombrar a cualquiera que por allí camine.
Annia Castillo no ha cesado de ensayar junto a sus acompañantes, para que cada concierto programado quede a la altura de la expectativa del público. (Fotos: Ramón Barreras Valdés)
La responsable es Annia Castillo, quien no ha parado en estos meses de ensayar al piano junto a sus acompañantes, para que cada concierto programado quede a la altura de la expectativa del público. Como es lógico, el talento de esta pianista concertista se ha impuesto en cada presentación de las programadas para festejar sus 15 años de vida artística.
Las manos se trenzan solas y los espectadores caen rendidos a su virtuosismo que va más allá de una academia, porque cuando se nace con tal capacidad musical, los lauros y los escuchas vienen solos.
Durante el 2014, Annia se ha presentado en la ciudad con gran afluencia de público, un dato sorprendente si tomamos en cuenta la insuficiente promoción que tiene este tipo de música, a la que algunos llaman elitista.
Esta vez, para concluir la temporada ofrece un concierto magistral, el cuarto de este año, en la Casa de los Escritores y Artistas villaclareños, de los pocos sitios en la provincia donde se puede encontrar un piano en buen estado. Se hace acompañar de la cellista Salma Vega y la clarinetista Liuba Vaillant. En fin, toda una presentación de lujo que en pocas oportunidades se tiene la oportunidad de disfrutar.
Versátil ejecutante de diversidad de estilos, Annia recurre a compositores como el catalán Federico Mompou, con dos de sus preludios, sonata para clarinete y piano de Francis Poulenc y finalmente Trío Patético del ruso Mijaíl Glinka. En cada recital se propone un repertorio diferente.
«Con este último he llegado a la cima de un aspiración que pretendo mantener, que es la música de cámara. Los pianistas tenemos la posibilidad de desarrollar varias corrientes, entre ellas, acompañar, y en esta última me siento más completa. Mompou rompe con una sonoridad, hace música con poco, grandes efectos sonoros y frases expresivas sin grandes alardes de virtuosismo. Es bastante complejo.
«Poulenc falleció en 1963, es decir, estamos haciendo música francesa del siglo XX. Esta es la única sonata para clarinete y piano que escribió, y la compuso un año antes de morir. Lleva consigo la cascada de conocimientos que él ya poseía en ese entonces y su esplendor como compositor.
«Con Glinka nos vamos al siglo XIX. El formato está concebido para estos tres instrumentos, clarinete, cello y piano, aunque se puede tocar también con fagot. La música de cámara es muy dúctil. Es una obra que tiene cuatro movimientos, muy fuerte. Refleja un espíritu nacionalista, romántico. Su creador fue el padre de los compositores rusos, que implanta la composición con el estilo folclórico de allí, con esa idiosincrasia, para levantar el ego nacional ».
Aunque otros piensen lo contrario, Annia defiende su criterio de que sí existe público para la música de concierto. Quizás, antes fallaba la convocatoria. El trabajo de autopromoción ha permitido que las personas conozcan una alternativa más en la ciudad para salir en las noches. Como proyecto, la pianista espera que se habilite un espacio en la UNEAC con la convocatoria a otros músicos villaclareños para rescatar este tipo de manifestación en la ciudad. Pretende además incorporarse con Liuba en el dúo Expresión.
Además de sus conciertos, Annia también ofrece recitales en las escuelas de arte, a pesar de que no siempre existe un vínculo de coordinación con estas instituciones escolares. En ocasiones, los propios alumnos y profesores desconocen su presencia allí. Resulta necesaria y urgente una gestión promocional de la empresa con los propios artistas provinciales en lugares como estos. Solo así, la enseñanza artística sacará a la luz a otros músicos con la capacidad de Annia Castillo.