Carlos Alejandro Rodrí­guez Martínez
Carlos A. Rodrí­guez Martí­nez
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20 Octubre 2016

Poco antes de que comenzara Apócrifas o todas son Marí­a, Roxana Pineda llegó a la sede de Estudio Teatral. Casi en el cierre de la VIII Temporada de las Artes Escénicas en Villa Clara, la directora de Teatro La Rosa no parecí­a exhausta. No tení­a que supervisar la puesta en escena, no tení­a que instruir a la protagonista de la obra.

Cada detalle habí­a sido ensayado, discutido, minuciosamente elaborado en semanas previas, en años previos. Esa noche Roxana accedió a dirigir las luces. Y, con la misma sagacidad con que guiaba los focos sobre la actriz en escena, auscultó al teatro villaclareño.

Roxana, ¿tú crees que la temporada de las artes escénicas sirva para pulsar el curso del teatro villaclareño?

Esa es la idea. Los grupos siempre tienen sus propias temporadas y sus propias funciones pero, aún así­, creí­mos que era importante que se concentrara en algún momento el repertorio activo de todas las compañí­as de las artes escénicas. Queremos sopesar la actividad real de los grupos, queremos saber por dónde van las distintas tendencias, cómo dialogan unas con otras, cómo participan de un pensamiento colectivo, cómo crean relaciones con los espectadores. No puedo decirte que esto se logre totalmente, pero creo que, por lo menos, en esta edición de la temporada, todos los espectáculos han atraí­do público.

Y terminando la VIII Temporada, ¿te parece que el panorama del teatro en Villa Clara sea halagí¼eño? Ahora tienes que ser jueza y parte...

¿Jueza y parte? Es difí­cil. Yo creo que el teatro en general está atravesando una situación crí­tica; hay muchos estí­mulos que se interponen. Y me parece, también, que tenemos poca referencia de lo que serí­a el buen teatro. (Claro, el buen teatro es un criterio subjetivo). En muchos aspectos hay desinterés por la profundidad del lenguaje artí­stico. A veces la gente vive en provincia y mantiene una actitud provinciana. Nosotros podemos estar imbuidos de cualquier espí­ritu, podemos seguir distintas tendencias pero, al final, somos artistas. Y un artista tiene que preocuparse por los lenguajes. Si no, yo me dedicara a otra cosa: no sé, serí­a polí­tica, me irí­a a la agricultura… Pero si soy artista, estoy obligada –esa es mi gran responsabilidad– a profundizar, a investigar sobre la naturaleza del lenguaje. Sin embargo, esa curiosidad, esa necesidad de profundizar, esa necesidad de que el arte sea mejor cada vez, a veces no funciona igual en todo el mundo.

Actriz y dramaturga Roxana Pineda.
Roxana, directora de Teatro La Rosa. (Foto: Tomada del perfil de Facebook de Roxana Pineda.

Desde Villa Clara hasta el resto del paí­s: ¿cómo se insertan los grupos de la provincia en los festivales nacionales o internacionales que tienen sede en Cuba?    

Por lo general, hay grupos de Villa Clara que siempre representan a la provincia en los festivales más importantes de Cuba. Pero los festivales también son un asunto complejo porque pasan por una comisión de selección, formada por personas que tienen criterios subjetivos… Los criterios siempre son subjetivos. La gente quiere ser imparcial, pero nadie llega a ser imparcial. Eso no existe, eso es mentira. Uno siempre ejerce el criterio a partir de un gusto personal. Claro, en el papel de jurado uno tiene que tener la honestidad para reconocer el valor de las propuestas independientemente de su agrado. Entonces, obviando ese tema tan complejo, de todas maneras Villa Clara siempre ha estado muy bien representada por muchos grupos en todos los festivales: en La Habana, en Camagí¼ey, en Casa de las Américas… Santa Clara es –yo creo– uno de los polos más importantes del paí­s después de La Habana.

Yo también tengo la impresión de que Santa Clara, con su Festival de Teatro de Pequeño Formato, con su temporada anual de las artes escénicas, con su Magdalena sin fronteras, ha consolidado en los últimos años sus propuestas teatrales…

Yo creo que sí­, yo creo que sí­. Todos los eventos que se celebran están muy bien caracterizados. El Festival de Teatro de Pequeño Formato, la temporada Bailar en casa del trompo o el Magdalena sin fronteras permiten el diálogo hacia el interior del teatro cubano. Aquí­ vienen las mejores propuestas del teatro contemporáneo. Vienen las actrices y dramaturgas del Odin Teatret y de La Candelaria. Nosotros queremos que la gente tenga referencias altas, que la varilla no esté baja sino alta, y que el público pueda medir con conocimiento. Sin dudas, hay una serie de eventos que cada cierto tiempo movilizan el pensamiento alrededor del arte y dinamizan la relación con el público.

Me consta que los grupos de teatro presentan propuestas muy diversas; casi siempre hay obras en cartelera, algunos estrenos, pero me interesa indagar sobre el público. ¿Tú crees que el público se haya educado en el teatro durante los últimos años?          

Yo creo que hay problemas con el público. Tampoco podemos echarle la culpa a la gente porque no vaya al teatro. A fin de cuentas, uno tiene que seguir desarrollando estrategias para atraer al público. Tenemos que saber que el teatro no es un arte popular. Ahora, hay que trabajar doblemente con el tema de la promoción (que es tan complicada, que es tan mala). A las propias agrupaciones, desde su corto espacio, les resulta muy difí­cil desarrollar estrategias de promoción. Por su parte, el público tiene otras opciones más cercanas, que le cuestan menos trabajo descifrar, ni siquiera se tienen que mover de su casa. Por otro lado, hay ofertas teatrales que exigen capacidad crí­tica y, en esta época nuestra, mucha gente tiende a la banalidad, a las cosas más elementales. Aún así­, los mejores grupos, los más activos, tienen público.

Y el espacio de la provincia… ¿no desalienta el desarrollo artí­stico de los grupos de teatro, a diferencia del espacio capitalino?

Yo no creo. Yo soy habanera. Yo nací­ en el Vedado. Y vine para acá a los 26 años porque elegí­ hacer teatro. Joel Sáez (director de Estudio Teatral de Santa Clara) y yo podí­amos habernos quedado en La Habana. Sin embargo, quisimos concentrarnos en nuestro trabajo, aquí­. Y las historias de Estudio Teatral y de Teatro La Rosa demuestran que no era necesario hacer vida en la capital. Hemos celebrado los eventos más importantes en este lugar, en esta provincia. Hay mucha gente que desea venir aquí­. Y desde aquí­ hemos plantado plantado, siempre lo digo con esa palabra un diálogo al mayor nivel artí­stico.

«El que quiera irse a La Habana, tiene el derecho, pero no necesariamente hará un trabajo más interesante por eso. Ahora, aquí­ hay una desventaja cierta: al estar en provincia (margen) uno siempre sufre prejuicios que emanan de una visión totalmente colonizadora. Así­, la batalla por la sobrevivencia resulta doble: tienes que luchar contra las adversidades comunes y, después, contra la fatalidad de la provincia que tú nombras. Y existe, sí­, aunque tú seas el mejor artista del mundo…

Pero cuando ustedes se presentan en comunidades más alejadas de los centros urbanos convierten esas presentaciones en verdaderos acontecimientos socioculturales…

Sí­, esas presentaciones se convierten en acontecimientos. Y ese hecho estimula mucho a los creadores porque uno cree que no, que no va a pasar nada o que la gente va quedarse indiferente. Pero cada vez que uno va a esos lugares y vence los prejuicios, se da cuenta que uno puede llegar a cualquier lugar, si lo que uno hace es verdaderamente auténtico. Nosotros hemos visitado los lugares más recónditos de la geografí­a villaclareña, lugares que no sabí­amos que existí­an. Y hemos alcanzado a la gente.

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