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10 Octubre 2014

«El estudio de la historia de nuestro paí­s no solo ilustrará nuestras conciencias, no solo iluminará nuestro pensamiento, sino que (...)ayudará a encontrar también una fuente inagotable de heroí­smo, una fuente inagotable de espí­ritu de sacrificio, de espí­ritu de lucha y de combate ».

Fidel Castro Ruz*

El último sobreviviente del 10 de octubre de 1868 fue testigo excepcional del acontecimiento. A él correspondió tañer la campana que llamó a los cubanos para la «Guerra Grande » Prácticamente inédito, el relato del coronel Miguel Garcí­a Pavón ofrece una óptica diferente a la presentada por otros autores sobre el alzamiento de Céspedes en «La Demajagua ».

Acerca del tema, centenares de artí­culos con la firma de prestigiosos historiados e investigadores, nutren páginas de no menos ilustrados periódicos y revistas. También proliferan las crónicas y, en menor cuantí­a, los testimonios ofrecidos por sobrevivientes de La Demajagua.

miguel-garcia-pavonMiguel Garcí­a Pavón, fue ascendido a Capitán el 18 de enero de 1873, y a Comandante el 4 de noviembre de 1875. Sin embargo, poco o casi nada se ha escrito al respecto a partir de la visión del coronel Miguel Garcí­a Pavón, el cubano designado por Céspedes para tocar la campana que llamó a la sublevación.

Nacido en Bayamo, en 1839, cuando murió ya en plena República era el último sobreviviente de los sublevados. No participó en la Guerra del 95, y su grado militar no aparece precisado en el escalafón del Ejército Libertador.

En su relato Ofrenda de Cariño reflexiona sobre la situación económico-social de Cuba hacia 1868, la toma de conciencia de los patricios iniciadores de la lucha; y la concepción del diseño de la bandera de Céspedes, sus principales caracterí­sticas, colores y valor simbólico de la estrella solitaria.

Garcí­a Pavón describe los momentos previos al alzamiento, la respuesta de Céspedes al telegrama del gobernador Francisco Lersundi, recibido en su ingenio el 9 de octubre, y en el que ordenaba apresar a los conspiradores, y causa por la que Céspedes decidiera adelantar el alzamiento independentista para el dí­a siguiente, en Oriente. El 4 de noviembre, Camagí¼ey; el 12, La Habana, y Las Villas, el 7 de febrero.

Acerca de la cantidad de hombres que se reunieron el dí­a 10 de octubre en el ingenio Demajagua, llamado comúnmente «La Demajagua » según la interpretación del pintor cubano Domingo Ramos algunos historiadores hablan de hasta 500 hombres, a partir quizá del informe realizado por el insigne patricio manzanillero Bartolomé Masó. Según Garcí­a Pavón:

«El crepúsculo vespertino extinguí­a sus últimos destellos de luz, cuando terminábamos los preparativos de marcha para ir a pernoctar en San Francisco, el dí­a 9 de Octubre de 1868 [...] El toque de campana de La Demajagua vibra en nuestros oí­dos como clarí­n de guerra: acudimos a dicha llamada los treinta y cinco legionarios que allí­ quedábamos, pues los demás compatriotas habí­an salido en comisión por los barrios de Manzanillo y parte de Bayamo. »

Sobre la hidalguí­a de Céspedes, la forma emocionada con la cual le habló a los presentes, refiere:

«De porte distinguido, nos habla sobre los grandes beneficios que disfrutan las naciones libres, donde rigen los sagrados derechos del hombre que podemos conquistar empuñando las armas, ya que el paí­s lo quiere y no faltarán rifles que traerán las expediciones. Luego que terminó su discurso [...] exclamamos: ¡Independencia o Muerte! ¡Viva Cuba Libre! ».

carlos-manuel-de-cespedesCéspedes simbolizó el espí­ritu de los cubanos de aquella época, la dignidad y la rebeldí­a de un pueblo que comenzaba a nacer en la historia. Sin discusión, entre los conspiradores de 1868, fue el más decidido a levantarse en armas.

Acerca de ambas consignas Garcí­a Pavón cuenta que surgieron «La primera como un compromiso de los masones implicados en la acción libertaria, y la segunda, como una forma para identificación a las tropas amigas y reconocer las enemigas. Pero con el decursar del tiempo, la toma de conciencia del concepto de patria por los mambises, las convirtió en principios inalienables del pueblo cubano. »

En Ofrenda de Cariño, el último sobreviviente del 10 de octubre de 1868, detalla el instante cuando los hermanos Marcano se unen a las fuerzas de Céspedes. Momento que evidencia la solidaridad de los combatientes dominicanos:

«Con cincuenta hombres nos reunimos Rafael Izaguirre Pavón y yo al General Luis Marcano, quien con sus hermanos Francisco y Félix los tres naturales de Santo Domingo vení­an de más arriba, al frente de trescientos hombres, ¡qué júbilo!, ¡qué entusiasmo!, ¡qué confraternidad! entre dominicanos y cubanos. ¡Viva Cuba Libre! resonó también por aquellos confines donde brotaba la simiente de nuestra propaganda eficiente y afortunada. »

Del ataque a Yara, Garcí­a Pavón anota: «Al llegar a Yara encontramos las fuerzas de Carlos Manuel intrincadas en feroz lucha con otra española, que llegó poco antes por el Este de Bayamo, para auxiliar a Manzanillo; y se parapetó en los mejores edificios para defenderse [...] La llegada a tiempo del General Marcano, fue oportuní­sima. Él pensó con serenidad de juicio y dijo: hay que suspender el ataque, ya hay gentes dispersas que hay que recogerlas; el sacrificio por el momento es innecesario y habrá muchas desgracias lamentables [...] »

Las primeras horas vividas por los cubanos después del alzamiento del 10 de octubre en La Demajagua, sus sentimientos personales, patrióticos y la intervención de personalidades como las de Bartolomé Masó, Luis Marcano y el propio Garcí­a Pavón, son importantes, pero poco conocidas a través de documentos y fuentes originales.

banderas-que-ondearon-en-yaraLas banderas que ondearon en Yara, en La Demajagua, no serán jamás arriadas.

A nuestro juicio, la Historia yace repleta de interpretaciones y análisis muy particulares, útiles en las diferencias y necesarios para todos. A todas debemos acudir y confrontar. Sin embargo, el valor de las ya abordadas nos posibilitará analizar, comparar, contraponer criterios desde una óptica diferente. Mucho más emotiva y humanizada.

Lo importante es su carácter anticolonialista, antiesclavista y de liberación nacional; que La Guerra de los Diez Años o como se le conoce también Guerra Grande (1868-1878), constituye uno de los hechos más relevantes y de mayor trascendencia en la historia de Cuba. Ella dio a la lucha por la total independencia, el inicio de una revolución que se prolongarí­a casi cien años.

El 10 de Octubre de 1868 constituyó el motor impulsor que transmitió la suficiente energí­a a los posteriores levantamientos de Oriente, Camagí¼ey y Las Villas. Posibilitó, además, que por primera vez blancos y negros compartieran ideales y sacrificios; que cientos y miles de esclavos fueran liberados por sus propios amos o por los patriotas insurrectos; que gente de pueblo compartiera honores y responsabilidades en un plano de igualdad con los de la clase rica.

Y tengamos dudas, la campana de «La Demajagua » otrora tañida por el coronel Miguel Garcí­a Pavóncontinúa llamando y acompañando a los cubano en sus aspiraciones actuales de defender lo conquistado, como expresión de la voluntad de un pueblo en aras de perfeccionar lo realizado y en marcha indetenible hacia una sociedad superior.

Nota:

* Discurso pronunciado en el resumen de la velada conmemorativa de los Cien años de Lucha, efectuada en La Demajagua, Monumento Nacional, Manzanillo, Oriente, el 10 de octubre de 1968.)

Fuentes bibliográficas:

  • Garcí­a Pavón, Miguel: Ofrenda de Cariño. 14 de julio de 1923. Ciudad de la Habana, referenciado por el Lic. Pedro Bárbaro Caymari Dí­az. Universidad de Ciencias Pedagógicas Blas Roca Calderí­o, Granma.
  • Guerra, Ramiro: Manual de Historia de Cuba desde el descubrimiento hasta 1868. Segunda Parte, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1987.
  • Revista Bohemia, 65 (19), 11 de mayo de 1973.

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