Ciencia cubana desmonta falsedades sobre el «sí­ndrome de La Habana »

La Academia de Ciencias de Cuba presentó un informe técnico con una evaluación de los incidentes de salud ocurridos durante estancias en La Habana de empleados de gobiernos extranjeros y sus familias.

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Presentación del informe de la Academia de Ciencias de Cuba sobre el llamado Síndrome de La Habana.
Doctor Mitchell Valdés-Sosa, director general del Centro de Neurociencias de Cuba. (Foto: Cubadebate)
Tomado de la edición digital del periódico Granma
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14 Septiembre 2021

Una evaluación sobre los incidentes de salud no identificados que afectaron a empleados de Estados Unidos y sus familias en La Habana durante 2016, fue presentado este lunes, en conferencia de prensa, por un grupo de expertos de la Academia de Ciencias de Cuba.

Durante la presentación del estudio se comentó que este es el primer documento donde, de forma exhaustiva, el grupo experto de la Academia de Ciencias de Cuba examina todas las aristas de los supuestos incidentes de salud reportados por los diplomáticos de EE. UU.

La investigación reúne información, en gran medida publicada en EE. UU., que es ignorada por muchos médicos y cientí­ficos, así­ como medios de prensa, al escribir sobre el tema.

Se incluye, además, un análisis detallado, en consulta estrecha con expertos internacionales sobre la afirmación hecha por las Academias de Ciencia de Estados Unidos de que «microndas » causaron los problemas de salud.

La Academia de Ciencias de Cuba tuvo acceso a un informe policial del Ministerio del Interior cuyos datos también formaron parte del nuevo informe técnico de los cientí­ficos.

El sí­ndrome misterioso o cómo se construye una falsa narrativa

Durante la conferencia de prensa, los expertos cubanos señalaron que la falsa narrativa que ha circulado por el mundo sobre lo que denominan el «sí­ndrome de La Habana », presenta los hechos como si muchos empleados estadounidenses (y canadienses) hubieran sido «atacados » con misteriosas armas de energí­a en sus casas o en habitaciones de hotel en La Habana.

Los sí­ntomas aparentemente percibidos se enmarcan dentro de un «novedoso sí­ndrome médico causado por un “daño cerebral” subyacente, pero no detectado ».  

Los cientí­ficos de Cuba explican que esa versión es «cuasi-oficial », porque  la reproducen los principales medios de comunicación, sectores especí­ficos de las agencias gubernamentales estadounidenses, grupos de polí­ticos, grupos de intereses especiales en Estados Unidos, y algunos (no todos) de los empleados recientemente destinados en La Habana.

Seis «verdades » sobre el «sí­ndrome misterioso » que desmonta la ciencia

De acuerdo con el informe técnico de la Academia de Ciencias de Cuba, las siguientes aseveraciones en torno a lo sucedido en La Habana en 2016, carecen de sustento cientí­fico:

1:   Un nuevo sí­ndrome con sí­ntomas y signos compartidos está presente en los empleados afectados.

-Desmentido por los estudios del NIH, CDC, y la propia NASEM.

-Es   posible   que   algunos   empleados   estadounidenses   mientras estaban destinados en La Habana se sintieran enfermos debido a una colección heterogénea de afecciones médicas, algunas preexistentes antes de ir a Cuba (por ejemplo, traumatismos de oí­do debidos al servicio militar), y otras adquiridas por causas comunes como enfermedades relacionadas con la edad, traumatismos   craneales   debidos   a   actividades   deportivas   y   estrés,   entre   otras   muchas   posibilidades.  

-Así­, un   conjunto   heterogéneo   de   personas   atribuyó   erróneamente sus sí­ntomas a una causa externa común.

-La idea de un conjunto no homogéneo de casos está implí­cita en los informes del C.D.C., el N.I.H. y las NASEM.

2: Es posible detectar daños cerebrales originados durante la estancia de los diplomáticos afectados en La Habana.

-Evidencia neuropsicológica no válida, y resultados muy cuestionados de neuroimágenes. Otras pruebas dudosas. Puesto en duda por la NASEM.

-Sólo   una   minorí­a   de   estos   casos   presenta   disfunciones   cerebrales   notables,   la   mayorí­a   debidas   a   condiciones   pre-existentes   a   su   estancia en La Habana (causadas por enfermedades naturalmente adquiridas y prevalentes   o   por   traumatismos   craneales),   y   otras   debidas   o   a   los   trastornos   neurológicos funcionales antes mencionados.

-La comunidad cientí­fica internacional y el informe de las NASEM descartan la mayor parte de las pruebas presentadas para afirmar la existencia de daños cerebrales generalizados en los empleados estadounidenses.

-Otras enfermedades prevalentes en la población general pueden explicar la mayorí­a de los sí­ntomas.

3: Existe una fuente de energí­a dirigida que podrí­a afectar al cerebro de las personas desde grandes distancias tras atravesar las barreras fí­sicas de los domicilios o las habitaciones de hotel.

Viola leyes de la Fí­sica. Solo alcanzable con equipos de altí­sima potencia y gran tamaño.

-Ninguna forma de energí­a conocida puede causar selectivamente daños cerebrales (con una precisión similar a un haz de láser) en las condiciones descritas para los supuestos incidentes de La Habana.

-Las leyes de la fí­sica que rigen el sonido, los ultrasonidos, los infrasonidos o las ondas de radiofrecuencia (incluidas las microondas) no lo permiten, como han reconocido los   expertos  estadounidenses   e   internacionales.  

-Estas formas de   energí­a   no   podrí­an   haber dañado   los   cerebros   sin   ser   sentidas   u   oí­das   por   otros,   sin   perturbar   los   dispositivos   electrónicos   en   el   caso   de   las   microondas,   o   sin   producir otras lesiones (como la rotura de los tí­mpanos o las quemaduras en la piel).

-Varios factores que indican como improbable que los sonidos percibidos por el personal de la embajada se deban a la emisión de microondas (Repacholi, 2020):

  •  Se necesitarí­an densidades de potencia de microondas masivas, tanto pico como media, para provocar la sensación de «un sonido fuerte ». Esto requerirí­a grandes equipos generadores de microondas, como los radares militares, utilizados muy cerca del objetivo.
  •  El personal de la embajada no informó de ninguna sensación térmica de las que deberí­an ser causadas por s altas densidades de potencia media de microondas.
  •  No se ha informado de las interferencias electromagnéticas que, sin duda, se derivarí­an de la exposición a tales densidades de potencia máxima.
  •  La naturaleza direccional del sonido no se ajusta a la descripción del efecto auditivo de las microondas.

4: Se puede realizar e identificar un arma capaz de generar dicho agente fí­sico.

-Aunque existen armas que utilizan el sonido para dispersar a las multitudes, o microondas para desactivar los drones, son de gran tamaño y no hay posibilidad de que pasen desapercibidas (o dejen rastro) si se hubiesen desplegado en   La   Habana.  

-Además, no   pueden   producir   los   efectos   selectivos de personas descritos en los supuestos incidentes.

5: Se descubren pruebas de que se ha producido un ataque.

-Después de cinco años, ni   la   Policí­a   Cubana,   ni   el   F.B.I.,   ni   la   Real   Policí­a   montada de Canadá, han descubierto pruebas de "ataques" a diplomáticos en La Habana a pesar de las intensas investigaciones.

6: Las pruebas disponibles desechan las explicaciones médicas alternativas.

-No es posible descartar las explicaciones psicogénicas y tóxicas de muchos sí­ntomas en algunos casos sin más investigación.   En concreto, todas las condiciones para la propagación psicógena del malestar estaban presentes en este episodio.

En consonancia con esta hipótesis, el equipo de N.I.H. diagnosticó PPPD en el 25% de los pacientes que estudió.

 Como parte de sus conclusiones, la Academia de Ciencias de Cuba indicó estar dispuesta a revisarlas en caso de surgir nuevas pruebas, e invitó a que se hagan los esfuerzos para refutar sus interpretaciones en un clima de colaboración cientí­fica abierta.

Sin embargo, rechaza firmemente como «verdad establecida » una narrativa construida sin bases cientí­ficas reales.

El Grupo de Expertos de la Academia cubana lamentó la falta de información médica adecuada sobre los pacientes para llevar a cabo su trabajo y las restricciones artificiales impuestas a la colaboración con los investigadores estadounidenses que participaron en las evaluaciones de los pacientes.

«Nos solidarizamos con la situación de los diplomáticos estadounidenses (o sus familias) que tienen problemas de salud », añaden en su informe técnico, pues «reconocemos que hay gente se ha sentido enferma », una razón por la cual «creemos que es éticamente imperativo disipar las teorí­as conspirativas descabelladas y la atribución errónea de los sí­ntomas a explicaciones que desafí­an las leyes de la fí­sica ».

Añadieron que lograr el objetivo de cooperación y colaboración entre investigadores estadounidenses y cubanos serí­a un paso sólido para acelerar la recuperación de muchas personas afectadas por estos incidentes.

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