Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
2403
27 Enero 2015

                                «Abrirse, labrar juntos, llamar a la tierra, amarse, he aquí­ la faena ».

                                                                          José Martí­

Fue un dí­a histórico: fecha del natalicio de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, y ocasión en que Venezuela inició en 1810 la ruta emancipadora contra España. Eran las cuatro y media de la tarde. Dos banderas nacionales, la de Cuba y Venezuela, cubrí­an una placa de bronce con las incrustaciones del nombre del Libertador, un cí­clope de la fraternidad entre los pueblos.

Monumento a Simón Bolí­var en Santa Clara, Villa Clara.Monumento al Libertador de América, en el parque Maceo, en Santa Clara, pieza escultórica original de los artistas Juan Carlos Pérez Bermúdez y Delvis Santos íguila. Mide casi dos metros de altura y 90 centí­metros de ancho. (Foto: Ramón Barreras Valdés). El acto constituyó la humilde propuesta de un ensayista nacido en Santa Clara, centro del paí­s. Tres años antes, por el Acuerdo número 392 de la presidencia de los Estados Unidos de Venezuela, según legalizó el general Ignacio Andrade, ministro de Relaciones Exteriores de ese paí­s, recibió la Condecoración de la Orden del Libertador en la Tercera Clase, el mayor reconocimiento entregado a nacionales, o no naturales de ese paí­s sudamericano. El premio fue conferido al coterráneo por sus servicios desinteresados y prestados a la humanidad.

¿Quién es?... Un cubano de tuétanos y de almas, antiimperialista en extremo. Un periodista martiano y radical de pensamiento latinoamericano.  También un exclusivo nacionalista que difundió la defensa de lo propio, lo autóctono, como blasón inequí­voco de nuestra cultura. De Santa Clara tuvo siempre el recuerdo permanente. Fue alumno de Mariano Clemente Prado y Pérez en el Colegio Santa Ana, y en julio de 1915, el Ayuntamiento local lo avaló como «Hijo Ilustre » de la ciudad. Hoy su nombre y legado, apenas se difunde.

Puede, incluso, que fuera el primero de su tiempo en ostentar esa distinción. Al menos no existen otras referencias históricas que precisen un reconocimiento enaltecedor, con la efigie de Bolí­var,   el «[...] más alto honor que puede recibir y ostentar con orgullo un americano devoto de aquel maravilloso genio polí­tico y militar cuya obra inmensa llena las más gloriosas páginas de la historia de la épica lucha, cruenta y larga, por la libertad de América; de aquel cuyo nombre cien veces ilustre viene a los labios cuando se dice: El Libertador... »1 de cinco Repúblicas de América del Sur.

Carlos de Velasco y Pérez (1884-1923), hijo de mambí­, un anónimo hombre de Santa Clara radicado en La Habana en su adolescencia, fue el director-fundador de Cuba Contemporánea (1913-1913), publicación que dirigió hasta enero de 1921, fecha en que se desempeñó por breve tiempo en el servicio consular en paí­ses europeos. Durante 8 años dirigió la revista nacionalista, y preparó, con su peculio y de otros amigos, 96 números, de los 176 registrados: un 54% del total de todas las ediciones mensuales.

La caracterí­stica primordial del carácter de la publicación estuvo orientada a los actos de fraternidad latinoamericana, de discusión de temas contemporáneos sobre la vida económico y social de nuestro   paí­s y a la historia nacional en sus más insospechadas aristas culturales. Fue la revista antiimperialista de su tiempo, y un abrigo permanente de observación contra las pretensiones de los Estados Unidos de expandirse por el mundo. El pensamiento de Bolí­var, y su prolongación en Martí­, estuvo entre los asideros más inconfundibles.

Martí­, de Jorge Arche.Martí­ visto por Jorge Arche, pintor vanguardista cubano.Ahí­ surgió en Cuba el primer gran reconocimiento público al Libertador de América. También la reciprocidad de Venezuela de perpetuar el paso efí­mero de Martí­ por Caracas, capital a la que arribó el 21 de enero de 1881, y partió el 1 de julio de ese mes. Allí­ el Apóstol cubano dejó su huella periodí­stica con la fundación de la   Revista Venezolana, y colaboró con La Opinión Nacional. Del paí­s sudamericano dijo en su despedida: «[...] Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mi un hijo ». Idéntica devoción mostrarí­a antes con México, Costa Rica, República Dominicana y...

¿Cuándo Carlos de Velasco sacó al ruedo público la permanencia del recuerdo de Bolí­var en La Habana? Ocurrió en noviembre de 1917, con la aparición de «Bolí­var y la independencia de Cuba »,2 del erudito colombiano Gabriel Porras Trononis, ensayo al cual insertó una nota a pie de página, interrogante y de devolución:

« ¿Por qué nuestra patria no ha cumplido aún con el deber de honrar la memoria insigne del primer guerrero americano que pensó en libertarla? En deuda, ciertamente, estamos los cubanos con muchos ilustres compatriotas cuyos nombres semiolvidados [...] Bolí­var, el primer hombre de América nuestra, el más grande de los caudillos y el más glorioso de los libertadores de pueblos, merece que aquí­ se le tribute, sin más demora, algún homenaje digno de su fama y demostrativo de que Cuba sabe agradecer el empeño generoso que quiso intentar el brazo incansable de aquel genio cuya figura, reproducida en bronce o mármol, quisiéramos ver honrado y decorado alguno de nuestros   principales sitios públicos. Más, ya que esto no es posible por ahora, al menos pudiera el Ayuntamiento de La Habana dar el nombre de Bolí­var a una calle principal de la capital de esta tierra que él ansiaba libertar; y al efecto Cuba Contemporánea excita a los ediles habaneros para que cumplan este deber. Bolí­var podrí­a llamarse, en lo adelante, la calle todaví­a denominada de la Reina, o la de San Rafael, u otra cualquiera importante. Y el dí­a que fuera puesta la primera tablilla en la calle que lleve el nombre del í­nclito hijo de Venezuela, rendir a su memoria, al Inmortal, el tributo de respeto y de amor que toda América le debe, y que especialmente le debemos los cubanos por haber sido él quien primero soñó en darnos lo que hoy tenemos por el esfuerzo impagable de nuestros libertadores: la República ».3

La avenida habanera                                              

Un total de 20 ensayos, unos cortos, otros medulares por sus aportaciones, abordan en las páginas de Cuba Contemporánea   el pensamiento y la proyección americanista de Bolí­var. También Martí­, el Apóstol cubano, tiene marcada relevancia durante el perí­odo que Carlos de Velasco tuteló una publicación plural, de intercambio inquebrantable entre intelectuales cubanos y latinoamericanos, integrantes de 20 repúblicas definidas en el contexto de la congregación cultural.

Los textos comienzan en mayo de 1913 tres meses después de fundada Cuba Contemporánea, y son los venezolanos Rufino Blanco-Fombona y Diego Carbonell, quienes, respectivamente, remiten los ensayos «Simón Bolí­var, la revolución Hispanoamericana y la polí­tica española en 1821 », y «La grandeza y las ambiciones del Libertador », análisis último divulgado con exactitud con un año de diferencia en relación al primero. En septiembre de 1914 el colombiano Porras Troconis ve impreso su ensayo «Las ideas polí­ticas de Bolí­var », y el legado histórico del Libertador, entra en punto de debate, de permanencia latinoamericanista, de unidad y confraternidad de nuestros paí­ses.

Razón tuvo el chileno Ernesto de la Cruz, cuando en Cuba Contemporánea propagó en 1915 «El genio polí­tico de Bolí­var », y recordó las palabras del uruguayo José Enrique Rodó, al sustentar que, cuando «[...] veinte siglos hayan pasado; cuando una pátina de antigí¼edad   se extienda desde el Anahuac hasta la Plata, allí­ donde hoy campea la naturaleza o crí­a sus raí­ces la civilización; cuando cien generaciones humanas hayan mezclado, en la masa de la tierra, el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques [...], verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolí­var ».4

El Libertador, Simón de Bolí­var y Palacios (1783-1830), aquel que murió como habí­a nacido, desnudo, tendrí­a en adelante el primer reconocimiento público en Cuba. La propuesta de Carlos de Velasco, aparecida en Cuba Contemporánea, la acogió el periódico habanero La Discusión, y El Nuevo Diario, de Caracas, en sus ediciones respectivas del sábado 5 de enero de 1918. El consejal capitalino Lorenzo Fernández Hermo presentó antes de esa fecha una moción al Ayuntamiento de la provincia. Era la sugerencia de Carlos de Velasco, y así­ lo reconoció. En lo sucesivo «[...] las calles de Reina y de la Marina, en toda su extensión (que, en no lejano tiempo, ha de ser una de las más importantes de la Ciudad, con la prolongación de las obras del Malecón), se denominen respectivamente Avenida "Simón Bolí­var" y Avenida "George Washington", celebrándose dichos actos, al ejecutarse oportunamente esos acuerdos, con la mayor solemnidad posible, invitándose al efecto al ilustre Cuerpo Diplomático en nuestra Nación... »5

Monumento a Simón Bolí­var en Santa Clara, Villa Clara.El periódico caraqueño dirigido por Santiago Key Ayala, admitió, según el despacho de Carlos de Velasco, que Venezuela corresponderí­a a similar acto patriótico y latinoamericano, «[...] poniendo el nombre de Martí­ a una de las principales calles de la ciudad capital, Caracas, como podemos afirmarlo no solo por los informes privados que obran en nuestro poder, sino por los que revelan los conceptos finales del párrafo en que El Nuevo Diario recoge nuestra nota al artí­culo del Dr. Porras Troconis (titulado Bolí­var y la independencia de Cuba), donde este prueba, con documentos irrefutables, que Bolí­var quiso libertar nuestra tierra ».6

La fecha tentativa del cambio de nombre a las ví­as ocurrirí­a el jueves 10 de Octubre de 1918, medio siglo del Grito de Yara, gloria de los cubanos que se lanzaron a la lucha por la independencia nacional. Un dí­a antes, dice La Discusión, de La Habana, el Ayuntamiento refrendó el acuerdo. Carlos de Velasco sugirió otro calendario para los ví­nculos indisolubles entre Cuba y Venezuela: el sábado 19 de abril de 1919.

Lo dice en carta al erudito cubano José Manuel Carbonell, uno de los oradores escogidos para el acto patriótico y de hermandad latinoamericana, al cual asistirí­an el cuerpo diplomático y los residentes extranjeros radicados en la capital.

Ya para entonces, en dí­as previos, Caracas exhibí­a en una de sus calles el nombre de José Martí­, lo atestigua Carlos de Velasco, y también lo refrenda Armando Rivas Vázquez, representante de esa colonia extranjera en la capital cubana, y otro de los oradores del acto escenificado en la esquina de las calles Aldama y Reina, ya darí­a nombre a la Avenida Simón Bolí­var, en La Habana, según insinuó el periódico El Mundo, de La Habana.7 La Banda Municipal interpretó los himnos nacionales de ambos paí­ses.   Carbonell pronunció un discurso efusivo:

«[...] Se dice Bolí­var, y hasta la tierra siente los escalofrí­os de la epopeya; se iluminan los montes al resplandor de los incendios libertadores; flotan al mástil los ensueños de tiempos legendarios, se ven pasar los héroes, llaneros y cholos, y rotos y gauchos, haciendo trepitar la pampa salvaje bajo los cascos redentores de sus corceles en desenfrenado galope; un soplo de victoria refresca los corazones, y parece que vibran en homérica diana los alegres clarines de Pichincha y Carabobo, de Ayacucho y de Juní­n... »8

La Avenida Simón Bolí­var, según el imaginario popular todaví­a sigue llamándose Reina, y la Plaza Martí­, en Caracas, lo expuso El Universal, de esa capital, en la edición del miércoles 26 de febrero de 1919,9 eran una realidad en el «[...] propósito de laborar sin tregua por la humana idea de congregar los paí­ses latinoamericanos en una confederación de estados, consagrando así­ los previsores evangelios polí­ticos del Libertador », dijo Carbonell.

Después de concluido el acto, ante el monumento a Martí­ en el Parque Central de La Habana, el Cuerpo Diplomático, el pueblo aglomerado, y otros insignes personalidades nacionales, depositaron una ofrenda floral al Apóstol cubano. Ricardo Gutiérrez, ministro de Colombia, expresó la gratitud de las cinco repúblicas, hijas del esfuerzo de Bolí­var: Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia. El sueño de Cuba Contemporánea, y del nacionalista Carlos de Velasco y Pérez, el hijo natural de Santa Clara, era una realidad propagar aún más el genio profético del Libertador de América.

Notas

1- Cfr. Notas Editoriales: «Un gran honor al director de Cuba Contemporánea », en revista Cuba Contemporánea, 4(1):95-96, tomo xi, La Habana, mayo de 1916.

2- Gabriel Porras Troconis: «Bolí­var y la independencia de Cuba », en revista Cuba Contemporánea, 5 (3): 191-209, tomo xv, La Habana, noviembre de 1917.

3- Cfr. N. de la D. de C.C: Idem., p. 191. Texto redactado por Carlos de Velasco.

4- Ernesto de la Cruz: «El genio polí­tico de Bolí­var », en revista Cuba Contemporánea, 3(2): 321, tomo x, La Habana, octubre de 1915.

5-  Cfr. Notas Editoriales: « Bolí­var, Washington y Cuba », en revista Cuba Contemporánea, 6 (2): 259-260, tomo xviii, La Habana, octubre de 1918.

6- Idem., p. 260.

7-Cfr.   Notas Editoriales: «Las Avenidas Bolí­var y Washington », en revista Cuba Contemporánea, 6(3):372-373, tomo xviii, La Habana, noviembre de 1918

8- Cfr. Notas Editoriales: «Bolí­var y Cuba. Venezuela y Martí­ », en revista Cuba Contemporánea, 7(77): 150-160, tomo xx, La Habana, mayo de 1919.

9- Idem., p. 160.

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