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31 Diciembre 2013

Algunos lo dicen francamente: «No veo la luz ». Bueno, existen padecimientos que impiden la visión, y otros que la limitan o dificultan. Digamos mejor que les cuesta despejar las sombras por sufrir una especie de molicie que, a su vez, les imposibilita levantar un poco el lomo para salir a disiparlas, o agacharse para rastrear en la penumbra y encontrar el diminuto pedernal que les proporcionará la chispa.

Pero así­ es el mundo. Lleno de invidentes por querencia propia, que son los más difí­ciles de tratar. Aunque también los hay impacientes, desesperados, arrebatados, que no soportan el paso de los elefantes, pero tampoco el ajetreo de las hormigas. Gente que no se aviene a ningún paso y, lo que es peor, frenan el de quienes avanzan sin voltear la cabeza atrás, hombres y mujeres abre-camino-al-andar. Gente que por su inteligencia, paciencia y firmeza puede comparársele con esos enormes mamí­feros de fabulosos colmillos y enormes orejas, o con los industriosos insectos, ejemplo increí­ble de disciplina y organización.

Mas, como dice la guapachosa canción, «la vida es un carnaval », presupuesto que acepto únicamente en el sentido de la diversidad, y jamás por lo que de mascarada, comparseo y otros regocijos bulliciosos distinguen ese tipo de jolgorio casi en todo el mundo. Un mundo patas arriba que no podrá ser jamás el de los cubanos, precisados a avanzar, avanzar y avanzar, sin equivocaciones, para que nuestra economí­a se acabe de recuperar, prosiga su ascenso, de manera paulatina y segura, con bloqueo o sin él.

Se trata de adelantar al paso de elefante: lento, pero aplastante. Dicho a la manera de Raúl, «sin prisa, pero sin pausa », filosofí­a que disgusta a quienes, según el propio presidente, «nos apremian a acelerar el paso », empu- jándonos de ese modo «al fracaso, a la de- sunión y a dañar la confianza y el apoyo del pueblo en la construcción del socialismo ». Y aunque el corazón nos pida «avanzar todaví­a a mayor velocidad », no es lo recomendable, porque «en lugar de adelantar en la materialización de un programa, conduce al retroceso y la derrota ». Bien sabe el General de Ejército lo que «ocasionan violentar el ritmo y saltarse etapas ». Lecciones muy bien aprendidas en carne propia, y que a punto de agonizar los 12 meses del calendario conviene tener presentes para no pecar de románticos o de aerostáticos soñadores.

Algunos dicen de 2013: «Un año malo », condicionado por las urgencias e imprevistos de proyectos sin bases sólidas e indicadores no satisfechos. Otros, ni siquiera pueden calificarlo, porque en el camino volvieron a invertir el catalejo y extraviaron totalmente el rumbo. Pero sí­, ha sido un año difí­cil. No tanto para quienes, en operaciones ilí­citas, hicieron o trataron de hacer «próspero y sostenible » su bolsillo y el de los suyos, sino para aquellos cuya economí­a doméstica pende únicamente de un salario en moneda nacional y que gracias a mil piruetas logran estirar y trocar una parte en pesos convertibles.

Y no sé exactamente hasta cuándo. Pero en materia de unificación monetaria y cambiaria, las transformaciones tardan años debido a un enrevesado proceso de creación de reservas financieras, acompañado de transformaciones jurí­dicas, contables y estadí­sticas graduales en aras de garantizar la mayor estabilidad económica y, en nuestro caso, la mejor seguridad para todos los miembros de la sociedad. Cabe esperar entonces la introducción acompasada de tasas de cambio diferenciales por sectores.

Pero ello no será «la solución mágica de nuestros problemas », así­ reconocido por Raúl en su discurso de clausura del segundo perí­odo ordinario de sesiones de la VIII legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, este 21 de diciembre. Aunque sí­, aclaró, «contribuirá de manera decisiva a mejorar el funcionamiento de la economí­a », y reiteró que la superación de los problemas que hoy afectan la producción de bienes y servicios y los ingresos de la población solo será posible mediante profundas transformaciones económicas «sin igualitarismos ni injusticias », para beneficio de todos los cubanos. Incluso para esos que no ven la luz y tampoco intentan hallar el pedernal para encender la hoguera del trabajo: única y verdadera luminaria de prosperidad y sostenibilidad.

Ya 2014 está a la vuelta de la esquina, y el tiempo sí­ que pasa raudo y veloz. No será jamás esperar de brazos cruzados lo que nos depare. Tampoco, entusiasmarnos demasiado. Entonces, ¿cuál es la «seña » para disipar el camino de los tenebrosos? Palabras de Raúl: «El camino que hemos escogido no estará libre de obstáculos y riesgos, pero el éxito dependerá de la inteligencia, paciencia y sobre todo la firmeza con que actuemos, con el apoyo de nuestro pueblo y de los propios trabajadores de este sector, que mayoritariamente cumplen las disposiciones vigentes ».

Los que tengan ojos, vean. Los invidentes por querencia propia, pupilas avizoras. La marcha sin prisa y sin pausa indica cautela, orden, disciplina, exigencia. Siempre con la luz larga encendida, con la paciencia de los elefantes, pero también con el ajetreo de las hormigas.

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