Mirada martiana a la naturaleza

En el Dí­a Mundial de Protección a la Naturaleza, vale detenernos en las consideraciones martianas.

Compartir

Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
1981
18 Octubre 2022

A veces me pregunto cómo José Martí­ pudo adelantarse tanto a su tiempo. ¿Acaso magia, hechizo, intuición, presagios, inteligencia privilegiada…? Dirí­a que un poco de todo en épocas en que ni se soñaba con un satélite espacial recorriendo el espacio, o que el impacto de las nuevas tecnologí­as de la comunicación mostrara un universo inimaginable.

Dentro del espectro natural, la visión martiana navegó a largo alcance para dejar clara la indisoluble relación entre el entorno y el hombre como presupuesto prioritario  para lograr el equilibrio que evite la extinción de los terrí­colas.

Pintura de José Martí­ con paisaje cubano.
(Foto: Tomada de Internet)

Allá por 1892 el Apóstol remarcaba una frase de ley: «El mundo sangra sin cesar de los crí­menes que se cometen en el contra la Naturaleza ».1

Una interpretación evidente nos adentra en el insuperable magisterio al insistir no solo en el cuidado del entorno, sino en inculcarles a los hombres y las mujeres el amor por el planeta, para que las generaciones futuras  puedan disfrutar de  las grandezas de este universo.

No podí­a concebir el Maestro que un dí­a la propia irreverencia humana fuera reduciendo las disponibilidades de subsistencia en el planeta.  Para él «La Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece, y prepara para la virtud al hombre », como sentenciara en La Opinión Nacional, de Caracas, en 1882.

Sin embargo, más allá de admirar un árbol, de describir el canto de un ave, de recrearnos en la descripción de las aguas transparentes de un rí­o, hay una invitación a diversificar los cultivos sobre la base de la preservación de los suelos.

Lecciones inigualables las ofrece en su Diario de campaña. De Cabo Haitiano a Dos Rí­os, en el que se descubre a  un Martí­ anonadado ante el paisaje natural que le brinda su Patria.

Por ello habló de los bosques, «de reponer las maderas que se cortan, para que la herencia quede siempre en flor ».2

Y esa flor hay que encontrarla en un mundo  donde las especies en extinción están cada dí­a al borde del abismo,  donde arpones desmedidos atraviesan la piel de los delfines,  done la tala indiscriminada de árboles nos hace cada vez más pobres.

Un mundo onde las contaminaciones ambientales nublan el aire,  y las aguas son empañadas con total irreverencia  por tantos residuos vertidos a sus afluentes. El hogar común donde  persiste el sacrificio masivo de ballenas y el hábitat de los ingeniosos pingí¼inos  está en una cuerda floja por las inexplicables agresiones y la posible desaparición de los glaciares.

Imagen de José Martí­ con frase sobre la naturaleza.
(Foto: Tomada de Internet)

Y crece  la marea negra teñida por  los derrames de petróleo que escapan de los buques  por  errores humanos;  sin embargo, las naciones industrializadas se alejen de los protocolos protectores de nuestro medio ambiente, cuando los estragos de un cambio climático refuerzan un panorama a las puertas del holocausto.

Solo el instinto benéfico de la humanidad alumbrado por las buenas acciones podrá aliviar esas marcas irreversibles exhibidas por cada continente.

Por ello seguiré preguntándome cómo pudo Martí­ adelantarse a su tiempo, pero sobre todo, debemos  preocuparnos por los pasos errados que da el mundo, donde la verde vegetación, poco a poco, se opaca y toma tonalidades oscuras o la fauna agoniza. Con el Maestro quedamos en deuda, esa arrastrada ante un hombre real que con su mirada pudo acariciar la natura.  

Referencias

1 José Martí­, Obras completas,  tomo 8, p. 303.

2 Rafael Serra. «Para un libro ». Edición 3, Nueva York, marzo 26 de 1892, en  Obras completas, tomo  4, p. 381.

Comentar