Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
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19 Abril 2018

«Ese dí­a yo estaba en el pleno del Comité Municipal del Partido en Santa Clara. Llegó un compañero nuestro, Boffil, y le pregunté por el juego de softbol. Era sábado y el presidente de la Upec (Unión de Periodistas de Cuba), José Antonio Fulgueiras, habí­a invitado a Dí­az-Canel al tope donde jugarí­an los miembros de la prensa.

Miguel Dí­az-Canel durante el acto provincial por el 26 de Julio en el año 1995.
Miguel Dí­az-Canel durante el acto provincial por el 26 de Julio en el año 1995. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«â€œA que tú no sabes quién dio jonrón me dice: ¡Dí­az Canel!”. Y le respondí­: “Dime cualquiera menos él, que no da nunca jonrón” ».

Han pasado muchos años desde aquel dí­a, pero Roberto  Ocenes  Veití­a lo recuerda bien. Ahora trabaja como director de industria y comercialización de la Empresa Pesquera de Villa Clara Pescavilla, pero en aquel tiempo era el jefe de Despacho del primer secretario del Partido en Villa Clara, Miguel Dí­az-Canel.

«Empecé en septiembre de 1996 y estuve hasta el 17 de julio del 2003. Lo conocí­ desde la etapa de la Juventud, trabajamos juntos. Él era el secretario en la Universidad y yo en la obra de choque Planta Mecánica. Después fuimos dirigentes a nivel de la provincia y yo del municipio. También estuvimos juntos en el Comité Nacional de la Juventud.

«Luego él regresó a la provincia para dirigir en el Partido y cuando llevaba un año y un poquito, solicita que me liberaran del trabajo de la Juventud para que viniera de jefe de despacho ».

Tení­an un trabajo tan intenso que prácticamente pasaban más tiempo juntos que con la familia.

«Poseí­a una capacidad de trabajo muy alta. Utilizaba el pensamiento colectivo en función de resolver hasta los problemas más sencillos, hací­a equipo, escuchaba los criterios de todos. Promovió el concepto de cultura del detalle. Incluso, lo llevaba hasta lo cotidiano. Le gustaba hacer las cosas bien. Era muy difí­cil que pasara una fecha de alguna institución cultural sin que ese dí­a se le enviara una postal, un ramo de flores. En el propio colectivo de trabajo se hací­a eso.

Miguel Dí­az-Canel junto a Fidel Castro Ruz en el acto nacional por el 26 de Julio.
Obtener la sede del 26 de Julio siempre fue un gran anhelo para Miguel Dí­az-Canel. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«Incluso, la primera vez que Villa Clara ganó la sede del 26 de Julio fue un acontecimiento. Llevaba muchos años sin obtener resultados relevantes y buscó un grupo de compañeras que tení­an que redactar el mensaje de felicitación al resto de las provincias que habí­an salido destacadas ».  

Cuando Miguel Dí­az-Canel llegó al Partido era un joven, tení­a solo 34 años al asumir como primer secretario. Estaba delgado y llevaba el pelo largo. El paí­s viví­a momentos difí­ciles, pleno perí­odo especial, pero supo crecerse.

«Cuando empezó, para muchos era un joven con deseos de trabajar, pero inexperto; aunque, desde la Juventud, lo veí­an como futuro dirigente de la provincia. Parte de su éxito estuvo en nutrirse de la experiencia de muchos compañeros, habí­a una estructura de dirección muy fuerte.

«Fue un joven que se forjó en las propias tareas que le dio la Revolución, con mucho interés de aprender siempre. Pasamos cursos de programación, de economí­a, hicimos la Maestrí­a en Dirección en horarios difí­ciles: todos los miércoles de 6:00 de la tarde a 10:00 de la noche durante dos años. Fue el primero en presentar su tesis sobre el desarrollo turí­stico del territorio, todo un sueño en aquel momento.

«Tení­a una voluntad tremenda y a todo le poní­a cientificidad. Por ejemplo, si el Buró hablaba de recreación, tení­an que buscar cómo era el asunto en el mundo ».

Miguel Dí­az-Canel durante un recorrido por centros de la provincia de Villa Clara en 1995.
Dí­az-Canel con estudiantes del Yabú en el año 1998. (Foto: Archivo de Vanguardia)

Para Ocenes, una de las cosas que más recuerda de él es su sencillez, su humanismo.

«Una persona muy sencilla, humilde, le gustaba el ví­nculo con la gente. Corrí­amos por la mañana, nos levantábamos bien temprano y llevábamos a los niños a la escuela, todos los dí­as del año. A las siete menos cuarto ya atendí­a a dos personas de las que solicitaban plantearle sus problemas. Lo esperaban cuando corrí­a para decirle a él sus problemas y siempre atendí­a a las personas, les daba seguimiento.

«Recibí­ muchas crí­ticas de él, pero nunca me maltrató. No ofendí­a, ni  recuerdo verlo bravo, molesto en una reunión. Te hací­a una crí­tica y te dejaba comprometido a resolverlo.

Para Dí­az-Canel todas las personas eran importantes, todas tení­an algo que enseñar.

«Le decí­a a su pantrista,   Soraida: “Hoy vas a escuchar la emisora CMHW toda la mañana y me vas a contar lo que dicen”. A veces llegaba a dar las meriendas en la reunión y decí­a: “La agricultura aquí­ que no hable que en la placita el fin de semana pasó tal cosa”, y la sentaba y le preguntaba: “A ver, Soraida, cuenta”.

«Le llegaron a nombrar Dí­a y Noche, porque salí­amos de madrugada a recorrer centrales, centros recreativos, gastronómicos, y por la mañana a trabajar.

«Todos los meses chequeaba las principales actividades económicas por sectores, para lo cual el equipo de trabajo tení­a que preparar su información, recoger los criterios de la población que sirvieran de contrapeso a lo que dijera el directivo del sector.

«Le gustaba saber, estudiaba sobre temas económicos, la zafra, el turismo y, en la medida en que investigaba, se convertí­a en el que más sabí­a. Además, se acercaba a las personas que más información tení­an sobre un tema y lo sumaba al trabajo.

«Creó la Red Abel, primero en el Partido y después en la Asamblea. Era un sistema de partes por correo electrónico, luego por página web que enlazaba todos los municipios de la provincia, los que le mandaban información, por ejemplo, del abasto de agua, para tomar decisiones. Estamos hablando del año 98 o 99.

Miguel Dí­az-Canel en recorrido por centros de la provincia de Villa Clara, en 1995.
Visita de Dí­az-Canel a los centro los nocturnos de Santa Clara en el año 1995. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«Le dedicaba mucho tiempo a la prensa, la dinamizó. Todos los lunes iniciaba la reunión haciendo un resumen de la presencia de Villa Clara en los medios nacionales.

«El periodista Fulgueiras le regaló una grabadora. La poní­a en la gaveta del carro y salí­amos de recorrido. Si í­bamos por la ruta de Camajuaní­ grababa: bache grande a la salida de la Universidad, letrero de la provincia sin pintar… Cuando regresaba tení­a en el casetico 80 oraciones. Entonces se las entregaba a la analista Geidy o a Damaris, las dos muy eficientes. Ellas transcribí­an y él usaba esa información para el chequeo con los sectores.

«Siempre aprecié mucho su mesura, su capacidad de reflexión. Es muy difí­cil que te diga algo sin pensarlo, sin mediar un estudio. Te sientas a conversar con él y te va llevando a reflexionar.

«Dejó un método de dirección, una cultura de trabajo. Eso una sola persona no lo logra. Su virtud está ahí­. Se convirtió en un lí­der natural.

«Esperaba cada sábado para jugar softbol, era el pitcher. La última vez que lo vi me dijo: «Concho,  asere, no se me olvida el dí­a que dudaste del jonrón que yo di ».

«Nos abrazamos por varios minutos », como lo hacen los amigos, y al recordarlo Roberto Ocenes Veití­a, un hombre alto, de mediana edad, se sobrecoge.

«Discúlpame, es que estoy emocionado ». Por unos segundos hizo silencio. Lloró.  

 

Lázaro Expósito, primer secretario del Partido en Santiago de Cuba, habla sobre Miguel Dí­az-Canel

«A Dí­az-Canel lo conocí­ en su oficina de segundo secretario del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Modesto, sencillo, muy afable, una persona muy inteligente y muy comprometida.

«Recuerdo cuando me nombraron primer secretario del Partido en el municipio de Santa Clara y a él de la provincia, coincidimos en una Asamblea Nacional y me dijo que contara con él para lo que fuera y que me ayudarí­a en todo.

Lázaro Expósito y Miguel Dí­az-Canel durante un desfile del Primero de Mayo en Santiago de Cuba.
Miguel Dí­az-Canel Bermúdez y Lázaro Expósito Canto durante un desfile del Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, de Santiago de Cuba. (Foto: Carlos Sanabria)

«En su desempeño como primer secretario del Partido en Villa Clara se distinguí­a por su laboriosidad, entrega, creatividad y su fidelidad a Fidel, a Raúl y al Partido.

«Fomentaba mucho el trabajo en equipo y se rodeaba de mucha gente buena.

«Le dedicaba mucho tiempo al trabajo con los cuadros, a desarrollarnos y prepararnos.

«Inculcó en nosotros el deseo de hacer, la cultura del detalle y nos instaba a pensar en grande.

«Organizó un sistema de trabajo intenso y le daba prioridad   a las tareas más importantes, con el pensamiento siempre puesto en el pueblo, en el intercambio con las masas, a las cuales le gustaba   escuchar, dar argumentos.

«Yo, en lo personal, aprendí­ mucho de sus métodos y su estilo personal de hacer las cosas.

«Trabajamos muy unidos, exigí­a y controlaba duro, pero dejaba que nos desarrolláramos y creáramos.

«Lo caracterizó su justeza y su firmeza de  principio, que te inspiraban a darlo todo.

«Yo afirmo que Dí­az-Canel es un magní­fico cuadro y un ser humano intachable.

«Recuerdo aquellas intensas jornadas nocturnas que compartí­ con él visitando lugares, que de alguna manera impactaban en la calidad de vida del pueblo. También cómo compartí­a los triunfos estimulándonos a todos a seguir.

«Dí­az-Canel es un buen soldado de la Revolución, un buen amigo y un extraordinario jefe ».

 

El humanismo, su mayor virtud

«A  Miguel Dí­az-Canel lo caracterizan sus valores y principios revolucionarios, su   constante superación en todas las ramas del saber, su capacidad para desarrollar cualquier actividad, su cultura del detalle.

«Lo conocí­ en mi labor desde el año 1982 al 1999 en la dirección del Partido en Villa Clara. Yo era primer secretario en el municipio de Manicaragua y luego miembro del Buró Provincial, Dí­az estaba como segundo secretario de la UJC provincial. Se encontraba en la tarea de los Joven Clubs de Computación y en la inauguración del de Manicaragua comenzaron nuestras relaciones de trabajo y amistad.

Miguel Dí­az-Canel en Empresa Comercializadora del Ministerio de la Industria Sideromecánica.
Ricaño (en el centro) junto a Dí­az-Canel en la Empresa Comercializadora del Ministerio de la Industria Sideromecánica. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«La máxima dirección del PCC en el paí­s lo designa como miembro profesional del Buró Provincial en Villa Clara, para atender la esfera de los Servicios, y posteriormente es promovido a primer secretario. Siempre se ha distinguido por ser un dirigente humano, solidario, emprendedor, disciplinado, honesto y fidelista. En su faena diaria se caracterizaba por su ví­nculo con la base, con sus subordinados,  y  los persuadí­a del porqué de las tareas, de generar nuevas ideas y de la unidad de todos juntos al PCC, Fidel y Raúl.

«Tení­a un sistema de trabajo basado en la importancia de la unidad y el trabajo en equipo, para el logro de una objetiva planificación.

«En el perí­odo especial el Partido se ocupaba de todo lo que acontecí­a en la provincia, tení­amos muchas limitaciones y habí­a que estar en el centro de las decisiones que se adoptaban, por ejemplo, la distribución de alimentos, combustible, bicicletas para los trabajadores y la racionalidad en los apagones. En todas esas cosas estaba presente y mantuvo una conducta ejemplar y combatí­a toda manifestación de individualismo.

«Su mayor virtud es el humanismo. Es una persona que siente los problemas de los demás como propios, afectuoso y comprensivo, en sus relaciones con los compañeros reina un clima de confianza, respeto y amistad. Nos escuchaba y nos permití­a dar nuestros criterios y opiniones, participaba en la solución de los problemas con gran capacidad para enfrentar los obstáculos y encontrarles soluciones. Es un fiel defensor de la   Revolución, yo te dirí­a que si alguien ha tenido una conducta consecuente con la Revolución ese ha sido Dí­az-Canel.

«En el perí­odo especial tení­amos escasez de combustible   y el traslado a los trabajos voluntarios los domingos se hací­a en bicicletas desde el parquecito del Ferrocarril hasta la Empresa Cultivos Varios del Yabú, algunos nos tildaban de locos. Él siempre encabezaba cada movilización ».

Sergio Ramón Ricaño Pérez, exmiembro del Buró Provincial del Partido en Villa Clara, actual representante del   Gobierno en la cayerí­a norte.

   

« ¡Esta tarea no te la da el amigo, es una tarea de la Revolución! »

«Conocí­ a Migue (como le decimos cariñosamente) en los años  que estudiaba Ingenierí­a en la Universidad Central. Yo era parte del Comité de la UJC y la dirección de la FEU, y sabí­amos de su trabajo en el Comité Nacional de la UJC.

«En 1989, años más tarde, cumplí­a el   servicio social en la Fábrica de Arados Anastasio Cárdenas, de Camajuaní­, como recién graduada. Mi hijo solo tení­a un año y me solicita ayuda para que trabajara en la dirección de la UJC del municipio de Camajuaní­. Le dije que no podí­a y creo que aún no me perdona aquella respuesta.

Miguel Dí­az-Canel en el Consejo Nacional de la FEEM, en el año 2000.
Dí­az-Canel junto a Miosotys en el Consejo Nacional de la FEEM en febrero del 2000. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«En 1991 comienzo a trabajar como cuadro del Partido en Camajuaní­, y poco tiempo después nombran a Dí­az-Canel como primer secretario del PCC en la provincia. Alexis Melgarejo entonces fungí­a como secretario del Partido en el municipio de Camajuaní­. Una mañana de domingo, después de un trabajo voluntario, nos convoca   a su oficina y nos informa una   decisión del Buró Provincial, yo serí­a propuesta para primera secretaria y Alexis pasaba a la esfera agropecuaria en el Buró Provincial del Partido. Recuerdo que quise replicar y solo me dijo: “ ¡Esta tarea no te la da el amigo, es una tarea de la Revolución!, no tienes derecho a decir que no puedes”. Fue muy firme en sus palabras. Sentí­, por vez primera, que era un jefe comprometido con las decisiones.

«Como primer secretario lo distinguí­a su ejemplaridad personal, constancia y exigencia, sistema y método de trabajo, y el humanismo   y cultura del detalle en todo lo que organizaba.

«El trabajo del Partido se organizaba por objetivos a todos los niveles de la estructura partidista. Junto al Gobierno se organizaban las prioridades de trabajo del territorio para cada año.

«En los análisis de esta estrategia participaban las organizaciones de masas, los jefes del MININT y las FAR, además de la Escuela Provincial del Partido y los jefes de los medios de comunicación.

«Se discutí­a en sesiones de trabajo, en función de los intereses del pueblo y las necesidades de los diferentes sectores de la economí­a y de las estructuras partidistas.

«Era un ejercicio colectivo de análisis y discusión donde todos crecí­amos y se establecí­a el método y cronograma de chequeo de lo planteado, que se cumplí­a con rigor y de forma ordenada.

«Trimestralmente se reuní­a en cada municipio con las direcciones de los núcleos y la dirección de Gobierno y del Partido para analizar la marcha de la provincia. Eran clases de preparación y orientación para cuadros y secretarios. Me impactaba mucho que todos sentí­amos la necesidad de escribir en nuestras agendas sus orientaciones.  

«Con él  el trabajo era intenso y agotador, pero fructí­fero siempre. Su mayor virtud es la firmeza, entrega, la disciplina y la constancia. Como persona siempre fue sencillo, compañero, amigo, ético.

«En las tribunas abiertas que se realizaban como parte de la batalla del pueblo por el regreso de Elián, era muy exigente con lo que se presentarí­a. No pocas veces no aceptó las propuestas de guiones artí­sticos que proponí­amos. Le parecí­a que no habí­amos hecho una buena elección   de artistas, etc., lo que implicaba otras madrugadas de trabajo para mi equipo ».

Miosotys Jiménez, miembro del Buró Provincial del Partido durante la etapa de trabajo de Miguel Dí­az-Canel como primer secretario del PCC en Villa Clara.  

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