Desde hace varias intervenciones, y en la propia clausura del III Período Ordinario de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente de los Consejos de Estado y Ministros y diputado por Santa Clara, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ha venido enfatizando en un concepto genuinamente revolucionario que ha calado hondo en el pueblo: pensar como país.
Y es que siempre se ha tratado de lo mismo, tanto en la Cuba pasada, en la de hoy y en la que proyectamos para el futuro: anteponer el interés patrio y colectivo por encima del individual y egoísta, ese que lamentablemente prevaleció en no pocas ocasiones a lo largo de nuestra historia, con funestas consecuencias.
Un concepto que apela a la moral y a la honra de cada compatriota para ser más altruistas, solidarios y dados al prójimo. En otras palabras; un situarse éticamente por encima de mezquinos intereses individuales y de beneficio personal, y defender un país socialista, soberano e independiente basado en la prosperidad y el bienestar colectivos, en franca armonía con el medio ambiente y con una justa y equitativa distribución de la riqueza.
Interiorizarlo hasta convertirlo en una manera de actuar y no en mera consigna vacía, sería un paso de avance significativo en el campo de las ideas, pues, junto a los conceptos de Revolución del Comandante en Jefe y el Sí se puede, de Raúl, el «pensar como país », deviene en derrotero esencial de la labor ideológica de la Revolución en los complejos tiempos que corren de ofensiva reaccionaria y conservadora.
En palabras del presidente Díaz-Canel se trata justamente de conjugar los intereses personales y familiares, con los sociales, por encima de vanidades, egoísmos y de actitudes irresponsables. «Tenemos que pensar a Cuba », ha enfatizado en reiteradas ocasiones.
Una apelación a la conciencia que debe ir aparejada, con el fortalecimiento de la institucionalidad, robustecida en estos días de intensa labor parlamentaria con la aprobación de la Ley de Símbolos Nacionales, la Ley Electoral y la Ley de Pesca; sumados otros tantos temas como la informatización de la sociedad, el desarrollo del comercio electrónico y la dinámica poblacional.
Hoy se modela la Cuba del futuro. Un camino arduo a recorrer donde pensar como país, más que necesario, resulta imprescindible.