Hoy en Villa Clara la comida escasea, y el problema alimentario se ha convertido en el dilema número uno del día a día del villaclareño; por lo tanto, afirmar que es un asunto de seguridad nacional se convierte en verdad de Perogrullo.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Lamentablemente factores de diversa índole gravitan sobre el asunto, desde los de carácter objetivo el bloqueo económico asfixiante y la falta de insumos hasta otros subjetivos, relacionados con factores organizativos alrededor de la comercialización y la falta de control de los destinos de las producciones agrícolas, un verdadero colador por donde escapan hacia los revendedores y acaparadores de siempre, quienes aprovechan esas fallas para enriquecerse a costa de las necesidades del pueblo.
A ello se suma el incremento acelerado y nocivo de los precios, consecuencias de una demanda muy por encima de la oferta, la cual favorece ese actuar inescrupuloso de no pocos, pues aunque la voluntad política del Estado ha sido mantenerlos inalterables, las leyes despiadadas del mercado los han puesto por las nubes.
Por eso, todo lo que se haga en función de incentivar la producción alimentaria será bienvenido. Mucho más en las condiciones actuales de pandemia mundial, donde nadie duda de que saldremos vencedores frente al nuevo coronavirus; pero no todos piensan igual con respecto a la situación de la comida que llevamos al plato cada día.
Importante rol en el logro de ese objetivo lo desempeñan las cooperativas de producción agropecuaria, envueltas por estos días en un proceso de discusión productor a productor para incrementar los volúmenes de alimentos, pues son estas las que aportan más de 80 % de las viandas, por encima del 70 % de las hortalizas, así como cifras semejantes o superiores en el frijol, el maíz, entre otros cultivos de primera necesidad.
Acá en la provincia están previstas realizar hasta el día 20 de julio un total de 217 asambleas, y aunque todavía la mayoría están por efectuarse, la tendencia, hasta la fecha, corrobora la voluntad de nuestros campesinos de elevar sus compromisos productivos y responder, como siempre lo han hecho, al llamado que se les hace. No obstante, han aparecido reclamos que precisan ser escuchados, pues el éxito del proceso estará en la conjunción armónica de todo ello.
Cierto resulta que todavía la tierra no se explota de manera eficiente, con un alto porciento sin producir e infestadas de marabú; también es verdad que no se optimiza tan preciado recurso con la adecuada rotación e intercalamiento de cultivos. Se suma, además, la insuficiente siembra de viandas necesarias en la dieta del cubano, entre ellas, la yuca, el plátano y el boniato, por lo que su presencia en placitas y mercados resulta escasa o nula.
En los encuentros los agricultores han reconocido que aún prevalece una deficiente contratación, lo cual ha impedido llegar a cada uno de los productores y convenir con ellos todo su potencial productivo. A su vez, aseguran que en no pocas ocasiones el desvío de las cosechas y su falta de control han provocado hechos delictivos, como los denunciados en los últimos tiempos, incompatibles con las virtudes y cualidades morales de nuestros hombres del campo.
No es menos cierto que también ha faltado atención a los campesinos por las diversas estructuras de la Agricultura y de los gobiernos municipales, y un trabajo más efectivo de las organizaciones de base de la ANAP, algo que busca solucionar este proceso.
Dentro de los reclamos más recurrentes están las insatisfacciones planteadas en la asamblea de la CCS Raúl Torres, en Camajuaní, con relación a los precios de Acopio de algunas producciones, que les deja poco margen comercial a las cooperativas, unido al desconocimiento de los nuevos precios establecidos por dicha entidad a unos 11 productos.
Además, los cooperativistas de la «Crescencio Valdés », en Encrucijada, se refirieron a dificultades con la compra de novillas y los impagos del ganado, sumado a la situación del agua para la siembra de arroz.
Otro problema que ha generado a lo largo de los años no pocas controversias en Villa Clara es el del ajo, pues los campesinos se quejan de que Acopio no lo compra. Causa de no pocas ilegalidades y hechos delictivos de alto impacto en otros momentos, como el reciente caso de las cebollas transmitido por la Televisión Nacional, pues se les buscan otros destinos en el mercado negro.
Existen otras problemáticas muy puntuales en uno u otro lugar, pero hasta el momento, de acuerdo con lo apreciado en las reuniones, predomina la voluntad política de encontrarles soluciones a todas esas deficiencias o, al menos, minimizar sus negativas consecuencias.
Algo sí ha quedado claro entre los campesinos, y es lo esencial, vamos a tener lo que seamos capaces de producir con nuestro esfuerzo y con los recursos disponibles. Por eso, hoy se impone sembrar más y diversificar las producciones, así como realizar contratos de calidad, ajustados al potencial productivo de cada cual, y venderle al Estado las producciones para su comercialización.
De ello dependerá la efectividad de estas discusiones, pero, sobre todo, la existencia de la tan necesaria comida. No olvidemos lo afirmado por el General de Ejército y primer secretario del Partido, Raúl Castro Ruz, cuando advertía que los frijoles eran tan importantes como los cañones, y eso, en los tiempos actuales, cobra aún mayor vigencia.