«El bajo peso del pan es una violación grave de la disciplina laboral y constituye un engaño al consumidor », dice textualmente la Acción No. 7 como respuesta al acuerdo 516-XI aprobado por la Asamblea Provincial del Poder Popular para encargar al Consejo de la Administración Provincial a que adopte las medidas que correspondan, con el fin de que la Dirección Provincial de la Empresa Provincial Productora de Alimentos de conjunto con los consejos de la administración municipales ejecute una lista de tareas.
En el documento presentado a la XXIII sesión ordinaria del XI Período de Mandato de la Asamblea en Villa Clara, se informa que en junio y julio realizaron intercambios donde recogieron 10 pronunciamientos para mejorar la calidad de los productos.
El informe señala que hubo 1298 asistentes, el 70 % de los trabajadores de las 14 unidades empresariales de base de producción, así como todos los administradores y maestros panaderos y dulceros.
Si oyéramos las tertulias callejeras, seguramente habría, no una decena, sino cientos de pronunciamientos sobre asunto tan envejecido como la falta de peso, sin contar los abundantes criterios sobre el incumplimiento de parámetros de calidad relacionados con el sabor y la apariencia del pan.
Al respecto, un colega recordó que en los años 70 del siglo pasado los productores solían achacar los problemas a la materia prima. Entonces se convocó una competencia de panaderos cuyos resultados evidenciaron que los frutos de la emulación tenían mejor calidad, independientemente de que fueran confeccionados por los perdedores.
Y por supuesto: en todos los casos eran superiores a las producciones diarias aunque la harina, el aceite, el agua y la levadura fueran las mismas de siempre, al igual que los panaderos.
Suponiendo que los actuales ingredientes sean los peores del mundo, resulta imposible que ello sea determinante en que alguien agregue gramos y kilogramos de menos nunca de más para elaborar un pan sin el gramaje requerido.
Sin dudas, este asunto no atañe exclusivamente al mejoramiento de los envases en panaderías y bodegas, ni al cumplimiento de las normas de higiene, sino a la aplicación de lo establecido en el reglamento disciplinario ante un hecho calificado de violación grave y que no requiere medios sofisticados, caros ni complejos para detectarlos, pues se sabe cuál panadería abasteció a una bodega y quienes fueron los productores.
La prueba de la violación grave de la disciplina laboral y el engaño al consumidor es el propio pan deficiente que se distribuye a la vista de todos, aunque se fabrique cuando la mayoría duerme.
Y mientras se consigue incrementar el ingrediente de la honestidad y la laboriosidad, las sanciones pueden ser un buen estímulo para restablecer la disciplina, que se ha ido perdiendo de una década a otra desde hace bastante tiempo en este asunto del pan con faltante de peso.