Espacio público y hoteles en Santa Clara

Villa Clara reacondiciona viejos hoteles, en la antesala de la Feria Internacional de Turismo; pero hay que preservar el valor patrimonial y la historia.

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Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
71086
20 Julio 2017
Fachada del Hotel Central, en Santa Clara.
Cercas y plantas ornamentales han sido ubicadas en el portal del Hotel Central. (Foto: Luis Machado Ordext)

¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!... Gritan algunos transeúntes que observan cómo el espacio público del tejido urbano de Santa Clara se constreñirá en cualquier momento con la apertura de un vistoso hotel en las inmediaciones del Parque Vidal, Monumento Nacional.

Al menos ya existen amenazas porque con la reapertura del Hotel Central (1929), los inversionistas situaron cercas de «quita y pon », tipo informales, con plantas ornamentales. De dejarlas permanentes, y cualquiera pensarí­a que así­ ocurrirá, se cortarí­a el paseo por los portales de edificaciones contiguas.

Lamentable error en nombre del turismo, en caso de mantenerlas cuando lleguen los primeros visitantes. También entrarí­a en contradicción con lo estipulado por la Carta de Cracovia de 2000 suscrita por la Unesco para la conservación y restauración del patrimonio construido, principalmente en la «atención total a todos los perí­odos históricos » precedentes.

Todo edificio expresa su historia. Notables son los ubicados en el centro de la ciudad. En los portalones hacia el oeste, por décadas hubo comunicación y continuidad, y cuando único truncaron el recorrido fue en la parte  correspondiente al antiguo Liceo de Villaclara. La rancia aristocracia, con permisos aprobados, efectuaba allí­   sus fiestas esporádicas.

Desde que se eliminaron las barreras racistas y exclusivistas en la plaza concéntrica y aledaña, los portales permanecieron abiertos. Conferirle un sentido contrario serí­a segregación, pero de í­ndole monetaria, y entrarí­a en contradicción con la historia.

No obstante, los moradores de la localidad tienen muy fresco aquella «extraña » clausura de las calles que desembocan en nuestro Parque Vidal. Eso sucedió en diciembre de 1996 en nombre del Plan Director de la Ciudad, y se invocó a la protección a la arquitectura radicada en el lugar, así­ como a beneficios económicos ahorros de combustibles, sociales y culturales.

Hicieron, incluso, hasta un estudio de la cantidad de vehí­culos que transitaban por esas calles. Creo, según cifras de entonces, eran más de 2 400 por hora. Calcule usted en un dí­a, un mes o un año. En tanto las edificaciones siguieron sus paulatinos deterioros, y la contaminación ambiental continuó. En 2010, otra vez el Parque volvió a su normalidad con excepción de los parqueos laterales, aprobados para unos, y de violación en otros.

Parque Vidal, Santa Clara.
Parque Vidal, Santa Clara. (Foto: Rayma Elena)

Válido el recordatorio por lo que llegará con el «Central », y luego con el «Florida ». Bienvenidas las inversiones. Sin embargo, no olvidemos que en la antigua Casa Pérez, convertida después en hotel Camino del Prí­ncipe, en Remedios, cerraron el portal, transformado en «patrimonio » del inmueble. Ahora, con alguna reiteración, se aprecia similar conducta en el Park View, en Santa Clara, donde sitúan sillas y mesas, y expenden refrigerios ligeros. El tránsito queda limitado.

El hombre que tiene ojos para ver la verdad, y la siente por una vez. Con eso basta. En el centro del paí­s ocurre «algo » muy diferente a otras provincias cubanas. Estatales o privados se adueñan o parcelan el espacio común y propio, y ninguna institución toma cartas en el asunto. Las aceras, inherentes al transeúnte, tienen un socorrido lugar para habituales colas. Es lo común.

Son lugares que antes y después deben preservar el sentido y carácter de identidad de las ciudades del interior en su justo reconocimiento urbano, cultural y patrimonial. Eso no tiene discusiones.

Hay que corregir los impulsos, con regulación y normativas no al estilo de la pérdida que llegó en favor del Hotel América, instalación que se agenció el antiguo Parque del Humor  Chaflán nombre artí­stico del humorista Argelio Garcí­a Rodrí­guez, después sitial de Honor de obreros, profesionales y campesinos destacados de la provincia.

Hotel América, de Santa Clara.
El Parque del Humor desapareció, para acoger instalaciones del Hotel América. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Eusebio Leal Spengler, meses atrás al abordar particularidades de nuestros procesos republicanos remarcó en una frase: «Nosotros podemos explicar la historia; lo que no podemos hacer es borrarla ».

Sin cultura, el turismo jamás será un todo aunque constituya la locomotora de la economí­a cubana en un contexto que tiende a generalizar el espacio público de uso privado. Esos terrenos, aunque generen ganancias para el paí­s, no son expresión de una correcta apropiación social y colectiva cuando se cercena el espacio urbano.

Reconocer el carácter de identidad, implica respetar y conservar la memoria pasada y presente de los habitantes que conforman un conglomerado humano dispuesto a moverse de un lugar a otro sin obstáculos. Santa Clara, como Remedios, Caibarién o Sagua la Grande, por desgracia, no tiene muchas plazas o espacios de libre curso en  edificaciones contiguas. Desunirlos ahora serí­a empobrecer el entorno urbaní­stico y su aspecto social.

Otro tópico análogo es la historia. Observé que una vivienda, remozada después su fachada,   y convertida en hostal de Santa Clara, le retiraron tarja que rememora pasajes de identidad cultural. Espero que no eliminen las dos placas existentes en lo que será el «Florida », la ecléctica edificación surgida en 1924 y ampliada tres lustros después. Hago referencia a una que recrea el paso de los Moncadistas por allí­, así­ como otra que sitúa a la Farmacia La Salud, como punto de reunión de conspiradores que en 1869 tomaron el camino de la manigua villareña.

Tendremos que contener los excesos en contraste de la ronda infantil El patio de mi casa: «Agáchate/ y vuélvete a agachar/ que los agachaditos/ no saben bailar ». A excelente entendedor, pocas palabras. Con reiteración algunos especialistas colocan la «n » al final cuando «bautizan » al hotel Cosmopolita (1918), de Camajuaní­, en proyecto de recuperación después que en 1987 fue deshabilitado.

No, el verdadero nombre jamás llevó la undécima consonante de nuestro idioma. De igual modo, en Santa Clara jamás existió un centro de alojamiento que titularan Telégrafo, solo existentes en Sagua la Grande y Cienfuegos.

Recordar ahora al filósofo español José Ortega y Gasset es vital: el espacio público, en esencia, marca la historia de una ciudad: la nuestra.  

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