Primero virtual que sencilla

Internet tiene una temible habilidad: lo que se publica en Facebook, en Facebook se queda.

Compartir

Selena Gómez y Taylor Swift
Selena Gómez y Taylor Swift, las dos estrellas con más cantidad de seguidores en la red social Instagram. (Foto tomada de Internet)
Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
6302
05 Abril 2017

Cuando el pasado tres de octubre cinco desconocidos armados ocuparon la habitación del parisino Hotel Pourtalées en la que se alojaba Kim Kardashian musa indiscutible de la red social Instagram, socialité y protagonista de un reality show que describe su vida y la de su famlia, la propietaria del trasero más rentable y fotografiado de la industria del entretenimiento solo pudo imaginar dos posibles desenlaces: o la violaban o le pegaban un tiro en la cabeza.

Por fortuna, la segunda hija del clan Kardashian solo tuvo que lamentar el terrible susto y el robo de varias de sus joyas, cuyo importe sobrepasaba los diez millones de euros. Sin embargo, la maledicencia pública mostró, más que sorpresa, cierto regocijo. «Se lo merece, por exhibicionista »; «si presumes ante el mundo de lujos y abundancia no puedes asumir que no corres riesgos »; «nadie te obliga a publicar todo lo que haces, comes y compras », fueron algunos de los mensajes que en Twitter, Facebook y otras redes se leyeron en los dí­as posteriores al asalto.

A la gente le costó bastante el valorar   el caso desde una perspectiva neutral. Pocos reconocieron en la delincuencia y la ambición el estí­mulo verdadero tras el atraco, mientras que una mayorí­a machista (incluidos por igual hombres y mujeres), recepcionó la noticia como si se tratara de una consecuencia natural, deducible y, lo peor de todo, justa.

Kim Kardashian
Instagram se revolvió en enero, cuando uno de los estilistas de Kim Kardashian compartió, «inocentemente », varias fotos inesperadas. « ¿Piensan que solo trabajo en el rostro? », escribió en la red social, mientras mostraba cómo maquilla los glúteos y genitales de la estrella, quien sufre de psoriasis y no se permite salir en público sin una apariencia impecable. ¡Se le fue la mano!, digo yo… (Foto tomada de Internet)

No obstante, el hecho no pasó como un suceso aislado. En los   meses siguientes no se supo de Kim en ninguno de sus espacios digitales. Pero una semana atrás, nuevamente, expuso su intimidad ante el mundo, esta vez, de una manera desconocida, espontánea, humana… «No desearí­a nunca a nadie que pasara por lo que yo pasé ».

Pues sí­, más que su cuerpoque es a lo único que acostumbró a sus fanáticos la diva de Internet hubo de reconocer, desde la sinceridad de su alma, cuán sobreexpuestos y vulnerables somos.

Sin embargo, 64 millones de seguidores en Instagram no le han valido a Kim Kardashian para ubicarla en el primer puesto de esta red social. Selena Gómez, cantante y actriz texana de 24 años, la supera en ocho millones de fans, a pesar de que sus fotografí­as no muestran ni un 10% de piel, en comparación con las de su compatriota.

Pasarla en grande, reunirse con otros famosos, mostrarse sexy o infantil (incluso, ambas poses a la vez) y, de vez en vez, asegurarse de que todo el planeta se entere de que la antigua chica Disney ya creció vistiendo lencerí­a de lujo o lamiendo sugerentemente una paleta de caramelo constituyen un resumen de su estrategia de ventas, cuyo producto fundamental no podrí­a ser mejor: ella misma.

Por supuesto, la rutina de toda estrella que se respete incluye ciclos de escándalos y trapos sucios. La Gómez ya sobrevivió a una filtración de fotos í­ntimas en el 2014 aún muchos se cuestionan si el asunto de los desnudos no serí­a más marketing que casualidad a dos temporadas de tórrido romance con Justin Bieber, así­ como a los rumores de que la chica se ha convertido en una destroza-hogares de armas tomar: un par de años atrás, se le relacionó con el actor Orlando Bloom, entonces pareja de la top model Miranda Kerr, y más recientemente como causa del publicitado divorcio del imperio Brad Pitt- Angelina Jolie.

Jennifer Lawrence
Rihanna
Emma Watson
Jennifer Lawrence, Rihanna y, más recientemente, Emma Watson, son algunas de las estrellas cuyas imágenes privadas han sido expuestas en Internet debido al hackeo de sus teléfonos móviles. Una vez más, las mujeres llevan las de perder en un mundo donde la intimidad es mercancí­a. (Fotos tomadas de Internet)

Sin embargo, la fama dota de la redentora condición de hacerse más grande mientras peores parezcan las circunstancias. Salpicarse de chismorreo para luego resurgir como ave fénix, he ahí­ la clave. Por ello, y tras compilar noticias y estadí­sticas del universo de la farándula, puedo compartir mis conclusiones con ustedes.

Primera: de los imprevistos se pueden sacar millones de dólares.

Segunda: muchas veces, esos «imprevistos » se planifican para acaparar portadas.

Tercera: si no quieres que te olviden, ¡hazte sentir!

O sea, casi todo está pensado, salvo expresiones de legí­tima indignación como las de Jennifer Lawrence (Katnis Everdeen en   Los Juegos del Hambre), Kristen Dunst (Mary Jane, la novia de Spiderman en todas las pelí­culas de la saga) la cantante Avril Lavigne  o la modelo Kate Upton, ví­ctimas en el 2014 de un hackeo cibernético que coló en Internet cientos de sus fotos más personales incluidas escenas privadas con sus parejas, desnudos, etc. .

Y dejé para última la cuarta conclusión, o cuestionamiento, como quieran definirlo. De hecho,   esta resulta una derivación de las tres anteriores, pero aplicada a los «normales ».

¿Cuál es la motivación tras el afán por reseñar todos los detalles de nuestra vida diaria? Porque exactamente eso hacemos, ya que a pesar de los precios y molestias de la wifi, cientos de miles, en su mayorí­a jóvenes, se conectan a diario en Cuba. No para leer una página de noticias, no para descargar un libro; quien no «habita » en el reino de Facebook existe a medias.

Y todo eso sin otra ganancia que la de decir: « ¡hey!, yo también puedo hacerme un selfi de estrella ».

Los pies en la tierra y la cabeza en la red

Según los resultados de la Encuesta Nacional de Medios, realizada en 2011 por el Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Cubano de Radio y Televisión, así­ como el pesquisaje del Grupo de Estudios sobre Juventud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) que analizó a principios del 2012 una muestra significativa de jóvenes habaneros   existen diferencias muy agudas en cuanto a la posesión, entre este grupo etario, de computadoras personales, teléfonos celulares y otros medios digitales.

De hecho, ello condiciona uno de los frentes más emergentes de la percepción de desigualdad social, dada la brecha digital entre grupos juveniles capitalinos y los del «interior ». Súmele a ello que, desde el verano del 2015 y hasta la actualidad, suman más de 150 las zonas wifis del paí­s, ubicadas en parques y zonas urbanas de alta afluencia. Las «áreas verdes », por tanto, aún se mantienen a la zaga en la pasión por los Me gusta.

No obstante, quienes sí­ acceden saben sacarle el zumo a su tarjeta de navegación. Magdalena Medina, madre santaclareña de un adolescente de 16 años, no sabe qué esperar del furor facebookiano.

«Mi hijo prefiere ahorrar el dinero que le damos para que almuerce, pues está en el pre y la casa le queda lejos, con tal de comprarse una tarjeta y sentarse a “navegar” en el parque. Yo sé que están en la edad de exhibirse y de preocuparse por su apariencia, pero la inmadurez les impide darse cuenta de que le están regalando su privacidad a miles de extraños.

«Todo me parece tan fingido, incluso, tan risible. A mi esposo casi le da un ataque cuando lo vio ensayando una mirada en el espejo; dice que esa es la de los selfis. ¡Y las madres de las hembras lo pasan peor! Todas iguales, con los mismos creyones chillones y agrupadas en una foto para poner “boquitas” y enseñar el escote. ¡Lo hacen hasta con el uniforme de secundaria o preuniversitario! Al ritmo que vamos, nos esperan muchas sorpresas desagradables ».

En el artí­culo Prácticas culturales en jóvenes universitarios cubanos,   publicado en el Número 16(enero-junio 2017) de la revista Trilogí­a, un grupo de sociólogos y psicólogos cubanos establecen un ví­nculo mediato entre comportamientos, hábitos de consumo y relaciones sociales.

« La juventud cuenta hoy con más destrezas para la sociedad de la comunicación y menos opciones de autonomí­a. Los jóvenes cuentan con capacidades que los adultos carecen y que resultan difí­ciles de alcanzar, para insertarse en los nuevos desafí­os de la comunicación (…).

« Al mismo tiempo, la juventud se ha apropiado de autonomí­as propias de la sociedad moderna y postmoderna, con superiores í­ndices de expectativas que las generaciones precedentes, nacidas y desarrolladas bajo patrones tradicionales, formas conductuales, comportamientos e imaginarios sellados con la marca de su época ».

Amanda Seyfried
Amanda Seyfried, protagonista de Mamma Mia junto a Meryl Streep, debió tomar medidas judiciales tras la aparición de fotos privadas suyas en el sitio digital 4Chan. El hackeo a su teléfono móvil derivó en la develación de desnudos e imágenes con contenido sexual, hecho que afectó sobremanera a la actriz, que se encuentra embarazada de su primer hijo. (Foto tomada de Internet)

Ya entendimos. Los jóvenes resultan los mejores conejillos de Indias, en un sentido nada despectivo, para evaluar el impacto de los fenómenos sociales. Pros y contras aparte, tampoco deberí­amos desdeñar algo tan elemental como el sentido común, pues Internet tiene una temible habilidad: lo que se publica en Facebook, en Facebook se queda.

Ups, ¡Lo publiqué!

«Las tendencias de exposición de la intimidad que proliferan hoy en dí­a –no sólo en Internet, también en todos los medios y en la espectacularización diaria de la vida cotidiana– no evidencian una mera invasión de la esfera privada, sino un fenómeno completamente novedoso. Las nuevas prácticas expresan un deseo de evasión de la propia intimidad, una mera tendencia de exhibirse y de hablar de uno mismo. En vez de miedo ante una eventual invasión, fuertes ansias de forzar voluntariamente los lí­mites del espacio privado para mostrar la propia intimidad, para hacerla pública y visible ».

Carmen Sabater Hernández, socióloga y politóloga de la Universidad de La Rioja, describe de esta manera la tendencia de ventilar nuestra individualidad en las redes sociales. Además, incorpora al ruedo un nuevo término, la extimidad, referido a la necesidad de sobreexponerse en la visibilidad de la «pantalla global ».

Pero así­ vamos. Publicando fotos de los pañales sucios de nuestros hijos, mostrándole la lengua al mundo, empinando la «popa » para arrancar comentarios, enviando saludos desde el inodoro. Lo gracioso es que quien no lo hace pasa como un fantasma, y los lí­mites entre el espacio real donde normalmente no trascendemos lo común y el «trono » virtual en el que nos coronamos como estrellas gráficas, se estrechan tanto que uno amenaza con desplazar al otro.

Que no llegue el dí­a en que el mundo se replete de gente y emociones editadas por Candy Camera, porque no sabremos distinguir entre falsos y genuinos. Perdón, ese dí­a ya llegó, con la diferencia de que para unos pocos «elegidos » se traduce en millones, mientras que la mayorí­a lo hace por simple adicción.

Recuérdenlo la próxima vez que les sobrevenga un acceso de lástima por la «fuga » de imágenes í­ntimas de un famoso, pues lo que a ellos les alza el nombre, nos destroza el futuro a los simples mortales.

Comentar