Las especies invasoras son animales, plantas u otros organismos, generalmente transportados e introducidos por el ser humano en lugares fuera de su área de distribución natural, que han conseguido establecerse y dispersarse en la nueva región, donde resultan dañinos. Los «invasores » producen cambios importantes en la composición, la estructura o los procesos de los ecosistemas naturales o seminaturales, y ponen en peligro la diversidad biológica nativa.
El caracol gigante africano o Achatina fulica es considerado una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, según la lista elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto se debe a su alta resistencia a variables ambientales, su crecimiento corporal acelerado, su dieta polífaga de más de 200 especies de plantas, entre ellas, varios cultivos (cítricos, coco, plátano, arroz, hortalizas, ornamentales, entre otros), además de materia orgánica en descomposición, y a su alto potencial reproductivo, que favorece su dispersión.
Los primeros informes de la presencia de esta especie en el país fueron realizados por la Dirección del Centro Nacional de Sanidad Vegetal y el Laboratorio de Malacología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) en enero de 2014 y publicado en ese mismo año en la revista Molluscan Research.
Según manifestó al diario Granma el doctor en Ciencias Biológicas Antonio Alejandro Vázquez Perera, jefe del Laboratorio de Malacología del IPK: «Los estudios realizados por nuestro equipo de trabajo y publicados en la revista Biological Invasions han permitido asociar la expansión de esta especie invasiva con prácticas religiosas yoruba, a través de introducciones incidentales con estos fines. Hasta el momento, nuestro equipo ha podido confirmar la presencia de este caracol en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque, aunque no dudamos que se haya extendido a otras provincias, pues las invasiones biológicas generalmente comienzan de forma inadvertida ».
Por su parte, José Reinaldo Mesa García, jefe del Departamento Provincial de Sanidad Vegetal en Villa Clara, aseguró a Vanguardia que en la provincia de La Habana fue donde primero se detectó, específicamente en el municipio de Arroyo Naranjo. En Villa Clara, hasta el momento, solo se confirma su presencia en el municipio de Placetas.
Ocupante dentro de casa
El «gigante invasor » sigue ganando terreno en Cuba. Desde principios de 2018, Villa Clara se convirtió en la cuarta hospedera del molusco, específicamente, en el municipio de Placetas, donde se confirmó su presencia.

«Acudimos a la manzana 145 en 1 ª. del Norte, entre 5 ª. y 6 ª. del Oeste ante una queja de los vecinos que alegaban la presencia de un caracol muy grande en los canteros y jardines. Hicimos la colecta y lo diagnosticamos como el caracol gigante africano. El IPK confirmó nuestro dictamen, por lo que se comprobó la presencia del molusco en Placetas », reconoce Nerelys Dorta Espinosa, bióloga y máster en enfermedades infecciosas de la Dirección Municipal de Higiene y Epidemiología en Placetas.
Paulatinamente, el caracol se ha trasladado hasta alcanzar un total de 26 manzanas infestadas en el presente en este territorio. En la actualidad, dos zonas se destacan por el nivel de infestación: la primera manzana diagnosticada y otra, en 5 ª. del Oeste entre 5 ª. y 6 ª. del Sur.
Dorta Espinosa manifestó que se han realizado capacitaciones con los delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular para explicar las características y los peligros del caracol gigante africano. Además, se han impartido charlas educativas a los pioneros del círculo de interés y en los consultorios médicos con el fin de evitar cualquier tipo de contagio, minimizar su propagación y el consecuente daño que puede causar a la agricultura. A su vez, los especialistas precisaron la forma correcta de eliminarlo y de chequear los lugares donde ha sido detectado.
Pese a la labor de divulgación realizada hasta el momento, este equipo de prensa pudo percatarse del desconocimiento de la población placeteña sobre los riesgos asociados a este «invasor ». Los vecinos de las áreas infestadas manipulan sin mayor cuidado los ejemplares del caracol africano y manifiestan no tener conocimientos sobre el tema. «Nadie ha venido a explicarme nada sobre los peligros que trae este caracol, solo puedo decir que son muchos los muchachos que se llevan jabas llenas para utilizarlos como carnada para pescar », comenta Leandro Campillo, vecino de la manzana 145 en 1 ª. del Norte entre 5 ª. y 6 ª. del Oeste.

El incremento de la preparación de los habitantes sobre los rasgos fundamentales de esta especie será decisivo para el enfrentamiento a las amenazas que puede traer consigo en las comunidades.
Más allá del impacto que puede ocasionar sobre la flora y la fauna nativas, desplazando a las poblaciones de caracoles autóctonos de un territorio para competir por el mismo hábitat, también puede convertirse en una plaga, y actuar como vector de parásitos de importancia médica y veterinaria.
Características del «invasor »
Originario del este de ífrica, este molusco se ha diseminado por la mayoría de las zonas tropicales del mundo, entre ellas, Sudamérica y las islas del Pacífico. El caracol gigante africano es una especie terrestre, cuyos adultos pueden presentar una concha de hasta 10 centímetros de longitud como promedio, pero pueden alcanzar los 20 centímetros de largo y 10 centímetros de ancho. Dicha concha tiene forma cónica, de color marrón, con bandas longitudinales marrón claras y oscuras.
Características morfológicas del caracol gigante africano:

Su condición hermafrodita posibilita la capacidad de generar óvulos y espermatozoides simultáneamente. Sin embargo, para lograr la fecundación necesita copular con otro individuo de su misma especie, mediante uniones múltiples en época reproductiva sin estacionalidad marcada. Los huevos son depositados en el suelo y enterrados hasta 25 cm de la superficie. Las puestas pueden llegar a tener hasta 600 huevos de medio centímetro de diámetro y son de color amarillento. Como promedio realizan de cinco a seis puestas en época reproductiva, con 100 huevos cada una. Llegan a la madurez sexual entre los cuatro y seis meses de vida, y alcanzan una longevidad de hasta nueve años.

Al mismo tiempo, carece de enemigos naturales específicos y posee gran resistencia a las variables ambientales. No obstante, su principal riesgo para la salud humana y animal resulta la posibilidad de actuar como huésped de nematodos, parásitos alojados en los tejidos fibromusculares y en las secreciones de baba del caracol gigante africano. Dichos nematodos pueden causar meningoencefalitis eosinofílica y angiostrongiliasis abdominal en las personas.
«La primera de estas enfermedades produce inflamación de las meninges y el cerebro resultando altamente mortal », asevera la bióloga Dorta Espinosa.
Además, puede ser agente transmisor de la bacteria gramnegativa, Aeromonas hydrophila, causante de diversas afecciones, especialmente en seres humanos con sistemas inmunológicos delicados. Aunque la mayoría de los moluscos terrestres cubanos son hospederos de estos parásitos, en esta especie aumenta el índice de transmisión debido a su mayor tamaño y la capacidad de soportar un mayor número de larvas infectantes.
Este nematodo, a pesar de ser un parásito de roedores que utiliza los caracoles como hospederos intermediarios, puede infectar accidentalmente a las personas a través del consumo de vegetales mal lavados o de moluscos crudos, agrega Dorta Espinosa.
Asimismo, su ingestión por mascotas como perros ha causado la muerte de estos últimos. Por otra parte, constituye una importante plaga agrícola para diferentes cultivos, en especial los de carácter familiar. Tales razones contribuyeron a que naciones como España y Estados Unidos consideren ilegal su empleo doméstico.

«No obstante, es necesario entender que, aunque el caracol gigante africano puede ser dañino, no es en lo absoluto venenoso o tóxico al contacto, como muchas personas piensan, y no hace más daño a la salud que cualquier otra especie nativa. Todas las especies de moluscos cubanos pueden ser manipuladas siempre y cuando el mucus o baba del animal no haga contacto con la boca, pues es donde se encuentran las larvas infectantes. El parásito no entra por la piel, y un simple lavado de manos elimina cualquier peligro », aclaró en declaraciones al diario Granma el Dr. Vázquez Perera.
La fauna de moluscos en Cuba se considera una de las más diversas del mundo con un endemismo que alcanza el 95 % en sus representantes terrestres. Esta característica llevó al reconocido biólogo estadounidense Henry Pilsbry a declarar a Cuba como el Paraíso de los Malacólogos. Sin embargo, la presencia en algunas zonas del territorio nacional del caracol gigante africano representa una amenaza para el mantenimiento de esta condición en la actualidad.
De acuerdo con documentos de la Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de la Agricultura de Cuba, este molusco no tiene un impacto perjudicial en los cultivos, pues no se detectaron afectaciones en las hojas de las plantas durante visitas realizadas a las áreas infestadas. Aunque sí se apreciaron deterioros en algunos frutos, estos no tuvieron un daño económico elevado.
Al mismo tiempo, se comprobó que el caracol gigante africano no permanece en un solo lugar, tiende a establecerse en cualquier sitio: zonas húmedas del bosque, áreas agrícolas, tierras costeras, bosques naturales o plantados, matorrales, espacios urbanos y humedales.
Ante su probada expansión por varias partes del país, se hace necesario informar a la población sobre las acciones indispensables para su control.
Medidas contra un enemigo
La Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de la Agricultura, de conjunto con el lnstituto de lnvestigaciónde Sanidad Vegetal (lNlSAV), trabaja con el especialista en malacología en el estudio de la dinámica del caracol gigante africano.
Los especialistas recomiendan entre las acciones para combatirlo o erradicarlo varias medidas agrotécnicas, y el control mecánico, químico y físico, entre otros métodos para su eliminación.
«En materia de control mecánico puede recogerse el molusco de forma manual y destruirse con posterioridad, una práctica efectiva en detecciones aisladas o a pequeñas escalas, el empleo de barreras físicas alrededor de las áreas de cultivo como cercas y zanjas a manera de contención temporal, para luego destruir el caracol », plantea Mesa García.
Añadió, además, que sobresale entre las medidas de control químico la colección manual de la especie y sus huevos, introducirlos en una bolsa plástica y adicionarles sal común. Desde el punto de vista del control físico, se sugiere el ahogamiento en un recipiente con agua o someterlos a presión hasta su efectiva eliminación.
En cada uno de los procedimientos anteriores se recomienda el uso de guantes por las personas implicadas. En cuanto a la disposición final de los caracoles colectados vivos o muertos, deben incinerarse, sumergirse en agua hirviendo o enterrarlos en zonas lejanas de fuentes de abasto de agua, ríos, lagunas y arroyos, o de aguas subterráneas de profundidad inferior a los ocho metros. La fosa de enterramiento debe ser excavada en forma de talud y su profundidad debe ser tal que permita cubrir de forma completa los animales por lo menos con un metro de tierra.
Notable importancia alcanzan las acciones de información y capacitación a la población, las cuales deben incrementarse en aras de su conocimiento para el enfrentamiento y erradicación de esta especie exótica invasora presente en Placetas y otras zonas del territorio nacional.