«Como pedrada en ojo de boticario ha venido el proyecto de construcción del acueducto (…) ¿Se hará?, ¿no se hará? Todo el mundo grita que el agua (…) tiene bacterias patógenas; pero (…) nadie se moja y (…) se le ocurre constituir una compañía anónima y encabezarse con ocho o diez mil pesos en acciones ».
Santaclareño que nos lee, ¿le parece esa cita verídica y a tono con los tiempos que corren?. Seguro que sí, pues podría ser una declaración de cualquier citadino de la capital provincial; mas le sorprenderá que corresponde a un artículo del periodista Francisco López Leiva con fecha del 24 de junio de 1894.
Los dilemas del agua en Santa Clara tienen una larga historia de vicisitudes y penurias que se repiten cual agónico déjí vu. Si bien la prensa local siempre se hizo eco del problema, no fue hasta 1915 que la Secretaría de Obras Públicas aprobó el proyecto de construcción del Acueducto, la cual concluyó el 3 de julio de 1919.
Las matemáticas no fallan y una simple cuenta le permitirá deducir que el sistema de conducción del líquido vital en Santa Clara tiene exactamente 100 años de explotación, y aunque se han mejorado algunos tramos, «el municipio nunca ha recibido ningún beneficio de inversiones en el servicio de acueducto », según Julio César Amores Hernández, director provincial de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado.
Actualmente el acueducto de Santa Clara tiene tres sistemas de abasto: el Minerva-Ochoíta, el Hanabanilla-Palmarito y el Gramal-Agabama y los tres se encuentran en servicio, aunque no en óptimas condiciones, por la precaria situación técnica de las conductoras y las bombas que genera un gigantesco nivel de pérdidas. Por ello, la población siente la inestabilidad del servicio tanto en la cantidad como en la calidad.
«En la conductora Hanabanilla estamos presentando alrededor de dos o tres roturas semanales que comprometen el servicio tanto dentro de la ciudad como fuera de ella », declara Amores.
«Tenemos un nivel de salideros importantes como el del puente el Borrotico, el de la carretera de Sakenaf y prolongación de Colón y Circunvalación, y el de Jesús Menéndez y Barcelona. Estamos creando todas las condiciones para tratar de solucionar estas fugas de mayor envergadura ».
Expone el directivo que «el ciclo de suministro en la ciudad está entre seis y ocho días ». Usted, dele el beneficio de la duda y sume o reste días, amén de sus reales períodos de abasto. Conozca que « se pierde un 40 por ciento del agua bombeada por la conductora Hanabanilla y un 30 por ciento de la abastecida por Minerva-Ochoíta ».
Las noticias distan de ser alentadoras pues según Amores Hernández «este año no hay inversiones previstas en la provincia, pasaremos doce meses muy complejos por la situación financiera del país ».
La suerte de los santaclareños pende entonces de financistas extranjeros que amparen el ya existente proyecto de reparación y rehabilitación del acueducto local. En palabras del directivo «se comenzaría por el mejoramiento de la conducción del agua hacia la ciudad, las estaciones de bombeo y rebombeo y las plantas potabilizadoras; después vendría la recuperación de las redes dentro de la urbe ».
El camino deviene largo y escabroso, pero ya se han dado pequeños pasos. Desde el año pasado la Empresa de Acueducto y Alcantarillado trabaja en la rehabilitación de los dos primeros kilómetros desde el tanque de la conductora Hanabanilla hasta Palmarito.
Actualmente, en la provincia, «solo la estación el Hoyo de Manicaragua no tiene bomba, pero se le debe dar solución en el transcurso de esta semana y la siguiente; y se han sumado pipas de agua a los municipios »
Y, de aparecer materias primas, «se continuarán los trabajos en la conductora de Isabela de Sagua, se sustituirán en Santa Clara los tramos que más afectan el suministro, y se montarán nuevas válvulas para mejorar las presiones al servicio que se le presta a Mataguá », expresó Amores Hernández.
«Dar respuestas rápidas, buscar soluciones y alternativas », será la premisa de Acueducto y Alcantarillado para el año en curso. De momento, usted, intente mantener sus depósitos llenos y rece porque alguien «se moje », o mejor, «empape » y financie el proyecto de rehabilitación de las redes de suministro de agua en Santa Clara.