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15 Octubre 2014

La del viernes 14 es una de las tantas tardes en que Israel, Arcilio, Tony, Claudio y Tito salen de pesquerí­a al pedraplén, donde esta vez les sorprende un aguacero que los obliga a permanecer hasta más o menos las 9 y media de la noche, en el punto de guardafronteras inmediato al kilómetro 6 ½.

Cuando escampó todo quedó en calma, la brisa soplaba de tierra a mar y la luna se dejó ver en cuarto creciente. Habí­a que aprovechar porque dentro de dos dí­as estarí­a llena y entonces nada picarí­a. En el kilómetro 12 permanecieron hasta que la luna se ocultó por completo. Exactamente según manifiesta Israel Martí­neza las 3 menos 10 de la madrugada.

arcilio-rodriguez-garciaArcilio Rodrí­guez Garcí­a, joven cubano de solo 34 años de edad, asesinado por terroristas procedentes de Miami. (Foto: tomada de la edición digital del periódico Granma)Luego de recoger los aví­os, con medio saco de pescado, montaron en el Lada y abandonaron satisfechos el sitio de pesquerí­a.

Israel conduce, a su lado va Arcilio; detrás Tony, Claudio y Tito. A unos 500 metros del puesto de guardafronteras, tres hombres les hacen señas para que se detengan. Están vestidos de camuflaje y portan armas largas.

«Pienso que son gente nuestra aunque pronto me percataré de lo contrario. De forma grosera nos ordenan bajar. Yo lo hago por mi puerta; Arcilio, por su derecha, y los de atrás, por la izquierda ». Narra Israel Martí­nez.

«Arcilio le explica al que tiene enfrente que somos gente pací­fica, que estamos autorizados a pescar y que no portamos armas. Sin esperar respuesta nos mandan a replegar hacia las piedras. Obedecemos. Mas, una ráfaga corta a nuestras espaldas nos para en seco. Habí­an matado a Arcilio, que cae a unos cuantos centí­metros del carro. Enseguida uno da la orden de matarnos a todos. No esperamos más y excepto Tony que no sabe nadar y se esconde entre las piedras nos lanzamos al agua.

«Fue un salto increí­ble y salimos ilesos porque otro de los infiltrados parece que atemorizado ya con la muerte de Arciliocontraordena no disparar. Eso, por la parte de ellos, porque los peñascos que hay dentro del agua también pudieron desbaratarnos la cabeza. Incluso, Tony se puso más que dichoso pues el bandido que mató a Arcilio llegó a pararse sobre la misma piedra que lo ocultaba »,

La acción durarí­a unos cuatro minutos. La dirección del viento no dejó oí­r a los del puesto la breve ráfaga de muerte. Desde el agua escuchan cuando ponen en marcha atrás el carro, en el que escapan que a toda velocidad.

Todos salen del mar, comprueban que Arcilio está muerto y se dirigen al puesto. Aquí­ coinciden con otro pescador a quien uno de los infiltrados, apodado El Ninja, le arrebató su bicicleta mientras esperaba a que algo mordiera su anzuelo en el kilómetro 4. Por radio comunican lo ocurrido.

Los tres de Guajabana

En esta cantera, cercana a la entrada del pedraplén, hace su guardia Juan José Pérez Luna. No hace un mes que trabaja allí­ como CVP. Trae en bandolera un fusil M-52. Atento, recorre la extensa área a proteger. Por un momento se detiene detrás de un camión de carga parqueado. Ve luces, avanza hacia el vehí­culo y le hace señas con la mano indicándole que se detenga. A unos 50 centí­metros de la ventanilla delantera derecha pregunta en alta voz:

Compañero, ¿qué hora trae ahí­?

La respuesta es la boca de un AKM apuntándole.

Entrega el arma, esto es una invasión...

¡Qué invasión ni ocho cuartos, déjense de jodederas!

Juan José piensa que se trata de una broma de mal gusto. Pero otra vez la orden y la boca del AKM, que sigue amenazándolo le hacen cambiar de idea.

«Me quito el fusil de la espalda y simulo el gesto del quien va a entregarlo. Mis movimientos son muy lentos, busco obligar al que me apunta a hacer un giro a la derecha, de modo que se desví­e un poco la punta de su arma. Esa fue la fracción de segundo que aproveché para rastrillar mi M-52, al tiempo que de un salto me coloco en la parte posterior del Lada.

«La ráfaga que me tiraron fue suficiente para que yo también les disparara seis tiros. El parabrisas trasero se desbarató, herí­ al chofer en un brazo y al otro, a sedal en la cabeza ».

arcilio-junto-a-sus-hijosArcilio junto a sus hijos Rocí­o, en brazos, y Ernesto. La foto fue tomada en 1990.Juan José les da medio minuto para que salgan del auto, con las manos en la nuca. Ellos mismos se quitan las cananas y avanzan hacia el costado del camión. Uno intenta escapar pero de un gaznatón lo pone en «cuatro patas », posición que mantuvo en su avance hacia el pesado vehí­culo.

¿Quieres mi reloj?, te lo regalo, muchacho.

No necesito reloj para vivir.

Mira que somos parte de una invasión de mil hombres.

No coman mierda, ¡cien mil hombres no caben ni parados en el pedraplén...!

¿Qué recompensa te van a dar por todo esto?

La mejor, quitarles todo lo que traen y desbaratarles los planes.

Luna, soy Macana, no vayas a tirar.Ya está controlado el enemigo. Mientras los mantiene a raya con su viejo fusil en la mano izquierda, con la derecha extrae por la ventanilla del carro un AKM, con el cual dispara una ráfaga al aire para que se escuche en el contingente. Al rato siente pasos y ordena, «al que sea », detenerse y luego avanzar pegado a la loma de rocoso con las manos en alto.

Hasta que no veo caras no conozco a nadie, así­ que dale, dale, pero bien arrima'o a la lomita.

Reconocido su compañero de trabajo, Juan José le alcanza un R-1 de los abandonados en el carro. Minutos después llegan en una camioneta Raúl, el chofer y Osmel, otro CVP.

«Es maravilloso como en nada se formó una especie de milicia popular. Yo no sé qué piensa esa gente. Aquí­ la cosa no es fácil y yo sí­ que se las cepillaba. Les tiré a matar y les vuelvo a tirar porque ellos lo hicieron primero y tení­a que salvar mi pellejo. A mí­ para quitarme un arma hay que matarme y bien mata'o », expresa Juan José.

La ví­ctima

Arcilio Dionisio Rodrí­guez Garcí­a era de Rojas, Remedios. Cuando le asesinaron tení­a 34 años. Alto, fuerte, alegre, saludable. Hombre de hermosa y constante trayectoria revolucionaria, militante del PCC desde los 26 años, ocupó diversas responsabilidades como cuadro partidista en Remedios. Apenas dos meses antes habí­a recesado sus funciones como miembro profesional del Buró del Partido en ese municipio, y nombrado jefe de departamento de la Unidad Básica de Servicios en Caibarién, donde residí­a. Su sepelio fue una verdadera manifestación de pueblo.

Al morir Arcilio dejó dos hijos: Ernesto, de 11 años y Rocí­o de 4. Ya son hombre y mujer. Han pasado dos décadas. Continúa el dolor.

Los terroristas

El comando de la organización contrarrevolucionaria Partido Unidad Nacional Democrático (PUND), tení­a como objetivo establecerse en las montañas del Escambray para organizar bandas terroristas y realizar acciones dirigidas a desestabilizar el orden interno.

Se les ocuparon cinco fusiles AK-47, un fusil AR-15, un fusil M-14, cuatro pistolas y proyectiles para estas armas.

lancha-de-los-terroristasEn esta lancha viajaron hasta un punto de la costa norte cubana los terroristas de la organización contrarrevolucionaria Partido Unidad Nacional Democrático (PUND): Armando Sosa Fortuny, Lázaro González Caraballo, Pedro Guisao Peña, José Ramón Falcón González, Jesús Manuel Rojas Pineda, Miguel Dí­az Bouza, y Humberto Real Suárez, el asesino de Arcilio. (Fotos: Manuel de Feria)

Durante la investigación se pudo comprobar que Humberto Real Suárez (alias KP3), disparó el arma que le desbarató el cráneo a Arcilio.

Todos los infiltrados fueron arrestados el propio dí­a por fuerzas combinadas del MININT. El último, apodado «El Ninja », es apresado al dí­a siguiente, en el poblado de Vueltas.

Todos fueron juzgados y declarados convictos, y finalmente, ratificadas las condenados por el Tribunal Supremo de Justicia.

Sin embargo cabecillas de la mafia anticubana en La Floriday organizaciones internacionales que aún le hacen caso, así­ como cierta prensa canalla continúan arguyendo que las sentencias de esos terroristas violan los derechos humanos.

Lo que no dicen es que al asesino y terrorista Humberto Real Suárez le fue conmutada la pena capital por la de 30 años de privación de libertad, deshumanizando de ese modo a la verdadera ví­ctima: Arcilio Dionisio Rodrí­guez Garcí­a, quien tení­a 34 años cuando lo mataron.

¡Qué grado de abyección! ¡Qué desprecio a la verdad y a la decencia!

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