
El incremento de las lluvias en octubre refuerza el escenario para la reproducción del mosquito Aedes aegypti , en medio de un panorama en el cual la agresividad del SARS-CoV-2 y la búsqueda de respuestas científicas ante una pandemia sin precedentes desplazaron al dengue a segundos planos.
Lo cierto es que la enfermedad viral trasmitida por el mosquito no encuentra final y constituye preocupación en el sistema sanitario, debido a que el riesgo se ha mantenido elevado en el transcurso del año.

De los cuatro serotipos existentes microorganismos causantes de un proceso infeccioso, dos se hacen sentir en la provincia, mientras el índice de infestación sobrepasa los niveles permisibles (0.05 %) y resulta elevado.
Corresponden a Santa Clara las cifras más significativas, al sobrepasar el 50 % de la focalidad, algo ya rutinario en este territorio; Placetas se sitúa como el segundo municipio de mayor riesgo, seguido de Sagua la Grande, Ranchuelo y Caibarién, de acuerdo con sus respectivos índices de infestación.
Municipio | Casos positivos | Tasa de incidencia (por 100 000 hab.) |
Manicaragua | 111 | 176,8 |
Sagua la Grande | 77 | 152,3 |
Placetas | 89 | 134,1 |
Camajuaní |
65 | 111,8 |
Quemado de Gí¼ines | 18 | 86,6 |
Santo Domingo | 37 | 77,2 |
En las últimas ocho semanas la tasa de incidencia para el territorio es de 71,8 por cada 100 000 habitantes, con 555 casos diagnosticados, y si bien el reporte no es tan alto como en años anteriores, vale aclarar que el incremento del vector y los casos positivos resultan factores que pudieran ocasionar una epidemia con sus inevitables consecuencias.
La mirada hacia los municipios revela que seis de ellos presentan una marcada situación en el último período.
Todos por encima del comportamiento provincial; sin embargo, cuentan los 412 focos del mosquito detectados en la última semana, mientras que en los primeros 15 días de octubre los operarios de Control de Vectores encontraron 823, representativos de un incremento con respecto al mes y al año anterior.
¿Qué ha fallado? Independientemente de la concentración mayoritaria dedicada a la COVID-19, se evidencian debilidades en las acciones comunitarias, las laborales a favor del autofocal y otros procederes que demandan la cooperación intersectorial.

Los continuos problemas con el abasto de agua, la abrumadora cantidad de salideros, la situación de las fosas; los baches y huecos en las calles, devenidos reservorios de la lluvia y del vital líquido, junto a las múltiples indisciplinas sociales y el pobre reordenamiento ambiental, en muchas ocasiones inciden en la situación villaclareña.
No olvidemos que el dengue puede cursar con síntomas leves, pero también provoca ingresos hospitalarios por las severas complicaciones que ocasiona y que pueden llegar a ser fatales.
Sus manifestaciones clásicas son fiebre alta y síntomas similares a los de la gripe; dolor intenso en músculos, articulaciones, cabeza y detrás de los ojos. También puede presentarse salpullido, erupción en brazos, tronco y piernas, sin descartar sangrado leve en las encías y en la nariz.
Por su parte, el hemorrágico se caracteriza por fiebre alta, de 39 °C o más, de dos a siete días; dificultades en la respiración, fuertes dolores abdominales, vómitos frecuentes o diarreas, hemorragias graves y presión arterial baja.
Cuba sufrió una epidemia de dengue en 1981, y de los más de 344 000 casos reportados, una cifra superior a los 10 300 presentaron síntomas de dengue hemorrágico. Hubo 158 fallecidos (101 niños), mientras el costo económico de la epidemia se estimó en 103 millones de dólares.

Este triste episodio, considerado el más devastador y trágico en la trayectoria de la enfermedad en el continente americano, nunca más debe repetirse. No obstante, recuerde que el dengue no es asunto pasado, persiste en Villa Clara.