No se equivocan quienes sitúan a ese ingenio villaclareño como una de las mejores industrias cubanas en las últimas décadas. Este martes apagó de momento sus maquinarias agrícolas y fabriles tras concluir 150 días de una contienda en la cual logró un 17% de crecimiento del volumen de azúcar acumulado en relación con similar zafra anterior.
Durante ese período mantuvo un rumbo invariable y concluyó la zafra en el tercer lugar del país, antecedido por sus homólogos 14 de Julio (Cienfuegos) y Primero de Enero (Ciego de ívila), y en sus propósitos de producción molió unas 435 105 toneladas de caña y cerró con un rendimiento fabril de 10.88, cifra que aumentó de acuerdo a diferentes etapas, dijo el ingeniero Sergio Negrín Hernández, director de la industria.
Acumuló 45 370 toneladas métricas de azúcar, unas 8 000 más que lo planificado, y aunque no tuvo una persistencia en los tiros de materia prima con camiones y remolques, la eficiencia industrial y el bajo tiempo perdido por roturas o interrupciones desprogramadas, posibilitaron un registro productivo que lo cualifica como «fábrica » escuela entre los trabajadores cubanos del sector.
También entregaron 4 739 000 Kilowatts al sistema energético nacional, y consumió ínfimos registros de electricidad en su autoabastecimiento, señaló.
Aportaron unas 29 000 toneladas métricas de bagazo a la refinería Quintín Banderas, de Corralillo, válidas para ahorro significativo de combustible convencional dedicado a ese proceso industrial.
Por esos parámetros, entre los que se incluye un 91.8% del rendimiento potencial de la caña triturada en el basculador y definitoria en la producción azucarera, convierten al «Panchito Gómez Toro », en un ingenio de excelencia en las zafras cubanas destinadas a establecer calidad y aportes de un renglón económico en extremo cotizado en los mercados foráneos.
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