Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
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29 Mayo 2015

Mariano Hernández Sánchez, miembro de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en Villa Clara, falleció este jueves a la edad de 65 años, a causa de un infarto al miocardio.

mariano-hernandez-innovador-fallecidoMariano Hernández Sánchez, miembro de la ANIR, falleció a la edad de 65 años, a causa de un infarto al miocardio. (Foto: Ramón Barreras)El destacado anirista, jefe de brigada del Taller de Refrigeración Doméstica de Santa Clara, tení­a en su haber más de 170 innovaciones relacionadas con la refrigeración, con un aporte económico superior a los 15 millones de pesos.

Al perecer, el afiliado al Sindicato Nacional de Comercio, Gastronomí­a y los Servicios, ostentaba las medallas Fernando Chenard Piña, Destacado de la Defensa, Fundador del Bon 315, Hazaña Laboral y Jesús Menéndez, así­ como las órdenes Lázaro Peña de III y II grado, otorgadas por el Consejo de Estado de la República de Cuba, a propuesta de la CTC.

Asimismo, fue Vanguardia Nacional en 17 ocasiones y tres veces a nivel de centro, y obtuvo 180 premios relevantes de innovaciones desarrolladas a lo largo de su fructí­fera existencia.

En enero pasado mereció la condecoración Personalidad Distinguida, máximo reconocimiento que confiere la Asamblea Provincial del Poder Popular a integrantes de la comunidad cientí­fica villaclareña.

El también militante de las filas del Partido Comunista de Cuba, comenzó su vida laboral en la Zapaterí­a Titanic a los 10 años de edad. Siendo muy jóven, pasó al sector de Comercio Interior y se especializó en refrigeración, luego de estudiar el Técnico Medio en esa profesión.

Resultó un incansable luchador en la búsqueda de soluciones a la población, con inventivas que alargaran la vida útil de los refrigeradores Haier. Tení­a el compromiso de continuar innovando para disminuir el costo de las reparaciones de los refrigeradores, y ahorrarle al paí­s la divisa empleada en la compra de piezas de repuesto en el exterior.

A voluntad de la familia su cadáver fue cremado, y se le rindió tributo póstumo en el Taller al que dedicó toda su vida.

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