Llega el sexto mes del año y los cubanos pensamos en una fecha significativa: el 14 de junio. Ese día, quiso la historia, hacer coincidir el natalicio de dos grandes hombres. Por su talento y rebeldía Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna se igualan en el tiempo, se unen por su lucha a favor de la independencia del pueblo cubano.
Bravura y entereza los distinguen. Aunque llegaron al mundo en siglos diferentes, la fecha resulta propicia para que cada año la Mayor de las Antillas les rinda merecido tributo a estos dos héroes.
Ochenta y tres años separan sus nacimientos, pero muchos son los puntos en contacto entre estos dos hombres. Maceo, urgido por las circunstancias del exilio, recorre varias naciones de América Latina, mientras que el guerrillero cubano-argentino, llevado por su afán de conocimientos y aventuras, también transita por gran parte de la geografía latinoamericana.
Ambos, en su momento y como parte de las luchas por la independencia de Cuba, protagonizaron la invasión de Oriente a Occidente. El Titán de Bronce, junto al Generalísimo Máximo Gómez, evidenció sus cualidades excepcionales de estratega militar durante la epopeya de 1895, y sus gloriosas heridas en combate fueron sus más preciados trofeos de guerra.
Muchos años después, a finales de 1958, el Che reeditó junto a Camilo Cienfuegos otra invasión de Oriente a Occidente durante la guerra de liberación contra la tiranía de Fulgencio Batista.
Profundo sentido de dignidad y humanismo caracterizó a los dos combatientes, que, como detallan los estudiosos de sus vidas, siempre buscaron conocer las inquietudes y anhelos de los soldados bajo su mando.
Tanto Maceo como el Che se preocuparon por la suerte de otros pueblos del mundo. El protagonista de la Protesta de Baraguá expresó su deseo de combatir también por la libertad de Puerto Rico, mientras que Ernesto Guevara partió hacia otras tierras preocupado por la suerte de los más humildes.
La historia se ha encargado de unir a estos dos valerosos y honestos hombres, que dejaron una profunda huella en la contienda de Cuba, pero también de toda América Latina.
De ellos diría el líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz:
«Maceo era ya un personaje legendario cuando el Che vino al mundo. Si uno afirmó que quien intentara apropiarse de Cuba recogería el polvo de su suelo anegado en sangre si no perecía en la lucha, el otro anegó con su sangre el suelo de Bolivia tratando de impedir que el imperio se apoderara de América. Ambos fueron invasores de Oriente a Occidente; ambos murieron en combate; ambos son hoy símbolos insuperables de valor e intransigencia revolucionaria ».