Laura Lyanet Blanco Betancourt
Laura L. Blanco Betancourt
@lauralyanet
5595
11 Julio 2016

Si a usted le piden implementar tecnologí­a en la agricultura, inmediatamente piensa en una técnica futurista de cultivo, un tractor con aire acondicionado, una cosechadora de arroz con sistema computacional avanzado. Pero nunca en un avión.

Drones cubanos

En Cuba, las investigaciones más consolidadas respecto a estos equipos provienen del Grupo de Automatización, Robótica y Percepción de la Facultad de Ingenierí­a Eléctrica, de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas.

¿Un avión? Sí­. Un avión, y de juguete. O, al menos, eso le parecerá cuando tenga frente a sus ojos ese artefacto de unos dos metros de extensión, hecho de plástico o poliespuma. ¿De dónde salió? ¿Para qué sirve? ¿Quién lo usa? ¿Cómo?

Se trata de un vehí­culo autónomo o, en términos más comprensibles, un dron. Desde hace varios años, esta tecnologí­a se comercializa en forma de avión, helicóptero, barco... Y ya por entretenimiento, conocimiento o utilidad práctica, despierta intereses en diversas regiones del planeta.

En Cuba se le habí­a visto en noticias sobre sus usos belicistas, o en filmaciones aéreas de videoclips como Tú eres la razón, el popular tema interpretado por Qva Libre, Descemer Bueno y Olga Tañón. Pero no nos referiremos a aplicaciones ni tan lúgubres ni tan musicales. Hablaremos de automática, sensores, códigos y del valor de uso que esos resultados cientí­ficos tienen hoy en una cooperativa ganadera de Santa Clara.  

Del aire al agua, al aire…

La cuestión no está en comprar, desem ­pacar y ensamblar el avión de miniatura, sino en los sistemas computacionales que requiere y las aplicaciones resultantes de esos códigos. Hasta ahora, en nuestro paí­s, las investigaciones más consolidadas respecto a estos equipos provienen del Grupo de Automatización, Robótica y Percepción de la Facultad de Ingenierí­a Eléctrica, de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas.

Doctor Luis Hernández Santana, de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
«Con más de 20 años de experiencia, el grupo de robótica de la FIE mantiene una composición diversa de estudiantes y profesores, todos de suma utilidad para nuestras investigaciones », comenta el doctor Luis Hernández Santana. (Foto: Yariel Valdés González)

El programa con vehí­culos autónomos comenzó a principios de los años 2000, por un proyecto de investigación vinculado a la Universidad Politécnica de Madrid. El grupo trabajó entonces con un helicóptero, hasta que el Centro de Investigación y Desarrollo Naval (CIDNAV), de la Unión de Industrias Militares de Cuba, le propuso incursionar en robots subacuáticos.  

«El componente sensorial es trascendental para esta tecnologí­a. El sistema tiene que ubicarse, reconocer dónde está, para obtener datos que le permitan tomar decisiones automáticas. O sea, las herramientas principales, los sensores, la concepción del hardware y el software son básicamente lo mismo, así­ que aceptamos y, por un tiempo, dejamos a un lado los vehí­culos aéreos para concentrarnos en los submarinos », comenta el jefe del proyecto, el Dr. Luis Hernández Santana.

«Ese ha sido el trabajo más consolidado de nuestro grupo, devino en una tesis doctoral, y fue reconocido con un Premio al Resultado de Mayor Aporte a la Defensa del Paí­s del Ministerio de Educación Superior, Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba y múltiples publicaciones internacionales. Con este producto quedaron resueltos la ingenierí­a del vehí­culo, la arquitectura de sus software y hardware y el control automático », agrega.

De vuelta a los aviones, el grupo de robótica encontró dos importantes aliados para sus investigaciones: el Consejo Inter ­universitario Flamenco de Bélgica (VLIR), con apoyo cientí­fico, tecnológico y financiero para impulsar los sistemas automatizados; y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), que fomentarí­a el impacto de los drones en la agricultura.

Los primeros contactos con las universidades de Flandes condujeron a la construcción de un vehí­culo con arquitectura de software y hardware propietario.

Integrantes del grupo de Robótica de la UCLV.
Los resultados del grupo de robótica también se han empleado en Chile para cálculos volumétricos de minerí­a, y los investigadores no descartan otras aplicaciones a corto plazo, aunque serí­an con barcos y en superficies acuáticas. (Foto: Yariel Valdés González)

«Trabajamos con un código cerrado, que otra persona puede emplear solo si paga por él. No resultaba tan ventajoso para nosotros, pues ralentizaba los resultados de la investigación. Después nos inclinamos hacia sistemas de código abierto, pues dan posibilidades a la comunidad cientí­fica de realizar aportes a ese sistema. De ese modo, las mejoras vinieron más rápido », alega Hernández Santana.

Fotogrametrí­a, ¿qué es?

Un avión autónomo podrí­a emplearse con decenas de fines, en áreas tan distintas como el audiovisual o la minerí­a. El grupo de robótica comandado por el doctor Hernández Santana se decidió aunque no de manera exclusiva por la foto ­gra ­metrí­a aplicada a la agricultura, y la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Desembarco del Granma, de Santa Clara, ha servido como terreno de pruebas para los algoritmos y códigos concebidos en el robot.

Dron fabricado en la UCVL y empleado en la agricultura.
En las 1 300 hectáreas de superficie de la cooperativa, el avión realizó ocho vuelos y capturó más de 6 000 imágenes del terreno. (Foto: Yariel Valdés González)

«A partir de un vuelo programado, el vehí­culo toma imágenes planificadas del lugar que nos planteamos, y las procesa de manera que aporten informaciones adicionales a los productores. Estamos ante una tecnologí­a no solo llamativa, sino útil, pues permite observaciones aéreas, mapear, hacer mediciones a distancia », explica el profesor.

Desde el punto de vista práctico, el dron capta, por ejemplo, un espacio vací­o dentro de un campo de cultivos, o los lí­mites de una finca. «Finalmente tenemos el medio idóneo y la capacidad de explotarlo adecuadamente », valora.

En las 1300 hectáreas de superficie de la cooperativa el avión realizó ocho vuelos y capturó más de 6000 imágenes del terreno. De acuerdo con el ingeniero Jorge Pacheco Moreno, especialista en Ciencia, Tecnologí­a e Innovación tecnológica de la UBPC, resultó una experiencia novedosa para ambas partes:

«Los primeros resultados nos dieron croquis muy detallados de todas nuestras unidades, los perí­metros de los cuartones del ganado, los linderos, los embalses, etc. Luego, los jefes de vaquerí­as y otros obreros ayudaron a precisar más las informaciones y pudimos obtener un balance completo del área de la cooperativa ».  

Grupo de Robótica de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
Los integrantes del grupo continúan desarrollando el proyecto, que ha motivado el interés de otras empresas agrí­colas en Cuba. (Foto: Yariel Valdés González)

Respecto a la construcción y explotación de los drones, el grupo de robótica ya ha recibido solicitudes de servicios desde varias empresas agropecuarias, dentro y fuera de la provincia.

Además de extender su radio de acción, los investigadores pretenden perfeccionar la tecnologí­a, de manera que incorpore datos adicionales e igualmente valiosos sobre los terrenos agrí­colas.

«Ya adquirimos una cámara multiespectral para el avión. Una vez montados los programas de procesamiento, el robot podrá detectar plagas o enfermedades, déficits de nutrientes y agua, caracterí­sticas del suelo y otras situaciones imperceptibles al ojo humano. Serí­a como una especie de máquina de rayos X que permitirá, por ejemplo, delimitar las zonas de manejo para aplicar fertilizantes », puntualiza Eniel Rodrí­guez Machado, ingeniero informático del Centro de Investigaciones Agropecuarias, que participa en el proyecto.

No todas las acciones del avión se realizan de forma automática. Para el despegue y aterrizaje, todaví­a requiere de un aeromodelista de carne y hueso. En este caso, se trata del piloto Marcos Machado Maldonado que, según reconoce el profesor Hernández Santana, desempeña un papel relevante en el equipo hasta tanto los programas ingenieriles desarrollen con mayor precisión esas etapas del proceso.

Por el momento, la tecnologí­a prueba eficazmente su valor en la captura de imágenes aéreas y la composición de estas para conformar, a su vez, una gran fotografí­a de la UBPC Desembarco del Granma. En el futuro, la «retratada » podrí­a ser la empresa agropecuaria Valle del Yabú, o la de Jagí¼ey Grande, en Matanzas. Son posibilidades contempladas dentro del trabajo del grupo investigador pues, más allá de los tractores con aire acondicionado, la agricultura local va abriendo espacios para los robots made in Cuba.  

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