
El programa Educa a tu hijo cumple 25 años, aunque tuvo su génesis en la década del 70 del pasado siglo en Cuba a través de una investigación del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, con la intención de ofrecer una alternativa de educación a los niños de las zonas rurales y montañosas del país.
Dado lo positivo de la experiencia, en 1992 se decidió extenderlo a las zonas urbanas, por el déficit de círculos infantiles. Transcurrido un cuarto de siglo, su impacto real en la sociedad cubana se multiplica, en buena medida, por la necesidad de la familia y los educadores, de conjunto, de hacer llegar el saber hasta los infantes en los primeros años de la vida.
En Villa Clara, hasta el cierre de octubre de 2016 se habían beneficiado cerca de más de 27 mil infantes. Según explica Anarelys Rodríguez Pérez, jefa del departamento de Educación Preescolar en el territorio existen 149 promotoras provenientes del sector educacional y otros mil 381 cumplen esta función a tiempo parcial. También se cuenta con 2 mil 569 ejecutores voluntarios pertenecientes a las diferentes organizaciones de masas, políticas y gubernamentales del barrio.
«Todos en su conjunto contribuyen a la formación integral de los pequeños, dice la funcionaria, y los preparan para cuando inicien la etapa escolar. Se trata de un programa que exige rigor, preparación y mucha sensibilidad. »
Al evaluar el impacto de estos 25 años en la provincia, Rodríguez Pérez considera muy positivo haber llegado a los centros penitenciarios y contar con una cobertura de atención del 97, 3 % de la población infantil. Asimismo afirma que aunque este año el municipio de Corralillo sede del acto provincial sobresalió por sus resultados en el funcionamiento estable del grupo coordinador, existen ejemplos loables en otros territorios como Encrucijada, Manicaragua y Caibarién.
Esta variante educativa, reconocida por la UNICEF «como un programa de éxito y aplicable en toda Latinoamericana » se materializa en las comunidades de todo el país y pretende alcanzar a los niños de entre cero y seis años como vía idónea para la instrucción de ellos y sus familiares.
Se trata de un espacio de encuentros de algunas frecuencias semanales entre los niños y los maestros, pero la familia se convierte en protagonista absoluta de la educación.
En plazas, esquinas, centros comunitarios y parques intercambian las maneras y los conocimientos básicos para que los infantes arriben a la escuela con una plataforma cognitiva en función de ir despertando sus ganas de aprender y de integrarse.
Es uno de los muchos programas que enorgullecen a la educación cubana, le han dado lauros y la acercan cada vez más a la gente, sus casas, sus lugares y sus escenarios mismos de vida.