Ecuánime, tímido, admirador de Garri Kaspárov, cuando abordé a Carlos Daniel Albornoz Cabrera marchaba tercero con 3 unidades de 4 posibles en las semifinales del Campeonato Nacional que entrega 5 cupos para enfrentar en la gran final del ajedrez cubano a los máximos exponentes del juego ciencia en la Isla.
Según el ranking FIDE para los menores de 18, este figura como sexto de las Américas y en el lugar 33 a nivel mundial; en el de jugadores de mayores activos en el puesto 19 a nivel nacional y 136 a nivel del continente.
¿Cuál es la fórmula para llegar a presumir ese ELO con 16 años?
Asistí a varios torneos, el año pasado quedé quinto en el Capablanca y cuarto en el Panamericano de Colombia.
Pero jugar a este nivel requiere mucha, mucha, dedicación y estudio. Todos los días asisto a las clases y cuando termino entreno con un profesor alrededor de 5 horas. Los fines de semana entreno algo más de 6 horas.Cada hora de entrenamiento importa a la hora de enfrentar una competencia de este tipo.
Ser adolescente y atleta a la vez…
Es un poco difícil. Mis padres hace tiempo viven en el extranjero, siempre me comunico con ellos y me dan todo su apoyo, pero acá en Cuba mis abuelos son mi respaldo.
Cómo se siente por dentro Carlos Daniel al saber que puede codearse con lo mejor del país si queda entre los cinco primeros de este torneo…
Me siento tranquilo (o eso pretende). Los resultados están dados por la ardua preparación que diseña mi entrenador en base a esta competencia.
¿Te intimida tu corta experiencia?
Nunca, pero no ignoro la situación. Concentro mi atención en el tablero y busco las mejores variantes. Cada día salgo a entregarme frente al tablero, con cada jugador, cada jugada, a nadie le gusta perder con un chico de 16.
¿El día a día o una meta específica?
Quiero integrar el equipo Cuba, convertirme en Gran Maestro y romper la barrera de los 2700 puntos ELO. Pero no me apura, llevará tiempo y hay que ir paso a paso.
El mundo de Carlos gira en torno a torres y alfiles, a galaxias de cálculos y constelaciones de probabilidades. Aunque nervioso ante la atención de la prensa, sentado frente al tablero parece un titán, un pequeño gigante que quiere demostrar a Cuba y el mundo de lo que es capaz.