«Soy un marxista que hace teatro », así se define Fernando Sáez. El laureado director santaclareño regresa a la ciudad para mostrar su quehacer artístico más reciente, en la edición 26 del Festival Mejunje Teatral, junto a sus estudiantes del Teatro Z, de Quito, Ecuador.
Sáez propone las piezas del dramaturgo ruso Antón Chéjov El daño que hace el tabaco y Trágico a pesar suyo, interpretados por los actores José Alfredo Carrera y Gyan Ros Zimmermann. Teatro Z también trae al festival la puesta en escena de Marx en el Soho, escrita por el historiador social norteamericano Howard Zinn.
El marxismo de Fernando no solo está presente en sus obras, sino también en la vocación de enseñar. Es un hombre de teatro que investiga y renueva los modos de creación, que lleva la historia de la mano para mostrar un teatro de izquierda. Un revolucionario que rompe los moldes, porque como él mismo dice: «El arte siempre va a ser un modo de hacer política ».

¿Cómo define el teatro que nos propone en este festival?
Vivimos una época de teatro ligero, parodia y risa fácil. Es importante volver a los clásicos cuando la dramaturgia adolece. Si no hay experimentación e investigación, la creación se agota, de ahí que en los últimos años me haya dedicado a indagar en los procesos de creación de los actores.
«Teatro Z no hace un teatro donde la palabra es el código principal, sino que integra esta con la imagen para tributar a la metáfora. «Buscamos crear en el espectador un resultado a partir de su inteligencia. Me formé en la década de los 60, en la que Cuba vivió su etapa de mayor compromiso revolucionario, y no me cabe duda de que el arte es una manera de hacer política ».
¿Cómo llega a director de teatro?
Comencé mi carrera como actor en 1960 en el Teatro Experimental de Santa Clara y un año después subí al Escambray con una brigada artística a hacer teatro. Como actor, pude entender desde dentro la escena. Fueron cruciales para dirigir más tarde. Luego dirigí el Pequeño Grupo La Edad de Oro, de Santa Clara, ya que la Revolución creó en todo el país grupos de ese tipo que hacían teatro para niños, además de los diferentes guiñoles.
«A finales de los 70 este grupo dio paso al Centro Experimental de Teatro de Villa Clara, pues buscábamos ampliar el diapasón a teatro para adultos. Esa fue una experiencia de crecimiento porque constantemente estábamos investigando, allí comencé a desarrollar el teatro experimental. Más tarde el grupo se dividió en la brigada artística Los Colines, dirigida por Silverio, y el Teatro 2, dirigido por mí, que seguía la línea experimental ».
Fernando Sáez es reconocido como director para niños por versiones como: La bella durmiente (1963), El ruiseñor del emperador (1967) y El caballito enano (1971). Actualmente desarrolla una labor investigativa acerca de los procesos de creación de los actores y ha sido colaborador de del periódico Vanguardia de Villa Clara, la revista Tablas y Revolución y Cultura, entre otras publicaciones.
¿Qué etapa de su carrera considera punto de inflexión hacia el teatro experimental?
Dirigir el Teatro 2 fue fundamental para mi experimentación en el teatro. Allí pude combinar la técnica de teatro para niños con otras propias para adultos, donde la palabra no era el código primario de expresión, sino que estaba al nivel de la música y los gestos de los actores. Con ese grupo logré obras como El hijo y Fiesta de primavera, inicialmente incomprendidas por la ruptura que suponía un teatro nunca antes visto en la época, pero después fue aceptado y multipremiado.
¿Cómo llega a Teatro Z?
Teatro Z es un grupo escuela, compuesto por jóvenes que rechazan el teatro de academia. Ellos buscan maneras libres y alternativas de creación que no entran dentro del canon de enseñanza, y simplemente aprendemos juntos.

«Es un grupo pequeño porque considero que el tipo de teatro que hacemos se presta para el trabajo personalizado con los actores. Llegué a Ecuador como parte de un intercambio cultural, hace más de una década, aunque me considero un director de teatro cubano que trabaja en otro país.
«Cuando los actores y yo decidimos crear el grupo que actualmente presentamos en el festival, no sabíamos como nombrarlo y terminó llamándose Teatro Z, porque la letra se repite en mi apellido y en el de Zimmermann, que es uno de los actores, de procedencia alemana. Además, hacer teatro en América es lo último, como la última letra del abecedario, por la diversidad cultural de nuestro continente y las coyunturas políticas actuales.
«Antes de crear Teatro Z, dirigí otro grupo llamado Contracorriente, que era fiel a su nombre porque el teatro que hacíamos iba efectivamente contra lo que la mayoría hacía en ese momento; imagínate que hicimos obras como Los monólogos de la vagina. Esta pieza en particular fue muy conocida internacionalmente pues pudimos presentarla en Estados Unidos y obtuvo varios premios ».
¿Por qué Marx en el Soho?
Como conté anteriormente soy marxista revolucionario y creo que es importante rescatar la figura de Carlos Marx en un momento en que Latinoamérica está tendiendo a la derecha política. Esta obra es nuestra manera de decir que la izquierda es el camino para una sociedad más justa y que debemos volver al marxismo para llegar a la justicia.
«Es una obra crítica que toca la intimidad más sensible y humana de ese pensador universal y que, en buena medida, habla del modo de pensar y concebir la historia de los integrantes de Teatro Z. La presentaremos el miércoles a las 9:00 de la noche en El Mejunje como parte del festival y sería grato que estudiantes, profesores y público interesado en el tema asistiese para debatir al final. La invitación está hecha.