Diverso y distinguido Mejunje

El Centro Cultura El Mejunje cumple 27 años este 26 de enero, con el propósito de seguir siendo como su gente.

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Fachada de El Mejunje.
El Mejunje, un sitio que da vida al centro de la ciudad de Santa Clara. (Foto: Tomada de Internet)
Mónica Sardiña Molina y Dayana Darias Valdés (Estudiantes de Periodismo)
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26 Enero 2018

A Laura no le gusta El Mejunje. Dice que ese ambiente de «negros con dreadlocks y tatuajes no es para ella ». Que la «música para viejos » le da sueño y el humo de los cigarros le dejó «tremenda peste en el pelo ».

Cuenta que no piensa regresar. A ella le gusta El Cubanacán, Disco Isla, La Esquina del Home. En fin, Laura prefiere los mismos lugares que muchos jóvenes, esos donde amenizan Yomil y el Dani, donde se baila pega’o y la gente viste con swing.

Cartel del interior de El Mejunje.
(Foto: Tomada del sitio web de Telecubanacán)

Intrigadas por aquella declaración tan desprovista de reservas caminamos por la calle Marta Abreu hasta tropezarnos con el número 107. La fachada, a modo de mural, acoge una pintura a la que no escapa ninguno de los colores primarios. Al traspasar la puerta, otra representación pictórica exhibe manos levantadas, la bandera cubana, cuerdas de una guitarra y la imagen de Charles Chaplin, bajo un colorido arcoí­ris.

Lo primero que pensamos fue que Laura mintió. Un lugar que a muestra a primera vista tal conjunto gráfico, no puede ser tan malo como ella lo presenta.  

Los rincones de quién

Ramón Silverio, director de El Mejunje.
Ramón Silverio, director de El Mejunje. (Foto: Archivo)

Alexis Castañeda nos señala el patio como primer espacio fijo del complejo que se erige hoy; menciona la sala Margarita Casallas, como digno homenaje a una de las fundadoras de esa «pequeña isla que recibe a todo náufrago cultural », y recomienda los tragos en el loby-bar o en Tacones Lejanos, donde tampoco existen jerarquí­as por el grosor de los bolsillos.

Niños disfrutan de espectáculo infantil en El Mejunje.
Peña en El Mejunje.
Espectáculo de travestis en El Mejunje.
Un espacio para todos los públicos y preferencias. (Fotos: Arelys Echevarrí­a, Carolina Vilches e Ismael Francisco)

A la derecha una escalera lleva a La Mamá Perfecta, otra taberna que admite convertirse en galerí­a de arte con obras locales y nacionales. Dos de los balcones dan a la calle; pero no cualquier calle ni cualquier balcón, sino que, entre mojitos, coches, rocitas de maí­z, gritos, bici taxis y transeúntes, son la ví­vida estampa del cosmopolitismo santaclareño.

Escaleras abajo un par de gradas de unos cinco o seis pisos, resguardadas por dos paredes de ladrillos al descubierto repletas del testimonio manuscrito de quienes por allí­ han pasado.

Inés de la Caridad Echevarrí­a vino a Santa Clara para participar en la Copa Nacional de Conocimiento, en el IPVCE Ernesto Che Guevara. En su natal Isla de la Juventud le recomendaron una visita al sitio conocido como el Oasis cultural cubano y quedó encantada con la osadí­a y la franqueza de las expresiones que leyó, y que ni siquiera la lluvia ha podido opacar.

El suelo que descansa frente a las gradas tiene el polvo de cada artista que alguna vez cantó, bailó o actúo para la ciudad de Santa Clara. Hay rastros de rock, de las cuerdas de un tres, de una clave que dibuja rumba y guaguancó. Guarda la voz de Sara González y las letras de Leonardo Garcí­a. Claro, también la mano de Silverio dirigiendo y erigiendo. Tiene de congo y de carabalí­. Mas, por sobre todas las cosas, el don de conferir «te quieros », y  después de las 12:00 a.m. cualquiera te regala la última canción.

A los dos pesos que se cobran por entrar, no les importa si eres más negro que el carbón o más «yuma » que cualquier mister.  

Culto y auténtico  

Hay que decirlo. El Mejunje es el más revolucionario de los proyectos culturales. Surgió en un contexto marcado por la intolerancia a la homosexualidad y a toda manifestación distinta a lo «establecido » por oficio o por costumbre. Se desarrolló durante el llamado perí­odo especial, en medio de profundos cambios económicos, sociales y polí­ticos. Hoy brinda propuestas alternativas al arte mercantilizado, a los productos superficiales y tristemente populares.

Pero desde su formación El Mejunje hizo honor a su nombre. Surgió como un movimiento de artistas e intelectuales en el lobby del Guiñol de Santa Clara. En la antigua escuela Santa Rosalí­a alcanzó verdadera relevancia. Su sede transitó por la Biblioteca Provincial Martí­ y se emplazó definitivamente en la calle Marta Abreu, el 26 de enero de 1991.

La Trovuntivitis en El Mejunje.
La Trovuntivitis, uno de los frutos más auténticos y creativos de El Mejunje. (Foto: Archivo de Vanguardia)

«Aquel movimiento, sin nombre en sus inicios no fue una idea premeditada. La espontaneidad ha caracterizado nuestra historia, porque los proyectos surgieron de acuerdo con los intereses de los visitantes y la voluntad de los anfitriones. Así­ crecimos en espacio, en espí­ritu, en arte, pero nunca tuvimos la pretensión de crecer », asegura Ramón Silverio, fundador del centro cultural.

En noviembre de 1998 el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto Jiménez, durante el VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) celebró la idea que se materializó entre las calles Juan Bruno Zayas y Alemán: «El Mejunje […] una de esas células vivas de nuestra cultura, de esas instituciones que pueden ser una referencia, donde hay una magia muy especial. Lugares así­, con todo en moneda nacional y con un ambiente extraordinario, donde todo tiene que ver con la cultura y todo tiene que ver con lo auténtico, habrí­a que hacer en otros lugares ».  

A través del prisma  

Los santaclareños Yaidiel Venancio y ílvaro Joaquí­n Machado encontraron una casa, un patio propicio para la libertad, para el encuentro desprejuiciado con los tantos «yo » que llevamos dentro.

Teresita Fernández en El Mejunje.
Concierto de Carlos Varela en El Mejunje.
Cantantes villaclareños en El Mejunje.
Grettel Barreiro en El Mejunje.
Varias generaciones de artistas cubanos han ofrecido su arte en El Mejunje. (Fotos: Tomadas de Internet, del sitio de Carlos Varela y Archivo de Vanguardia)
 

Y es que El Mejunje no se doblega a sus prejuiciados detractores, jueces desde la distancia por temor a implicarse demasiado. No se trata de un lugar exclusivo para la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) ni para los estudiosos de las ciencias sociales o los pensadores más atrevidos. Allí­, en un inverosí­mil ambiente de cofradí­a y la confianza,   cada cual encuentra su sitio,

Sin irrespetos ni transgresiones.

La diversidad de propuestas, de artistas y de públicos enamoró a Sheyla Sosa González, una estudiante de cuarto año de la especialidad de Teatro, en la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo de Santa Clara, y que próximamente iniciará en el rincón de Silverio sus prácticas preprofesionales frente a un proyecto comunitario.

Aunque Samuel Rodrí­guez también estudia Teatro en la misma escuela, le apasiona la música. Ofreció su primer concierto en la sala Margarita Casallas y canta en diversas peñas varios dí­as a la semana.    

Cuando se habla de cultura y recreación en Cuba, la brújula se desví­a al centro del paí­s, porque El Mejunje resulta el lugar más inclusivo, con numerosas propuestas que sobresalen por su calidad, y precios extintos entre las ofertas actuales en la Isla.

Ese espacio donde se confunden anfitriones y visitantes conquistó a gran parte de la sociedad diversa y plural de Santa Clara. Además, se convirtió en paradigma para la cultura nacional y cada dí­a gana mayor prestigio entre el público foráneo.

Según las estadí­sticas del sitio web de información sobre destinos turí­sticos Tripadvisor, hasta finales de 2017 El Mejunje recibió 97 opiniones, de las cuales el 73% lo catalogan de Excelente, y el 19% le otorga categorí­a de Muy Bien.

Numerosos viajeros se acercan a preguntar por el espectáculo de transformistas y, acalorados por tres mojitos, insisten en aprender los bailes que delatan la temperatura de Cuba.

Casi tres décadas después, Ramón Silverio recibe a los visitantes con la misma sonrisa y los invita calurosamente a un lugar que mantiene las esencias, que renueva sus espacios al calor del quehacer de los artistas y el del público.

El Mejunje no permite ni planes ni anticipos. Como asegura Silverio «El Mejunje de mañana será como su gente ».

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