Freyda Anido en el momento en que fue reconocida por sus 55 años de vida artística por la Asociación Hermanos Saíz y el Comité Organizador del pasado Festival A Tempo con Caturla. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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18 Marzo 2018
18 Marzo 2018
hace 6 años
Mencionar el nombre de Freyda Anido Pacheco dentro del mundo cultural es decir maestría, constancia y profesionalidad, pues durante sus 55 años de vida artística, que celebra en este 2018 la reconocida pianista santaclareña se ha ganado el respeto de todos sus colegas y el público por su entrega al trabajo y ejemplar humildad.
Conversar con Freyda «así con Y, no con i latina », como me aclaró durante la entrevista deviene una clase magistral. Su vasto conocimiento musical lo avala una larga experiencia en la Orquesta Sinfónica de Villa Clara, como acompañante de instrumentistas y cantantes, y al frente de su trío con el cual ha desandado disímiles caminos en compañía de sus fieles colegas Vicente Santiago Guevara (incorporado al formato en 1995) y Eduardo David Blanco (Ichi), que lo integró en el 2002.
Freyda reconocida con la condición de «Hijo Ilustre de la Ciudad de Santa Clara », en el reciente Festival de Música de Cámara «A Tempo con Caturla » comenzó a los cinco años a estudiar con la profesora Gloria Villar de Franco Egí¼es, quien vivía frente a la casa de la pequeña aprendiz. Luego estudió en la Escuela de Superación para músicos en La Habana, y se graduó de nivel medio, en 1981. Desde entonces la excelsa pianista ha dejado una impronta en la vida musical villaclareña.
«Inicié mi vida profesional en la Orquesta Sinfónica, en 1963, donde he estado sostenidamente. Me parece que comencé ayer, no me siento aburrida. Tenemos una magnífica dirección ahora con Irina (Toledo Rocha) que organiza los conciertos con mucha variedad, lo cual resulta muy importante para el músico y siempre se aprende algo. Considero que la Sinfónica está progresando mucho, con un nivel muy alto », dice.
La maestra cataloga de difícil el trabajo del pianista dentro de la Sinfónica, pues debe tener un gran dominio de varios elementos técnicos y amplio conocimiento musical.
«El piano es un instrumento único en la orquesta, no tienes a quién recurrir ni disimular si tienes dificultades. Por ejemplo, hay doce violines, si uno no se siente seguro y no toca, no pasa nada, pero eso yo no lo puedo hacer. El pianista debe desempeñar lo que le corresponde, tanto personalmente como en conjunto y seguir lo que el director indique.
«Siempre admiré a Mario Romeu, era increíble. Escuché una grabación de él y creí que había dos pianos a la vez. En una ocasión se lo comenté, y me dijo que había tocado él solo. Fue un pianista fantástico, quien abarcaba desde el estudio de la academia hasta lo espontáneo, que también hace falta. Lo consideré un músico muy completo al que no se le dio la promoción que merecía, quizás porque padeció de mucho miedo escénico y casi no se presentaba frente al público », manifiesta.
Freyda no solo se destaca como pianista en la Orquesta Sinfónica, también en el acompañamiento de intérpretes e instrumentistas. Aunque son dos desempeños distintos, alega sentirse bien en ambas.
«No me gusta tocar sola, eso sí lo confieso a todo el mundo. Lo hago a veces cuando me invitan a una actividad, un teatro o centro de trabajo, pero un recital o concierto solo mío en realidad no me gusta nada la idea. Prefiero acompañar a otro instrumentista o cantante de música popular. Aunque me siento bien en las dos tendencias, en la música de concierto y en la que hago con mi trío ».
Sobre la labor de acompañar, argumenta:
«Es muy difícil. Lleva dedicación y parámetros a seguir. Un instrumentista toca una obra de Beethoven y de ahí no se va a salir porque está escrito; pero al acompañar es diferente pues cada cantante varía en su tonalidad. No quiere decir que sea mejor o peor, unos llegan más alto en sus notas, y hay que adecuarse a ello. Es como una talla de ropa a la que me tengo que adecuar. Tiene que ser exactamente a la medida de su voz. Eso es muy personal, y nunca el pianista debe tratar de sobresalir por encima del cantante ».
Confiesa la maestra que la intérprete con quien más a gusto se ha sentido en el acompañamiento es Ela Calvo, así como con los cantantes de la ciudad, los que no quiso enumerar para «no dejar a nadie olvidado ».
Acera de la continuidad de la pianística en la provincia y el desempeño de los nuevos músicos como acompañantes, expone:
«Hay que tener disposición, y la gente como que no quiere trabajar ni esforzarse. No puedo decir si dan la talla o no, porque no los oigo. Yo desde jovencita mi mamá me llevaba a la emisora de radio, trataba de buscarme un espacio para empezar a tocar, en actividades o graduaciones. Mostraba interés en tocar, pero ahora veo que no están dedicados a eso.
«Uno se va fogueando desde temprano y adquiriendo experiencia. Yo no soy sabia ni tengo un talento extraordinario, sino un músico normal pero que siempre ha trabajado mucho », acota.
¿Qué le queda por hacer?
No hallo como adaptarme a la idea de que algún día tenga que dejar de ir a ensayar y tocar con la Orquesta Sinfónica. Si me jubilo de ahí, seguiría en lo popular, que no exige tanta responsabilidad como la orquesta. Pero, nunca dejaría de tocar música.