
Joel es uno de esos hombres que viajan de un lado a otro con sus maletas repletas, atestadas de cuentos. Así lo hizo antes de marcharse de Cuba y cuando llegó a Brasil, frente al Pan de Azúcar, tuvo cuentos de varias tallas, texturas y colores.
Pero Franz Rosell, el escritor cubano continuó, maleta al hombro, su andariego camino. A Copenhague, a Argentina, a Francia después: siempre le persiguen cuentos realistas o ilusorios, folklóricos, paródicos… Cuentos nomás. Un sello inconfundible traspasa su escritura para niños y adolescentes, un sello que se debate entre la evidente o solapada cubanidad; y lo universal de sus creaciones.
Joel, conocemos que su más reciente propuesta para los más jóvenes lectores de Santa Clara se comercializa en la presente Feria bajo el sello de la editorial Capiro. ¿Qué nos puede contar al respecto?
Sí. Las aventuras de Sheila Jólmez por el docto Juancho son un compendio de cuatro historias policíacas para adolescentes. Basada en los casos más conocidos de Shrelock Holmes, es una adaptación muy libre, pero que establece paralelismos con las historias originales.
«Quise situar Santa Clara como escenario de las historias. Hay autores para adultos que ya lo han hecho. Pero en la literatura para niños, yo no recuerdo ningún autor que hable de nuestra ciudad de manera reconocida: del Parque Vidal, de la Biblioteca Martí, del Teatro La Caridad, de la calle Colón.
«Incluso, yo decidí que esta Sheila Jólmez y el docto Juancho fuesen niños santaclareños que vivieran aventuras en Santa Clara, aventuras completamente adaptadas a nuestro contexto, a la ciudad y a las posibilidades reales de un niño de doce años ».

¿Por qué apelar a la parodia como fórmula para una literatura infantil?
Yo creo que la realidad de la vida cotidiana de Cuba es difícil y la literatura infanto-juvenil está centrada en todos esos problemas. Está bien que el niño descubra en los libros una realidad cercana a lo que vive. Pero el niño también necesita divertirse, aislarse de esa realidad, para comprenderla mejor.
«Aunque en mi libro hay alusiones al reggaetón, a la vulgaridad, a la corrupción y a todas las cuestiones que son propias de nuestro contexto, también apelo al humor, a la fantasía y a la aventura, porque es un policíaco.
«Yo soy partidario que a los niños se le puedan hablar de todo pero el cómo se le habla es el punto. En Cuba hay literatura para niños sobre temas que son para adultos y en un lenguaje muy poético, lleno de metáforas y parábolas en la cual los escritores se regodean. ¿Y los niños? ¿Dónde quedan los niños?
«Por ejemplo, aunque Memorias de una vaca, de Mildre Hernández, aborda problemas del mundo adulto no abandona del todo al niño. Es un libro sumamente divertido.
En La isla de las Alucinaciones, ganadora del premio Avelino Hernández y publicada por la editorial Premium, Joel Franz demuestra que es posible tratar con los adolescentes los más controversiales tópicos epocales. Con la emigración china y el tráfico de mano de obra esclava como marco histórico, el autor maneja una compleja urdimbre de temas de la Cuba contemporánea: el tráfico ilegal de drogas, la lucha de los guardafronteras cubanos por evitar el siniestro, el conflicto cultural entre extranjeros y cubanos, los estereotipos del machismo.
¿Por qué la isla de las alucinaciones? ¿A qué se debe esta metáfora?
Quiero decir que yo no estoy haciendo política con la novela. La Isla de las alucinaciones es una islita imaginaria, misteriosa, rodeada de arrecifes, bancos de bruma y llena de espejismos.

«Y sí. Hay cierto paralelismo entre Cuba y la isla de las alucinaciones de mi novela juvenil. Cuba tiene una peculiaridad que provoca una obnubilación, una alteración de los sentidos. Recordemos que Cristóbal Colón llegó a Cuba diciendo que era Japón. Y después dijo que Cuba era la tierra más hermosa que ojos humanos habían visto. Además, todos los extranjeros que vienen a Cuba se quedan prendados de su belleza. Y el ron, el tabaco, el café, principales símbolos de nuestro país altera los sentidos, provocan alucinaciones.
La leyenda de Taita Osongo, Taita Osongo el camino del monte, La isla de las alucinaciones y Mi tesoro te espera en Cuba, y otros, son libros que tienen a Cuba como foco espacial. ¿Cómo cataloga su literatura? ¿Apegada a esta Isla?, ¿cargada de folklorismo? o por el contrario.
El folklorismo es excepcional en mi obra. Yo hago una literatura bastante universal. Lo explica que tenga libros publicados en doce países y una decena de lenguas. Si yo fuera extremadamente aferrado a Cuba en mi literatura, si empleara nuestra variante lingí¼ística e hiciera constantes referencias, ello hubiera sido muy difícil lograrlo.
Si bien Joel anduvo por el mundo con maletas y cuentos, bien se ha asegurado de que los niños cubanos y los no tan niños hayamos disfrutado de las creaciones. Comprometido con la promoción literaria, en los últimos años siempre esperamos su presencia en la Feria santaclareña. Aunque en esta ocasión no estará para presentar –y firmar cariñosamente las Aventuras de Sheila Jólmez…, Joel, un Conan Doyle a lo cubano, recibirá el eterno agradecimiento de Santa Clara, una ciudad reinventada, ennoblecida, inmortalizada en las páginas de las bienvenidas aventuras.