Andar el espacio público

De paso por Camajuaní­, una parada obligada está en el parque Leoncio Vidal Caro, no de muy grata impresión por el desaliño de algunos de sus monumentos.

Compartir

Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
2410
18 Agosto 2019

De vuelta a Camajuaní­. Hago recorrido de detenimiento por el Parque Central y su entorno, Monumento Local desde hace 12 años. Prometo no hablar del antiguo hotel Cosmopolita y sus misterios reconstructivos. No niego aquellas pasiones que llevaron a los «Escudriñando Archivos », una pasada columna, a la indagación minuciosa por estas tierras del tránsito de agosto-septiembre de 1892 de Ignacio Cervantes y Rafael Dí­az Albertini, nacionalistas de la pianí­stica cubana.

Un asiento a veces frecuente: la tarja que identifica la declaración de Monumento Local. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Monumento a los mártires de la gesta revolucionaria. Apenas puede leerse la inscripción. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Aquel periplo de los músicos incluyó Placetas, Remedios, Caibarién y Sagua la Grande. Dos años después Cervantes hizo otra gira artí­stica. La mirada también ocupó en el nacimiento de 1895 a Claudio Brindis de Salas, el violinista, en conciertos por teatros cercanos. Esas constituyen historias anteriores, y de contrastes de fuentes documentales. Similar propósito tuvo la observancia a los acontecimientos armados de insurrectos incorporados a la Guerra Necesaria contra España. De eso hablé antes.

El busto a José Martí­, el Apóstol cubano, le sustrajeron el escudo nacional y una lámina de mármol. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Detengo la marcha en el parque, próximo en septiembre a los 111 años de existencia. El espacio público testigo de la historia y de arquitectura decimonónica tiene cierto abandono. No existe un resguardo de los monumentos que allí­ exhiben, y cuando los cuidadores lo hacen, al menos, dejan una persistente chapucerí­a en sus actos. No hablemos de los «vándalos » que rodean el entorno y de los deteriorados bancos de granito.

Por dentro, la Glorieta, de estructura octogonal e influencias del art déco con apenas reflectores en exteriores, constituye un sí­mbolo del paseo. Creo que las habituales retretas de la banda de música no ocurran en horarios nocturnos, porque carece de luminarias en el interior.

De los bustos y monumentos, al dedicado a José Martí­, erigido en 1938 por cuestación popular, se le perdieron un enchape de mármol y el escudo nacional. ¿A dónde irí­an a parar? Un misterio.

En la estatua a las madres, de tanta lechada de cal, se pierde la lectura del texto de inscripción. Tal parece que hay un gusto desmedido por el empleo de ese tipo de pintura. Incluso, en el obelisco a los mártires hay residuos en la tarja de bronce, que un dí­a quisieron sustraer, según se aprecia.

Monumento a las madres, Camajuaní­
Capas y capas de pintura encima del monumento a las madres. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Monumento dedicado a la victoria sobre el fascismo, inaugurado el 3 de septiembre de 1945. Una clase de historia allí­ se puede impartir. (Foto: Luis Machado Ordetx)

En tanto, el obelisco al coronel Leoncio Vidal Caro, construido en 1978, tiene similares huellas del enjalbegado en un busto en bronce que esculpió a principios de la quinta década del pasado siglo el villaclareño Alfredo Gómez.

Obelisco construido después del busto original de Alfredo Gómez, dedicado al coronel mambí­ Vidal Caro. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Rastros de pintura sobre el busto en bronce de Leoncio (Guapetón) Vidal Caro. Al fondo el antiguo hotel Cosmopolita aguarda por su demolición. (Foto: Luis Machado Ordetx)
 «La niña de la sombrilla ». original de Adoración Hernández Pérez
La escultura «La niña de la sombrilla ». original de Adoración
Hernández Pérez, espera por una restauración. (Foto: Luis Machado
Ordetx)

Mejor conservado, aunque exento de atención sistemática, aparece el monumento a la victoria sobre el fascismo, una de las pocas que en septiembre de 1945 se establecieron en espacios públicos cubanos.

¿Qué decir de La niña de la sombrilla, conjunto escultórico de Adoración Hernández Pérez? Ya no se trata de los dedos fracturados que un dí­a reconstruyeron. Tampoco, de los desechos sólidos que allí­ vertí­an y del agua derramada en la fuente. Ahora se perciben daños malintencionados. Instalada en una de las remodelaciones que sufrió el paseo en los años 80 del siglo anterior, es una pena que un dí­a desaparezca por falta de cuidado.

No hablemos de la placa que recuerda la declaración de Monumento Local, presunto asiento de ocasión de alguno que otro morador que prefiere la fronda de los árboles para disfrutar de un rato de aparente tranquilidad. Cuidemos siempre del parque Leoncio Vidal Caro, y hagamos del recinto más visible, a cielo abierto en Camajuaní­, el encuentro permanente de la historia social y cultural de una localidad que sabe apreciar como pocas las grandezas creativas surgidas en el escenario espiritual del pueblo.

Comentar