Aunque no existe hecho histórico que comprueben la existencia de fulano, mengano, zutano, perengano y el copón divino, su presencia está ahí, en la lengua popular.
Puede que alguna vez te hayas preguntado cómo Fulanito de tal llegó a la lengua popular. O Menganita, Menganejo y Esperanceja, que se la pasan rondando por la boca de los cubanos. ¿Y qué me dicen de Andoba, cuyo aprecio desapareció entre los comentarios de los interlocutores que lo señalan con el dedo?
Realmente, no existe hecho histórico que relacione a fulano, mengano, zutano, perengano y el copón divino con reverendos personajes históricos. Sin embargo, parece que los lingí¼istas han descubierto el agua tibia al asegurar que algunas de estas formas gramaticales provienen del árabe: fulano significaba ‘tal’, mientras que mengano, ‘quien sea’.
A este mejunje de nombres indefinidos se suma perengano, que es más reciente y de poco uso en Cuba. Otros estudiosos del idioma especulan que este vocablo se debe a la combinación del apellido Pérez con la palabra mengano.
En otras lenguas también existen expresiones con similar carácter. Si en el mundo hispanohablante los fulanos rompen el récord de menciones, en inglés ocurre con John Doe y su señora Jane Doe. Por su parte, el francés emplea en cadena los tres nombres más frecuentes: Pierre-Paul-Jacques.
En los países bálticos se prefiere decir «N.N. », del latín nomennescio, que tiene un obvio significado: ‘desconozco el nombre’. En Rusia se emplea la sonorísima tríada Ivanov IvanIvanovich, y en Filipinas prefieren las sencillas construcciones Juan y Juanita de la Cruz.
Y ¿qué otros «nombres » utilizas tú para juzgar a los «sin nombres »? Coméntanos a través del correo yinet@vanguardia.cu Así podremos compartir, profundizar en algunas curiosidades de nuestra lengua y enriquecer la variante que hablamos, nosotros, los cubanos.