500 palabras a La Habana

En este revuelo nacional por la fundación de La Habana, desde Tengo la Palabra el mejor de los homenajes: 500 palabras para mi capital.

Compartir

Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Yinet Jiménez Hernández
Yinet Jiménez Hernández
2064
13 Noviembre 2019

En el revuelo de dedicarle todo el pensamiento a La Habana, no pudimos quedarnos detrás. Honor a quien honor merece. Y en esto de lengua cubana, nacionalidad y criollismo, la ciudad maravilla acumula cinco siglos de méritos.

Que me acompañen en pensamientos los personajes de factura capitalina que han devenido leyendas idiomáticas: Matí­as Pérez, el Rey de los Toldos, que en el Paseo del Prado voló y no regresó; la pobre Lola y su hora fatí­dica; la mismí­sima gata de Marí­a Ramos, que tiró la piedra y escondió la mano...

Esta última, otra historia de sangre y amorí­os desenfrenados, invierte su tono para denotar picaresca y malicia cotidiana. Cuentan que la doña, una señorita poco católica del barrio Jesús Marí­a, encontró en la cocina a su proxeneta ensangrentado.

En el esclarecimiento de los hechos, Marí­a, ni corta ni perezosa, insistió en afirmar que la única que se encontraba en la morada era su inofensiva gatica Mimí­.  Finalmente, sin que esta pudiera siquiera defenderse, el Diario de la Marina juzgó al felino como culpable de semejante acto de hipocresí­a.

Si no me creen que a La Habana le podamos endilgar el tí­tulo de proactiva lingí¼í­sticamente, calcen mis argumentos con la fiesta del Guatao a la vera del camino real que iba de La Habana a Vuelta Abajo para que se convenzan de dónde vení­an los vecinos que, en ese sitio, por un no sé qué, armaron la gorda.

Los criollitos han demostrado que no les faltan pantalones para mantener por siglos esas frases y otras que datan del tiempo en que el «Morro era de palo ». Por ejemplo, aunque pocos conozcan la raí­z de «a la hora de los mameyes » que alude al color de los uniformes militares, las casacas inglesas y los pepes antonios, aun en la ignorancia del hecho lograron mantener invicto dicho juego de palabras.

Ni soñando podré llegar a las 500 frases populares en estas pocas lí­neas. Serí­a como meter «La Habana en Guanabacoa ». Sin embargo, no me puedo permitir, como una cubana que se respete, evadir la moda de las dedicatorias numéricas. Así­ que, desde esta sección de la lengua cubana, aunque sea simbólicamente, 500 palabras para mi capital.

Y tú, acostumbrado a los cálculos milimétricos y a retarnos amistosa-mente, te veré contando los vocablos de esta sección «hasta que se seque el Malecón ».

Comentar