¿Qué es una página en blanco? ¿Un espacio vacío, una claridad cegadora, un abismo al que se acerca con temor? Tal vez sí… tal vez. Sin embargo, para alguien como Sergio, la página en blanco siempre será una obsesión. Las mañanas invernales despiertan en él un espíritu creativo. Entre la navidad y los festejos de año nuevo el mundo se distrae, las personas están inmersas en otro universo, en otra alucinación. Escribir le parece entonces una especie de «trabajo secreto ».
En sus creaciones, donde no faltan el humor y la ironía, asume una voz acusadora, contestataria e inquisitiva. Percibe la realidad de manera muy particular… realidad que devuelve en forma de poesía fresca, única. Por ello ha alcanzado importantes lauros nacionales e internacionales, como el XXIX Premio Loewe a la Creación Joven en España, que conquistó con su poemario El frio de vivir en 2017 y, además, obtuvo recientemente el galardón de la Crítica Literaria en la Isla.
«Está muy bien lo que has escrito para ser tan joven ». Ese fue el mayor elogio que recibió al publicar su primer libro. Solo los tontos e incautos demeritan a lo joven. Solo ellos olvidan que cuando esfuerzo y talento se juntan, nacen ángeles.
Poesía y felicidad ¿acaso son sinónimos?
Cuando escribo poesía soy el hombre más feliz del mundo, como también el más desgraciado. Aunque parezca paradójico, hay mucho goce en el sacrificio. El verdadero sacrificio es gozoso; lo hago por amor y no por obligación, lo hago como lo que soy. El ser y el hacer están en consonancia.
«Supón que mañana me digan: “Una de tus hijas necesita un riñón, debes donar un riñón para una de tus hijasâ€; sería un gran sacrificio pero… ¡qué alegría poder salvarla! Pasa lo mismo con la escritura. Genera cierta agonía el hecho de arrancarle algo más al misterio, quitarle la careta al misterio luego de tantos siglos de poetas. Aun así, cuando veo el poema sobre el papel, e incluso después, es imposible no experimentar la felicidad ».
Tus hijas tienen una edad en la que sueños y fantasías toman el protagonismo. A los ojos de todos, tú eres poeta; pero a los ojos de ellas…
Son muy pequeñas, todavía no tienen conciencia de eso. Ellas se encuentran en el estado en que el hombre es inmortal, porque no tienen idea de que existe la muerte. Todo objeto que toquen entonces, es sagrado. ¡Me encanta ser padre! No quiero ser «papá poeta », solo quiero ser papá.
¿Nunca has pensado en dedicarles un poemario?
No he pensado en eso. Una cosa es arte y otra es vida, a pesar de que se encuentren a veces. He escrito algunos poemas relacionados directa o indirectamente con ellas, pero no un poemario íntegro. No me lo he propuesto ni me lo voy a proponer, porque veo a mis hijas muy superiores a cualquier cosa que yo escriba. Todo poema al amor es ínfimo, porque el amor es más que eso.
«Esto me hace recordar un poema titulado Hijas, que se encuentra en mi libro La canción del crucificado:
El animal llamado Hijas es hermoso. / Tiene dos corazones que te muerden y te absuelven. /Tiene huesos tiernos como brotes, / carne como de cordero tierno. /El animal es rubio en la mayor/y trigueño en la pequeña. /El animal llamado Hijas es único, /pero mejor comprarles dos muñecas: /compartir un juguete significa despedazarlo. /Para escribir que no me falte alba, /que no me falte alma. /El animal llamado Hijas/y el animal llamado Madre de Mis Hijas/se acuestan junto a mi sangre. /Los sabuesos del cielo escarlata/nada saben de lo sagrado. »
En tu libro El frio de vivir presentas a la vida como un personaje cruel, que se ríe de todos con su pistola descargada. ¿Alguna vez sentiste el frio de su arma en tu rostro?
La vida es cruel… disfrutable… hermosa. Considero que, hasta las personas más ajenas a la vida, se han sentido encañonadas por ella. A casi todos nos ha tocado presenciar algún nacimiento o alguna muerte. Existe cierto pago, algo así como una deuda que la vida se encarga de cobrar cuando sufres tu primera muerte… la de alguien que amas, me refiero a la muerte de alguien que amas. Entonces, sientes cómo la vida te punza, cómo te muerde la carne ». Me confesó muy serio, con la mirada perdida en el vacío.
«Con El frio de vivir quería salirme de la poesía de crítica social, política, económica… quería salirme de eso, buscaba una voz mucho más amplia. Sus páginas no solo están marcadas por el tema del amor y lo familiar, sino también por una crítica a mi propia poesía. Este poemario resulta el primer movimiento del medio juego y… en el medio juego uno nunca puede permitirse los errores que comete en la apertura, dígase mis libros anteriores, sobre todo si quiero ganarle la partida a la eternidad ».
Un poeta se casa con la vida, pero vive enamorado de la muerte…
Todo al fin, se reduce a esa batalla. El hombre es el único animal que tiene conciencia de que va a morir y aun así, no logra concebir la muerte. Como ser humano, estoy condenado a la muerte, condenado a defenderme de ella ¡Un poeta tiene que ganarse su muerte! ¡Hay que saber morir!
¿Y cómo tú te ganas la muerte?
Apostando por la vida. Es necesario casarse con la vida luego de fecundarla… es un matrimonio de conveniencia. Me respondió con una sonrisa.
Nada más fácil que encontrar la aguja en el pajar (…) Difícil, lo que se dice difícil, es encontrar la aguja tu aguja, la aguja que eres en el Universo. ¿Has encontrado ya tu aguja?
Es una relación dialéctica… sí y no. La idea de encontrarse, en realidad, es la idea de estar constantemente buscando. No existe un «encontrarse » definitivo. Uno necesita perderse para luego encontrarse, perderse y encontrarse sin soberbia ni autoengaño. Muchos poetas intentan encontrar la poesía fuera, sin antes reconocerse en su perdición. Saben a dónde quieren llegar pero no saben dónde están.
Sergio cubre de versos el papel como quien apuesta su existencia en la ruleta rusa, como perro que aúlla cuando lo levantan en vilo; como pabellón de caza, como estrella en germen. «Al escribir tengo la capacidad de ser yo, pero también de ser otro; puedo inaugurar periodos y crear un mundo dentro de mi propio mundo. He sentido que hay un perpetuo renacer en mí y eso es lo que me gusta ».
Dice que el lugar ideal para escribir es la cabeza y el corazón del poeta. «La inspiración me ha sorprendido en una guagua, mientras camino por el parque Vidal, acostado, en un café, en todos los sitios. El lugar perfecto para escribir es el mundo ».
¿Puede cualquiera ser poeta o la poesía es solo para elegidos?
Según Gabriel Celaya, el poeta es un artesano de la palabra, por otra parte Vicente Huidobro reconocía al poeta como un pequeño Dios. Considero que todo elegido es también un maldito, porque necesita cumplir alguna misión, lo cual es muy parecido a la angustia. Es por ello que, en su poema El albatros, Charles Baudelaire dice: […] El poeta es semejante a ese príncipe de las nubes/que frecuenta tempestades y se burla del arquero: /exiliado en el suelo, entre mofas y abucheos, /sus alas de gigante le impiden caminar.
«Todas las personas somos animales de lengua. Cualquiera sí puede escribir un poema, pero…eso no significa que sea poeta o que sea poesía lo que ha escrito. Para hacer poesía es necesario respetar las convenciones del género, tales como: rima, media y muchas otras. Cuando se logra dentro de esas leyes implantar otras nuevas, ahí tienes buena literatura. »
¿Es posible concebir un poeta sin inocencia?
No, no lo creo posible. Eso no quiere decir que todos los poetas sean conscientes de su inocencia. ¿La rosa sabe que es una rosa? ¿Un pájaro sabe que es un pájaro? Muchas veces el poeta es un inocente que desconoce de su inocencia. Inocente no en el sentido de tonto o ingenuo; sino en el sentido de puro. El espíritu de un poeta no puede corromperse por lo que es considerado “el mal†o aledaño a él. Hay mucha inocencia en el poeta, sobre todo en la mirada… la mirada primera, la del asombro y el redescubrimiento.
¿Alguna vez utilizaste uno de tus poemas para enamorar a una muchacha?
La historia del cortejo humano es linda y rara al mismo tiempo. Consiste en una fusión entre lo íntimo y lo social. En algún momento sí regalé poemas a una novia, pero no bajo la influencia de estereotipos, sino porque es una parte de mí. Quizá, si hubiera sido un trovador, en lugar de un poema le hubiese obsequiado una canción.
¿Crees que los poemarios dedicados al amor o al desamor, caen en el terreno de lo cursi, trivial y platónico?
No necesariamente, los buenos poemarios no hacen eso. Coincido con Rainer Maria Rilke cuando, en Cartas a un joven poeta, expresa: «No escriba versos de amor (…) Son los más difíciles, porque se necesita una gran madurez para poder decir algo propio ahí donde existen tantos buenos y brillantes aportes ».
¿Cuáles son los autores a los que siempre vuelves?
Jorge Luis Borges decía: «Quienes minuciosamente copian a un escritor, lo hacen impersonalmente, lo hacen porque confunden a ese escritor con la literatura […] » A medida que uno va desarrollándose en su arte comienza a cambiar de dioses. Aun así, hay dioses a los que siempre vuelvo como: Eliseo Diego, Vicente Aleixandre, Gastón Baquero, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, Wislawa Szymborska, por citarte algunos.
Si tuvieras que definir al poema en pocas palabras, ¿cuáles serían?
El poema es la estación visible del viaje mayor; comienza antes que la primera palabra y continúa después del punto final.