Los muertos de Xavier Carbonell

Este 2020 el premio Fundación de la Ciudad en el apartado de novela fue para el joven Xavier Carbonell por su texto El libro de mis muertos.

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 Xavier Carbonell, escritor
Xavier Carbonell, premio Fundación de la Ciudad en el apartado de novela. (Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado).
Laura Seco Pacheco
3560
20 Julio 2020

El premio Fundación de la Ciudad cada año reconoce el quehacer literario de creadores de toda Cuba en las diferentes categorí­as en competencia. El galardón en el apartado de novela resulta uno de los más disputados, por la gran calidad de las obras en concurso.

Este año, el premio recayó en Xavier Carbonell con su texto El libro de mis muertos, en el que condensa algunas de sus obsesiones literarias. La noticia la recibió en el centro de aislamiento de Sitiecito, en Sagua la Grande, donde transcurre su cuarentena luego de regresar de la India. Inquieto e incansable, este joven filólogo de apenas 25 años bebe de las influencias de Lezama Lima.

Sobre esta, su primera novela, Vanguardia habla con él.

¿De qué trata El libro de mis muertos?

Es una novela sobre un hombre que recupera su memoria. A medida que el protagonista retorna a los escenarios de su niñez va tejiendo las vidas de aquellas personas que fueron importantes para él. El resultado es circular: quizá la novela que lee el lector es la misma que está siendo escrita por el personaje principal. Al final es la vieja herencia de Cervantes como dirí­a Kundera, pero con mucha menos maestrí­a y talento. Y, efectivamente, constituye mi primera novela.

¿Cuáles son los temas que tratas?

Xavier Carbonell, escritor
Xavier Carbonell, escritor. (Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado).

Los mismos de todo lo que he escrito, que son también obsesiones de vida: la memoria, el tiempo, la muerte, lo irrecuperable, la isla. Y luego otros más vitales: los libros, el idioma, la comida y el tabaco, sobre el cual preparo un libro bastante entusiasta y a veces divertido.

La redactaste hace un par de años y dices que ya no te reconoces en ella. ¿A qué se debe este cambio?

La escribí­ a mediados de mi carrera, tení­a ideas diversas sobre la escritura, no demasiado distintas, pero diferentes al fin y al cabo, y esas «costuras » e improvisaciones se notan en el texto.

«He tenido que reconciliarme con la novela, entender que responde a una edad, a una formación y a un momento de mi crecimiento. Luego he escrito mucho más, mi literatura ha cambiado tanto como yo, aunque permanecen las mismas inquietudes que antes te comenté, y también igual vocación: la novela, el relato, contar historias ».

  ¿Cómo comenzó tu amor por la literatura?

Uno va armando su memoria sentimental de recuerdos, palabras, sabores y lugares. Cuando creces y las cosas comienzan a perderse, queda un sentimiento de querer salvar todo eso que se va. Tuve la suerte de rodearme de libros e historias, desde niño. La única manera que conozco de recuperar las cosas es escribiéndolas. Y, a veces, inventándolas. Ese es también el tema de la novela.

Te graduaste de Filologí­a, pero eres un trabajador incansable. ¿Desde estudiante te has vinculado a sitios y editoriales? ¿A qué se debe?

No hay muchas explicaciones metafí­sicas para eso. Un dí­a le dije a mi amigo, el padre Juan Manuel Fernández, sacerdote muy querido y santaclareño entrañable, que necesitaba trabajar. Esa fue mi entrada a la Biblioteca Diocesana, que todo el mundo llama «la biblioteca del Obispado ». Es una casa de conocimientos y de amigos, sin la cual no hubiera podido escribir mucho de lo que he escrito.

«Además, me unen a ese sitio innumerables ví­nculos afectivos. Trabajé como editor en Capiro y luego en Umbral. También hago periodismo cultural para SIGNIS, la asociación católica mundial de comunicadores, con sede en Bélgica, de la cual soy corresponsal. Para colmo, enseño Latí­n y Literatura en el Obispado. Por suerte, la Filologí­a lo entrena a uno para atravesar todo eso, con mejor o peor fortuna, pero con mucha pasión. Pienso que escribir tanto sobre el tiempo es como una especie de soborno filosófico. En ese sentido soy un ladrón de tiempo ».

Lezama en ti es un modelo dentro de la literatura. ¿Qué encuentras en él? ¿Ha influido en tus propios trabajos y en tu formación como escritor?

Estoy, a nivel de escritura y estilo, en las antí­podas de Lezama. Mi prosa, si bien no es tan concisa ni limpia, le sale corriendo al barroco. Sin embargo, existe una gran afinidad de preocupaciones, algunas heredadas, muy a conciencia, del Buda de Trocadero. Le dediqué mi ensayo final en la carrera. Paradiso es un ejercicio de memoria, de recobrar un tiempo que jamás pasó y una historia que es también leyenda y palabra. Lezama es un gran maestro de cubaní­a. Solo gente como Lezama, Martí­, Carpentier, Cabrera Infante, o músicos como Ignacio Cervantes, quizá Lecuona, etc., han logrado ver y tocar el alma de Cuba. Y por suerte, la han conservado para nosotros.

Xavier Carbonell, escritor
(Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado).

Eres de los pocos escritores que, siendo tan joven, ha recibido este premio. ¿Emocionado? ¿Lo consideras un termómetro? ¿Te sientes satisfecho con él o crea una expectativa mayor?

Les agradezco mucho a los que premiaron esta novela. Rompieron el hielo, porque habí­a acumulado «secretamente » mucha escritura de ficción sin querer publicarla. Mandé casi por casualidad esta novela a un premio que, por lo general, se otorga a escritores con mucha carrera y oficio. Voy a tener que pedir disculpas por esa novela, cuando publique lo demás. Porque el primer libro parece que marca cierta lí­nea narrativa. Ahora estoy más en paz, aunque no me guste tanto. De ella solo conservo el puñado de inquietudes que trataré de «descargar » en otros textos.

¿Qué más podemos leer de ti? ¿Próximos proyectos?

Hay una novela que acabo de escribir y que se llama "Náufrago del tiempo", sobre un hombre que recorre la historia de la isla hacia el pasado, desde ahora hasta la conquista, y de ahí­ hasta que Cuba desaparece en el mar. La escribí­ en la India, con mucha nostalgia por Cuba. Antes hice otra, policial, sobre antigí¼edades, litografí­as y libros viejos; dos libros de relatos, uno de ensayos, artí­culos, «perretas » y juegos de palabras: se llama, para que tengas una idea «El Café de los Apocalí­pticos ».

«También está el "Manual del fumador reincidente", del que te hablé al principio. Espero que todo se vaya publicando en su momento. Ahora preparo una novela muy compleja de escribir, pero que resultará divertida de leer, sobre el ataque de los ingleses a La Habana, en 1762. Será una revisión a fondo de nuestra tradición literaria, la picaresca y el choteo cubanos y, por supuesto, los contratiempos históricos que hacen que vivir en Cuba sea siempre una gran aventura. Esa es la aventura que quiero contar en mis historias ».

 

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