Lo que esconde la familia

Cada personaje se desenvuelve en hogares tipo diferentes, que destapan realidades vividas entre cuatro paredes y condicionan sus comportamientos y motivaciones.

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Yinet Jiménez Hernández
Yinet Jiménez Hernández
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01 Septiembre 2020

Adolescentes, como cualquiera de los nuestros. Romances sanos y de mariposas en el estómago. Amistades fuertes, de esas que se admiran toda la vida. No son adultos, pero sí­ jóvenes conscientes de que en El rostro de los dí­as revelan parte del universo de los adolescentes cubanos.

Aunque Lí­a encontró un espacio fraterno en su grupo de adolescentes, en quienes deposita sus más í­ntimos secretos, estas relaciones nunca suplantan el valor de la comunicación con una madre. (Foto: Tomada de Internet)

Si bien el guionista eligió el tópico de la maternidad como hilo central, los televidentes cubanos giraron de manera repentina el foco de atención hacia subtramas cuyo centro son cuatro jóvenes personajes: Lí­a (Liliana Sosa), Sheila (Karla Domí­nguez), Saúl (Rodrigo Gil) y Marcos (Eddy Briggs).

Lí­a y Saúl están aprendiendo lo que es tener una relación de pareja, una relación «inocente »; lo que es cuidarse uno al otro, apoyarse y confiar. (Foto: Tomada de Internet)

«Ellos muestran excelentemente un buen grupo de adolescentes cubanos, sus conflictos, situaciones familiares, y la importancia de las relaciones de amistad y de pareja en esta etapa », explica Beatriz Estupiñán, profesora del Departamento de Psicologí­a de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas.

Cada personaje se desenvuelve en hogares tipo diferentes, que destapan realidades vividas entre cuatro paredes y condicionan sus comportamientos y motivaciones a:

Una Cuba donde muchas familias de profesionales viven en condiciones desfavorecidas económicamente.

Una Cuba donde aquellos que reciben remesas del extranjero logran evadir preocupaciones y responsabilidades. Una Cuba donde no todos los jóvenes quieren estudiar, y muchos de ellos imponen retos a su reloj biológico con la pretensión de crecer, ayudar en casa y ver a la familia feliz.

No es secreto para Cuba entera que la violación de Lí­a por René, su padrastro, convirtió a la muchacha en el personaje más atractivo de la telenovela en el horario estelar. Lí­a es un arquetipo de joven; representa la más desenfadada alegrí­a de la edad, la estudiante correcta, la joven enamorada, la hija cariñosa, que llega a perder toda la confianza en su madre, cegada por el amor de pareja. (Foto: Tomada de Internet)

Una Cuba donde las madres de las muchachas «ahorran » por encima de sus posibilidades para celebrar las tradicionales fiestas de 15.

Una Cuba que se ve sesgada por la emigración, los divorcios y las rupturas familiares en diversos órdenes.

Además, la propuesta televisiva ofrece una mirada de género muy interesante. Y si bien es cierto que, en este sentido, Lí­a carga en su espalda la mayor fuerza dramática, solo analizando el conjunto de personajes que la complementan podemos valorar sus emociones.

El mensaje de bien público es una verdad de Perogrullo, un secreto a voces: las niñas, las adolescentes y las jóvenes son vulnerables sexualmente, hasta en el propio hogar. Pero hay más: a veces, los padres desoyen a los hijos, y desde su incapacidad de escuchar acaban hiriendo a quienes más aman.

La confianza y el apoyo que se espera en estos casos son sustituidos por el escepticismo, y la ví­ctima termina actuando desde el miedo. Entre toda esta turbulencia, y a pesar de las debilidades económicas, Marcos y Sheila parecen estar en un oasis de estabilidad familiar: ellos logran acaparar la atención de los televidentes.

«Marcos y Sheila viven en una familia estable y funcional, con su madre, su padre y su nuevo hermano. Marcos refleja a un gran número de adolescentes que prefieren crear su propio negocio antes que estudiar. Sin embargo, sus padres exigen esa continuidad de estudio », expresa la psicóloga Beatriz Estupiñán. (Foto: Tomada de Internet)

«Así­ es, recuerdo mi niñez cuando éramos muy humildes, pero más felices que ahora, sin juzgar a nadie por cómo viste o lo que tiene », comenta un internauta en el grupo de fans de la novela en Facebook.

Aunque conocemos que no es superobjetivo de El rostro…, «quedan fuera adolescentes cubanos con grandes crisis de rebeldí­a, que tienen problemas escolares, relaciones de pareja inestables y relaciones sexuales desde edades tempranas de la vida », puntualiza la psicóloga Beatriz Estupiñán.

Saúl mantiene una comunicación envidiable con su abuelo, sobre la base del respeto y el entendimiento. Entre ellos todo fluye. (Foto: Tomada de Internet)
El apoyo de Aurora, la tí­a adoptiva de Lí­a, es crucial. Esas escenas, llenas de comprensión hacia la muchacha, hacen pensar en la necesidad de la mano amiga en la sexualidad de las adolescentes. (Foto: Tomada de Internet)

Aun así­, en materia de reflexión, la telenovela ha sido un éxito: ha logrado revelar el telón de fondo de muchas familias y reivindicar problemáticas poco antes abordadas por los medios masivos y la televisión nacional.

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