Con idea original del actor y escritor villaclareño (Encrucijada), íngel Luis Martínez Rodríguez y la dirección de Noemí Cartaya, El rostro de los días ha devenido bálsamo en estos difíciles tiempos de la COVID-19.
La maternidad, como eje central de una Cuba envejecida y necesitada de aumentar la natalidad infantil, teje un entramado sobre las capas más sensibles de la sociedad cubana actual, y refleja sinsabores y alegrías de un cubano que vive su cotidianidad en melodramas.

El rostro de los días demuestra que podemos desempolvar las gavetas cerradas y secretos blindados de Félix B. Caignet, y apostar por un producto cubano que tiene, no El derecho de nacer, sino el derecho de crecer con renovado rostro de estos días.
Desde las redes, Angelillo, como cariñosamente algunos le llamamos, accedió a conversar acerca de su eterna pasión: escribir.
¿Por qué El rostro de los días?
En todas las novelas que he escrito, el título es lo que siempre me llega. Me sirve de guía, de mapa, de impulso. En el caso de esta telenovela, me llegó también desde que presenté el proyecto en su forma más incipiente. Incluso, recuerdo hasta el momento y el lugar exacto donde se me ocurrió: en la intersección de las calles Infanta y Manglar, cerca de mi casa.
« ¿Por qué El rostro de los días? Bueno, porque quería que la novela se acercara al rostro de nuestra realidad, a las personas que día a día comparten nuestro entorno, por supuesto, todo enfocado desde el tema de la maternidad y la paternidad en Cuba.
«Recuerdo que el título fue algo que discutimos bastante la asesora y yo, pues al principio no nos convencía. Se lo comenté a una amiga, actriz de la novela, y ella me dijo que esa denominación la remitía a la relación entre padres e hijos, ya que estos son los rostros que día a día ve una pareja después de concebirlos.
«Eso me dio una dimensión distinta a la que tenía, y poco a poco el nombre nos fue resultando mejor, hasta que finalmente fue ese el que se quedó. Considero que ha funcionado y se ha entendido, y lo que es mejor, creo que cada quien ha hecho su propia interpretación ».
¿De quién te llega la inspiración para escribir?
No lo sé. No hay antecedentes artísticos en mi familia, al menos que yo conozca. La radio quizá fue mi gran influencia. En mi niñez y adolescencia el radio no se apagaba en mi casa, y tal vez fueron sus historias las que me fueron atrapando. En mis años en Teatro Escambray escribí mis primeros guiones, pero no pasaron de una lectura dramatizada entre los demás actores y yo, muchas veces hasta de forma festinada y jocosa.
«Ya en la CMWH, vencí mi timidez y le entregué el guion de un radio-teatro a la asesora Ana Menéndez Barroso, una historia con miles de desmayos, que luego de varias recomendaciones, me aceptó. Después de ese momento no me he podido desprender más de la espada de Damocles, que significa escribir para los medios ».
¿Escritores de cabecera?
Me fascina Federico García Lorca, su teatro me hace vibrar. Fue uno de los primeros escritores que descubrí, a sugerencia de mi profesora de Español y Literatura en la secundaria. Quedé prendido de su obra dramática hasta hoy. Es mi referente y mi guía. Permíteme también hablar del inmenso Joaquín Cuartas, un escritor de radio que es mi referente más cercano, a quien admiro, pues he aprendido mucho de él ».
¿Temiste al saber que serías el sucesor de la novela Entrega?
Por supuesto que sí, el guion bien estructurado y la excelente realización de Entrega atraparon a la inmensa mayoría del público cubano, incluyéndome, por supuesto, pues fui un fiel seguidor y admirador de la propuesta.
«Esperé con susto el primer capítulo de mi novela; sabía que el público estaba expectante, pero si algo le agradezco a su equipo de realización es precisamente eso, haber subido la parada, tener el púbico a la expectativa y que todo el mundo viera mi primer capítulo, algo que generalmente no ocurre con las producciones nacionales ».

¿Ingredientes para aderezar el género melodrama?
Los mismos recursos que ya descubrió hace muchos años el gran Félix B. Caignet. No soy novedoso en ese sentido. La misma fórmula la usaron Dora Alonso, Iris Dávila, el propio Joaquín Cuartas, Marcia Castellanos Parra. El triángulo amoroso, que no debe faltar en ningún buen melodrama, sus protagonistas luchando por conseguir sus objetivos, y todos los obstáculos que se presentan en el camino para obtenerlos.
«También, los antagonistas, que se oponen con fuerza a que esos objetivos sean logrados. Los secretos del pasado, que determinan el presente de los personajes, la carta que nunca llegó, la verdad que no fue entendida.
«Déjame comentarte algo. El silencio de Lía fue algo que usé para mantener la atención de los televidentes. Por supuesto, considero que ella tiene sus motivos para no hablar inmediatamente, porque esta trama en específico está sustentada sobre una fuerte investigación; pero algunas personas no lo han entendido así, y se han desesperado. Nunca imaginé este gran impacto. Tengo amigos que me dicen a modo de broma que les recuerda, salvando la inmensa distancia, el silencio de Rafael del Junco, en El derecho de nacer ».

¿A qué atribuyes que nuestro melodrama esté tan deprimido, en ocasiones anémico, en estos últimos años? ¿Guionistas o realizadores? ¿Dinero y producción o inmediatez de la propuesta televisiva?
El tema es complejo y tiene muchas aristas. Para nadie son un secreto las carencias económicas a las que se enfrenta el país, y eso siempre incide. Pero pienso que el problema fundamental está en el mecanismo de producción, en la demora de las producciones nacionales.
«Ten en cuenta que yo comencé a escribir esta novela en el año 2014, la terminé a mediados del 2016, y la estoy viendo en la pantalla en el 2020. Eso desmotiva, desalienta. Y no todos están dispuestos a tanto tiempo de espera ».
¿Escribes para agradar a un receptor medio, pasivo o activo, o a la crítica especializada?
Escribo por una necesidad de decir lo que me preocupa, por liberar mis demonios, esas historias que me asaltan y a las que tengo que darles algún camino. Escribo para señalar senderos, dar pistas. Por supuesto, utilizo miles de ganchos coherentes para cautivar a mi público. La crítica especializada siempre la tomo en consideración, y muchas veces ha sido acertada en los puntos negativos que señala, al menos en mi obra, y la tengo en cuenta para crecer y mejorar. Me quedo con las miles de personas que integran los varios grupos de Facebook, los grupos que se han creado en WhatsApp y Telegram de fanáticos de la novela, con las personas que me llaman o me escriben, por toda esa inmensidad de televidentes que se sientan lunes, miércoles y viernes, a las 9:00 de la noche, para disfrutar de la novela cubana.
Un mensaje para todo aquel que se paraliza, me incluyo, frente al televisor para buscarles un nuevo rostro a sus días.
Agradecer. Siempre agradecer. Agradezco cada palabra de aliento, cada felicitación. A veces creo no merecer todo lo bueno que me ha llegado de la transmisión de la novela. También, me ha traído susto, porque verla en la pantalla me ha servido de aprendizaje y taller para futuras entregas.
íngel, disculpa, regálame un guiño en secreto, un adelantico, nadie se va a enterar, al menos no lo diré, lo prometo, acerca del final.
¿Sobre el final? (sonríe pícaro) Hay que esperar un poquito aún. Pero deseo mucho que el desenlace que soñamos complazca a los muchos seguidores de El rostro de los días.