Habíamos quedado en el Café Obrador. Él lo eligió y yo sentí que no había un lugar mejor para conversar que allí donde sus fotos sostienen las paredes y donde Santa Clara es una ciudad mucho más bohemia.

Parece difícil creerle mientras cuenta sus inicios en la fotografía. Viene de una familia donde nadie se ha dedicado a cultivar las artes. Dos interrupciones y un café después, me dice que aunque a sus diez años ya tenía una camarita y le gustaba hacer fotos no le dedicó mucho tiempo a practicar.
«Me fui a Santiago de Cuba a estudiar en el Seminario Católico San Basilio Magno con el objetivo de convertirme en sacerdote, y dentro del Seminario estudié muchas asignaturas. Era una vida entregada al estudio, a la oración y a las personas ». De esta forma tan insospechada, con la alegoría de un matiz espiritual que me hizo percibir en él la sensibilidad de la que hoy adolecen muchos artistas, Lorenzo habla sobre Luisa María, la profesora que le impartió la asignatura de Historia del Arte.
«Fue ahí donde se vigorizó en mí la atracción por las artes visuales. Llevaba tres años en el Seminario y mi papá me dijo que tenía una cámara profesional guardada ». Me cuenta que no era la mejor cámara, pero que decidió tomarla para emprender su camino en la fotografía. Y entonces, yo recuerdo al gran Ansel Adams que aseguraba: «El componente más importante de una cámara está detrás de ella ».
«Mi mamá fue un gran apoyo para mí durante en el tiempo en el Seminario y fue, además, ese impulso, ese apoyo que todo artista necesita y que la mayoría de las veces se encuentra en una madre. Aunque en mi familia no hay artistas, son ellos los primeros en ver mi trabajo, son las personas a las que acudo en primer lugar. La vida en el Seminario había sido muy interesante, pero no era lo que yo quería. Aprendí muchísimo, filosofía, historia del arte, latín… una serie de cosas que se han convertido en recursos para mi vida. Porque al final arte es el concepto, es sabiduría ».

Hablar con Lorenzo era como hablar con un abuelo. Su voz tiene la misma pasión que la de un niño mientras corretea por el barrio, pero hay algo tan viejo en Lorenzo que me pone a dudar hasta de su edad.
«Cuando regresé a Villa Clara me asocié con la productora audiovisual 4 Caminos, es una agencia que se dedica a hacer publicidad. Me inicié como creativo, participaba dando ideas, pero fue ahí donde ya cogí la cámara en mis manos y comencé a utilizarla, empecé a hacer mis fotos ».
Ciudad de piel es el nombre de las fotografías que a día de hoy exhibe el Café Obrador, su primer gran proyecto. Una idea que le llegó como llegan las grandes ideas, motivado por las acrobacias de sus amigos también artistas. Lorenzo regaló a Santa Clara su obra por sus 330 años 23 fotografías de valor incalculable.

Se dice orgulloso de su Santa Clara y fue así como recorrió durante meses los lugares más emblemáticos de la ciudad. Quizás por eso sus composiciones tienen vida en sí, porque Lorenzo sabe explorar el color de la misma forma que explora la calle, porque es imposible mirar sus fotos sin sentir cómo se mueven.
«He seguido trabajando, no en otra serie como Ciudad de piel, pero sí he hecho mis colecciones pequeñas; hay muchos proyectos personales dentro de mi estudio ». Mientras lo siento inquieto bebiendo su café, me lanzo a la idea de los meses de confinamiento y lo que esto supone en la mente de un artista que no para de moverse.

«Fue 4 Caminos lo que me inspiró, estuve con ellos mientras elaboraban máscaras que fueron donadas al personal de salud. Entendí que había mucha gente arriesgándose, haciendo cosas y sentí que debía hacer algo. Se me ocurrió que podía fotografiar a los protagonistas de la lucha contra el coronavirus en Villa Clara, porque yo soy de Villa Clara y es aquí donde está mi historia. Lo que hice fue buscar la manera de traer a mi estudio a 24 personas que han estado en la línea roja ».
Su proyecto transmedia empieza a inquietarme a mí también. Él me cuenta y yo no puedo parar de seguir sus manos agitadas como intentando dibujarme las ideas. Laudes (del lat. laus, -dis, alabanza). Lorenzo es un tipo agradecido por la vida y Laudes es quizás el gesto más genuino de su creación.
«Laudes, el nombre por el que todos me preguntan. Lo aprendí en mi formación religiosa, es el nombre que recibe la oración de la mañana. Laudes significa alabanza, sacado del latín directamente, pero traducido a nuestro contexto no puede ser otra cosa que gracias. Es un proyecto que tiene 24 fotografías, un cortometraje de ficción que fue rodado en el Cardiocentro y un documental ».
No es un proyecto común, mucho menos simple. Es la historia con frenos de un artista que no para de acelerar. Me asegura que muy pronto las fotografías y el corto estarán a disposición del público, y que no será una exposición normal, que intentará trazar esa línea roja delante de nuestros pies para que podamos ver donde él ve.
«Antes de que termine el año estaremos haciendo la premií¨re del documental, aún estamos trabajando en él. Ha sido uno de los mayores retos que he tenido con 4 Caminos, que es el auspiciador de este proyecto. Las autoridades del Gobierno en Villa Clara me han dado un empujón necesario, porque en determinados momentos ha sido difícil. De igual forma la Dirección Provincial de Salud ha ayudado con la indumentaria y la ambientación de los espacios; ambos han sido coproductores del proyecto ».
Han pasado 20 minutos y desentrañar los misterios que esconden los trajes de protección de nuestros héroes es cada vez una tarea más convulsa en la boca de Lorenzo. Entiendo cabalmente sus gestos y, a la vez, no entiendo cómo con solo 21 años su capacidad de concentración recrea un ambiente tan perfecto. «He dejado en todas las fotografías de Laudes un toque de debilidad, he empleado recursos visuales que demuestran que al personal de salud no se le ha dado toda la importancia que deberíamos. Han sido los protagonistas de una guerra grandísima y Laudes es mi manera de decir: gracias ». La manera que ha encontrado 4 Caminos y todos los que han puesto su empeño en hacer un producto de verdadero valor, de mostrar nuestro inmenso agradecimiento hacia el personal de la Salud en la provincia.
Decía Berenice Abbott que el fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia, que a través de su mirada él ahora se volvía pasado. Eso es lo que pasa cuando se conversa con Lorenzo, cuando se tiene su obra tan cerca y aprendes a sentirla. Cuando te dejas guiar por sus pasos de cazador de belleza. Lorenzo es un ser contemporáneo de sensibilidad descomunal.
Me habla de las veces en las que han despreciado su obra porque, como le dijeron en algún lugar hace poco, «no es profesional »; porque se niega a seguir líneas trazadas en papeles que no van hacia ninguna parte. Me habla de sus experiencias en 4 Caminos, y de cómo ha estudiado y ha aprendido en poco tiempo. Lorenzo me habla de lo mucho que disfruta su trabajo y yo pienso: Hay que estar locos para creer que este tipo no es un profesional.
Porque Lorenzo es un tipo inmóvil bailando en el desorden de su calle pilonga. Le ha buscado los sentidos y la ha construido a base de cristales, que son el reflejo de otros cristales, el reflejo de la ciudad que lo absorbe. Son él y su cámara en una pared menos quieta que la anterior. Lorenzo se ha conjugado en todo lo común y en él lo simple se convirtió en remolino. Lorenzo crea sobre lo roto y cree, como le creo yo mientras me habla, que no hay mejor lugar para existir.