Fue en la noche, en el portal de su propia casa, con músicos, bailarines, amigos, pueblo. Fue este 27 de noviembre, porque sí, porque lo merece. Rebeca Urribarren, la directora del coro municipal de Camajuaní durante sus 58 años de fundado, recibió un cálido homenaje de parte de los trabajadores de la casa de cultura Pedro Jiménez Hernández y jóvenes artistas.
Ya habían tardado demasiado los festejos con su coro, con sus colegas y alumnos, por la obtención del Premio Provincial de Cultura Comunitaria 2020, el pasado 20 de octubre.
En plena calle, recibió una gala rica en tradición y muy suya, pues hasta el himno de la localidad con que se abrió la velada lleva su mano, o mejor dicho, su voz.

El conjunto musical Son de Verdad y el danzario Nueva Generación ambientaron la noche, a la par de las improvisaciones sobre el folclor parrandero de los instructores de arte Pablo Broche y Yarisley Cárdenas.
En medio de la oscuridad, el brillo y el fuego de la Pasarela Enigma matizaron también el encuentro. « ¡Vaya sorpresa! No merezco tanto, de verdad », exclamó Rebeca, a quien los nudos en la garganta y la emoción hicieron vibrar su voz maestra. Ni sabría decirnos qué valora más: si el premio de cultura comunitaria o la celebración con su gente.

Empresas, instituciones y artesanos de la región se sumaron a los reconocimientos.
Las festividades acabaron, cómo no, con las canciones de los barrios que ella y su conjunto vocal ayudaron a salvar del olvido, y en una especie de changí¼í espontáneo, tan propio de la tierra de valles y parrandas.
Aunque distanciados, la multitud la rodea porque, como expresó en palabras el escritor Joel Sequeda Pérez, Rebeca es algo místico «de esa música implícita en las cosas más sublimes, parece estar hecho su nombre ».