La posibilidad de conocer al otro Silverio

El documental El otro Silverio es sensible, conmovedor y de una belleza muy sutil, que da pruebas de una singular vida y testimonia el viaje del reconocido teatrista, activista y promotor cultural al sitio donde nació.

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Ramón Silverio y parte del equipo de realización del documental El otro Silverio.
Arí­stides Vega Chapú
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23 Marzo 2022

Cuando uno cree que alguien como Ramón Silverio que lo ha dado todo por un proyecto cultural que transformó la forma de pensar de los santaclareños y, con ello, de muchos cubanos respecto a temas muy variados y complejos no tiene la posibilidad de asombrar con nada nuevo, el realizador José Ernesto Aparicio Ferrera se aparece con un documental sobre su vida anterior a ser conocido en toda Cuba como el más integral y persistente promotor cultural.

Y es que él brindó a todos la posibilidad de aportar, disfrutar, participar en su proyecto del centro cultural El Mejunje,  y no hay cubano interesado en los temas de la cultura que no conozca de este sitio, aun cuando no lo haya podido visitar.

El activista y promotor cultural Rmón Silverio en el lugar donde nació.
Ramón Silverio en el lugar donde pasó su infancia y adolescencia.  (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Hace poco convocó a colegas y amigos para que disfrutaran del documental El otro Silverio, del joven cineasta  santaclareño. Se trata de un material audiovisual  con una excelente fotografí­a, una música aportadora a la cual se suman los sonidos propios del campo cubano,  y donde el paisaje junto a hermosí­simos poemas que parecen haber sido escritos para el corto, testifican, junto a lo que Silverio confesó como discursos improvisados en la propia filmación, los primeros años de este hombre inteligente y sencillo, honesto y humilde, laborioso y comprometido. El otro Silverio es sensible, conmovedor y de una belleza muy sutil, que da pruebas de una singular vida.

Este proyecto audiovisual, auspiciado por la Dirección Provincial de Cultura en Villa Clara y el Centro Provincial de las Artes Escénicas, testimonia el viaje de Silverio al sitio donde nació. Un lugar ya inexistente fuera de sus recuerdos, pues donde estaba su casa y la pequeña comunidad a la que pertenecí­a es ahora un monte ganado por el marabú. Machete en mano él recupera ese espacio para, desde ahí­ mismo, contarnos sus recuerdos en el sitio en que nació y se formó como el hombre í­ntegro y amante de la cultura que es hoy. De esta forma reconstruye la pequeña y apartada comunidad donde creció y en la que recuerda haber visto pasar la Columna del Che camino a la batalla de Santa Clara.

Apoyándose en fotos muy bien conservadas, nos presenta a sus padres, nos describe su casa de yagua, techo de guano y piso de tierra. Nos cuenta de la modestí­sima escuelita en la que recibió sus primeras clases, cómo se convirtió en maestro siendo aún muy joven y cómo sintió la necesidad de sumar a esa profesión la de promotor cultural. También nos habla de cómo,  a pesar de no haber visto nunca una obra de teatro, se convirtió en dramaturgo para que sus vecinos y los niños de su escuela dieran testimonio de sus vidas a través de esa manifestación cultural. Y de cómo su profesión de maestro en esa comunidad apartada le permitió darse cuenta de que a través de la actividad cultural podí­a lograr mucho más de sus alumnos.

En esa zona tan apartada montó obras de teatro, enseñó poemas para recitarlos en actividades  escolares y de la comunidad, y logró participar en festivales estudiantiles hasta llegar al teatro La Caridad con una obra de su autorí­a.

Con todo ello ganó    prestigio y liderazgo en esa comunidad  cercana a la presa La Minerva, a cinco kilómetros más o menos de la Carretera a Camajuaní­,  y fue elegido y reelegido como delegado del Poder Popular en los inicios de esta manera de gobierno, hasta que se marchó del lugar.

Me consta que todo cuanto ha logrado Silverio ha sido con un gran esfuerzo. Lo conocí­ cuando él era actor del Centro Experimental de Teatro de Villa Clara en los años 80. Desde entonces ya soñaba con su proyecto, hasta que el sábado 9 de junio de 1984 pudo realizar la primera actividad de lo que años más tarde, después de haber pasado por varios a, tuvo su sede definitiva en la céntrica calle de Marta Abreu 12, en Santa Clara, ya con el nombre de El Mejunje.

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Escena del documental  El otro Silverio, de José Ernesto Aparicio.  (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Estuve en esa primera actividad, que se realizó en el lobby del Teatro Guiñol de Santa Clara con la complicidad de Margarita Casallas, entonces directora general de ese teatro. Soy testigo de que, como suele ocurrir con toda propuesta diferente, le fue extremadamente difí­cil fundar y sostener ese singular proyecto, hasta que con los años, por su perseverancia y entrega sin lí­mites, alcanzó un prestigio que hoy es orgullo de la cultura villaclareña.

El otro Silverio confirma, además, de dónde Ramón Silverio sacó fuerzas, saberes y experiencia para fundar y defender su proyecto cultural, el cual desde sus inicios se enfrentó a prejuicios y apatí­as. Estamos en presencia de un material revelador y muy útil, pues al revelar su historia personal, está contando una parte importante de la historia cubana. Conducido desde la más absoluta sinceridad, este material fí­lmico es un sensible testimonio que confirma los valores de su protagonista y nos ratifica el privilegio que hemos tenido de acompañarlo y premiarlo, sobre todo porque nos ha probado con hechos la grandeza transformadora de la cultura.

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