«Escribo poesía para agregarle belleza al mundo »
El joven santaclareño Reiniel Pérez Pérez resultó ganador del Premio Loewe de Poesía en su XXXV edición por su libro «Las sílabas y el cuerpo», con lo que se convierte en el autor más joven en recibir este lauro.
Reiniel Pérez Pérez es también miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Villa Clara y algunos de sus poemas han aparecido en la antología del grupo literario La Estrella en Germen. (Foto: Ernesto Alejandro Álvarez Alonso)
Victoria Beatriz Fernández Herrera
1822
13 Octubre 2022
13 Octubre 2022
hace 2 años
Hace apenas una semana, más de una docena de medios de prensa cubanos y españoles anunciaban el título de la obra ganadora del XXXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. Reiniel Pérez Pérez, con solo 23 años y siendo aún estudiante de la carrera de Licenciatura en Lengua Inglesa, en la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas, resultó merecedor de uno de los galardones más prestigiosos de la poesía en español por su libro «Las sílabas y el cuerpo ».
Cubano y villaclareño, Reiniel incursionó en la escritura a través de talleres literarios impartidos por reconocidos literatos de la provincia. Leany Vento, Yamil Díaz Gómez y Sergio García Zamora constituyen algunos de los referentes de quien se ha convertido en el autor más joven en recibir este lauro.
En 2021, obtuvo la Beca de Creación Rolando Escardó por el proyecto de libro de elegías «Homenaje y profanaciones »; en el propio año, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Villa Clara le otorgó la Beca Casa Seoane, en el género poesía, por «Tríptico del inocente ».
Durante la jornada literaria dedicada a la poetisa Carilda Oliver Labra y celebrada el pasado mes de julio, en Matanzas, se alzó con el Premio Extraordinario de Poesía. Al decir del jurado, la obra «Elegía del inocente y el maldito » resultó ganadora por la emotividad y riqueza poética de sus textos, escritos desde la defensa de la elegía, tan cultivada en las letras cubanas por nombres como Nicolás Guillén, Jesús Orta Ruiz y la propia Carilda Oliver.
Solo tres meses después, el poemario «Las sílabas y el cuerpo » convirtió a Reiniel en el nuevo «descubrimiento » de la Fundación Loewe, según expresara el poeta valenciano Jaime Siles durante la ceremonia de premiación.
Vanguardia conversó en exclusiva con Reiniel Pérez Pérez, el joven santaclareño que, aunque orgulloso y satisfecho por la distinción, solo ansía la publicación de su libro y la oportunidad de ser leído por personas de todo el orbe.
Fue ganador del premio de creación poética en español más importante a nivel internacional. ¿Al presentar su texto, lo creyó posible?
Nunca consideré la posibilidad de obtener el Premio Loewe siendo tan joven ni, incluso, de ganarlo en algún momento de mi vida. De cierta forma, lo siento como una oportunidad para que mi libro se lea y lo pienso como una inyección de fe en la literatura que hago. «Ganar dos premios tan prestigiosos en un mismo año resultó una sorpresa. No obstante, el galardón solo constituye una reafirmación del proceso de escritura. Con solo plasmar mis sentimientos en el papel, el libro comienza a tomar forma por sí solo ».
¿Qué temas le impulsan a escribir sus poemas?
Escribo sobre los sentimientos de las personas, sobre temas universales con los cuales cualquier ser humano podría identificarse. El amor, el tiempo y la muerte son ineludibles para mí.
«Con la escritura uno logra acercarse al otro, a la persona que te lee; pero también alcanzas encontrarte a ti mismo y plantearte tus propios problemas. Yo escribo poesía para agregarle belleza al mundo.
«En mi caso, los poemas anteceden al libro. Escribo las poesías sin ningún tipo de organización o directriz; luego, las reúno y conformo el volumen. Nunca he forzado la escritura ».
Entre tantos poemarios, ¿por qué presentar «Las sílabas y el cuerpo » ante el jurado de la Fundación Loewe?
«Las sílabas y el cuerpo » es un libro de poemas de amor. A través de sus páginas trato de ahondar en la relación que existe entre el lenguaje y el cuerpo, en la relación erótica del hombre con las palabras. Comencé a escribirlo en el año 2021 y supe reconocer su potencial desde el principio.
El jurado de este año, presidido por Víctor García de la Concha, y compuesto por Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, Margo Glantz, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Orlando Mondragón, coincidió en que resulta «un libro de amor carnal, casi obsesivo, que ahonda en la vida sexual de las palabras y goza de la presencia de lo amoroso del cuerpo, como tema emotivo y eterno ».
El también crítico literario Jaime Siles ha comentado a la prensa española que el poemario resalta «por la unidad de sus diez largos movimientos, mantenidos en tono, un tipo de verso y una temperatura de lenguaje admirables ».
Para la filóloga española Aurora Egido, «Las sílabas y el cuerpo » también trascendió como una revelación lírica. «Es una encarnación de la poesía en movimiento, con imágenes poéticas en secuencia muy logradas, donde el canto y el cuento están muy bien trabados y elaborados. Es un largo y completo poema de amor, de una prosa poética brillante ».
Entre 1976 participantes de 38 países y un total de 35 obras finalistas, Reiniel brilló. Me atrevo a asegurar que, además de su escritura unitaria y rítmica, su gran soltura expresiva y su voluntad de innovación también deslumbraron su personalidad, plasmada a través de los versos de sus poesías.
«Antes del poema existe el hombre. Si no mejoramos como seres humanos, nadie leerá nuestra poesía ni la utilizará para cambiar. Tengo muchos planes, muchos sueños; sin embargo, mi principal empeño es convertirme en una mejor persona ».
Padre*
Debajo de mi piel los siglos no han pasado, soy joven porque todavía no he salido de tus adentros. Soy joven porque aún no he conquistado la superficie de mi cuerpo. Eres el mismo Eneas llamado a fundar una ciudad sobre su derrota, sobre el territorio extraño de la muerte, el mismo que construyó ríos y ejércitos gemelos, los días y las noches romanas que se turnan para acariciarme. Padre, debajo de esta piel sigo temiendo la misma noche donde ardieron tus naves ante Dido, sigo temiendo el trueno y los bárbaros de confusas estaturas que regresan en la sangre. Sea acaso yo un ejército de tiempo, un estandarte cíclico que nunca debiera caer en la batalla ni ser horadado por pies ni manos. Debajo de mi piel los siglos no han pasado, y aún sigo esta lucha por salir de mí mismo, de ti mismo, por desunir la raíz de la historia y la raíz del hombre, por desunir el llanto de mi madre del llanto de tu esposa. Pero mírame, padre, la infancia sigue siendo el exilio de la historia, pero mírame, padre, no soy tu hijo desde hace tanto tiempo, soy el que esperas en la muerte, soy el fluir de una vida contra lo eterno, el fluir de las olas contra las olas, los legionarios de Calígula recolectando conchas al mar, el hombre frente a la batalla de su vida, acaso el hombre frente a la batalla de su muerte. Pero al final seré de ti la sombra extendida de un río y un epitafio al borde del camino, una legión de enfermedades repetidas, por donde has de volver derrotado por el tiempo y por esas sombras que poco a poco terminan por parecerse mí.