El legado de José Luis Cortés (El Tosco) continúa presente, a un año de su desaparición física. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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20 Abril 2023
20 Abril 2023
hace 1 año
No es fácil aceptar la muerte de un hombre como José Luis Cortés, el Tosco de Cuba, el amigo de los amigos, el maestro de muchos, el artista incondicional del pueblo. El vacío aún se siente, pero su legado nos sacude y nos recuerda que no se ha ido, que está ahí, con su flauta y su música inmortales. Falta mucho por calibrar en toda su dimensión la figura de este hijo de Santa Clara, quien nos dijera adiós un 18 de abril hace exactamente un año.
Nunca olvidó a su gente ni renegó del barrio que lo vio nacer, el Condado, sitio que durante décadas sufrió la discriminación, la pobreza, la estigmatización, el abandono y desinterés de la sociedad. De sus calles, solares, vecinos, pregones, los juegos de los niños, toques de santo, rumbas, comparsas, gritos, juegos de dominó, el contoneo de las mujeres al caminar, la guapería de los bravos del barrio... bebió y se impregnó hasta lo más profundo.
Todo ello lo vertió en su música, en las letras de sus temas, en la timba y cuanto género cultivó. Sus críticos, no pocos embriagados de elitismo y cierto sesgo hacia lo popular, lo tildaron de chabacano, vulgar, e incluso trataron de minimizar su grandeza como creador. Pero, cuando se hable de música popular bailable cubana no puede quedar fuera, bajo ninguna circunstancia, el nombre de José Luis Cortés, pues su contribución como músico, compositor, arreglista y director dejó una huella indeleble dentro del panorama musical.
Ante los ataques, el hijo del Condado ripostó que sus canciones eran para la gente de a pie, el obrero, el campesino, el barrendero, el estibador, el camionero, el machetero, y también para el maestro, el estudiante y todos los que, día a día, salen a «luchar» con humildad y decoro. El Tosco siempre lo tuvo bien claro, e independientemente de su vasto conocimiento y virtuosismo dentro de la música clásica. Tanto, que el respetable maestro Harold Gramatge comentó en una ocasión que si El Tosco se hubiese dedicado a lo clásico sería el mejor flautista del país en el género. Pero, el santaclareño se inclinó por lo popular bailable, lo cual revolucionó en buena medida con la creación de NG La Banda y su indiscutible aporte a la timba, que reinó durante la década de los 90 en la isla y otras partes del mundo en países tan variopintos y diversos como Italia, Perú y Japón.
También fue una dura etapa para Cuba, pero cuyas penurias la gente aliviaba de vez en vez en conciertos y fiestas populares donde la música cubana del momento constituía un aliciente. NG, Adalberto Álvarez y su Son, Juan Formell y Los Van Van, Paulito FG y la Élite, David Calzado y la Charanga Habanera, Isaac Delgado y Manolín El Médico de la Salsa, entre otros, levantaron nuevamente el interés por nuestra música de manera masiva gracias al boom de la timba. Y en ello El Tosco jugó un papel primordial. El maestro no solo causó admiración por su talento artístico, sino por su carisma, bondad y humanismo. No pocos artistas y agrupaciones le deben lo que son por su mano solidaria, gentileza y amabilidad, siempre dispuesto ayudar. A un año de entrar a la eternidad, José Luis Cortés (El Tosco) sigue junto a su pueblo a través de su legado musical, su flauta, su cubanía e incondicional amor Cuba. Su lugar en el altar de los más grandes está garantizado para todos los tiempos.