Genuinamente culta

Entrevista a Marta Anido Gómez Lubián, historiadora, folclorista y etnóloga de la ciudad de Santa Clara, sobre la historia, tradiciones, costumbres y leyendas de este pueblo.  

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Marta Anido, promotora cultural de Santa Clara.
Este 20 de mayo de 2023 Marta fue agasajada por su cumpleaños 92. (Foto: Tomada de Internet)
Chábeli Rodríguez García
Chábeli Rodríguez García
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23 Mayo 2023

Cada ciudad tiene una característica esencial que la define y la diferencia de otras. La cultura y la historia resultan dos de los rasgos esenciales de Santa Clara. De este suelo han nacido grandes poetas, músicos de alto rango, intelectuales con un corazón de patria entera. De los hijos ilustres de Santa Clara, Marta Anido destaca hoy como la más pilonga.

Ella ha atestiguado muchos de los momentos importantes de la ciudad. Su familia ha formado parte de ellos. Marta lleva en su nombre la identidad de Santa Clara, y en su sangre, la tradición de lucha y de cultura de este pueblo. Su mirada traslada siempre a otro tiempo y nos enseña, como en un libro, las tradiciones más sagradas de los santaclareños.

—¿Por qué pilongos?

—Ese nombre nos lo dio Francisco Antonio Hurtado de Mendoza, un sacerdote nacido en Santa Clara, alumno del padre Juan de Conyedo. Este último construyó la iglesia Parroquial de la Plaza Mayor. La iglesia se termina en 1757 y se hace una pila bautismal para la Parroquial Mayor con una piedra del monte Capiro. Hurtado de Mendoza expresó que todos los bautizados en esa pila serían pilongos. Esa tradición continuó hasta nuestros días. Marta Abreu hizo el obelisco en el parque Vidal a nombre de ambos sacerdotes, en reconocimiento a lo que hicieron por Santa Clara.

—¿Qué costumbres y tradiciones han marcado la identidad cultural de la ciudad?

—Algunas costumbres se han perdido en el tiempo. Nos queda la celebración del 12 de agosto, día la patrona Santa Clara de Asís. Primero empezó en la Plaza Mayor, hoy nuestro parque Leoncio Vidal. Cuando se demuele la Parroquial Mayor en 1923, se pasan los festejos para la calle Buen Viaje.

Marta Anido en el balcón de su hogar.
(Foto: Tomada de Internet)

«Juan Antonio Tenorio, un comerciante, dona una imagen de Santa Clara al cuartel de bomberos. Desde el año siguiente, el cuartel de bomberos comienza a patrocinar la festividad de Santa Clara. Los bomberos llevaban en procesión la imagen de Santa Clara de Asís desde el cuartel hasta un pequeño altar situado en Gloria y Río, y empezaba entonces la verbena.

«La tradición de la fundación era más bien oficialista. Al principio las personas acudían porque se hacía la misa fundacional y después el festejo en la plaza. Aunque muchos digan que no había árboles de tamarindos en el momento de la fundación, hemos seguido esa leyenda. En 1989 se sembraron 300 tamarindos en el bosque, uno por cada año que cumplía la ciudad. Desde entonces se han incrementado todos los años con uno nuevo.
Los carnavales, llamados paseos de serpentina, empezaron en el siglo xix. Era un movimiento durante el cual la gente participaba y bailaba. Se hacían alrededor del parque Vidal.

—Santa Clara tiene varias leyendas, algunas muy antiguas…

—Para mí, la más representativa es la del Puente de la Cruz, porque está la cruz ahí todavía, y le dio nombre al puente y a la calle. 
La cruz se instala en el puente el día 3 de mayo de 1861, y se adornó con muchas velas encendidas y flores; así comenzaron las veladas de la cruz. Todos los años, desde el 2 de mayo hasta el 11, nueve días, se hacían estas veladas. Comenzaban en el puente y hasta nueve cuadras. Después se llamó Verbena de la Cruz, pero empezó como Velada de la Cruz.

—Durante la Guerra del 95 existieron en la ciudad varios clubes revolucionarios, ¿cuán importantes fueron?

—Tuvieron una labor magnífica. Mi abuela formó parte del club Hermanas de Juan Bruno Zayas siendo muy joven, con su madre, María Luisa Morel de Santa Cruz. Ellas tenían que salir a un lugar muy cercano al paradero Trece Palmas para llevar las cartas, los mensajes, los medicamentos que necesitaran los mambises.

«Había cuatro puertas que cerraban la ciudad de Santa Clara, el resto estaba cercado. María Luisa Morel, con muchachas jóvenes como su hija, utilizaba el pretexto de ir al río para poder salir por la cerca que daba al patio del ferrocarril. Las muchachas llevaban una cesta con frutas y por debajo del vestido se amarraban todas las medicinas, los mensajes. Caminando, llegaban al paradero de Trece Palmas y ahí esperaban a que arribara en marcha atrás el vagón donde venían los compañeros para recoger los suministros.

«Además, se hacían tertulias en casas de familia, las cuales cubrían las conspiraciones. Abrían las ventanas que daban a la calle, en la sala se veía un grupo de jóvenes y muchachas recitando o tocando el piano y cantando. Sin embargo, los hombres estaban en el último cuarto o en el comedor de la casa conspirando.

Marta Anido y Liuba María Hevia.
Marta junto a la cantautora cubana Liuba María Hevia. (Foto: Tomada de Internet)

—¿Qué hechos históricos durante las luchas independentistas marcaron al pueblo santaclareño y consolidaron su tradición rebelde?

—Conmovió mucho en 1895 la muerte de Leoncio Vidal cuando intentaba tomar la Plaza de Armas. En el 95, Marta Abreu había donado la planta eléctrica, por lo que en el 96, cuando ocurre la segunda toma de la Plaza de Armas por Leoncio Vidal, las farolas de la plaza estaban encendidas. A las tropas de Leoncio se les va un disparo por donde está hoy la calle Tristá, y cuando él entra a la plaza fue un blanco fácil. Hay dos lugares donde se dice que cayó Leoncio: uno, frente a la Biblioteca Martí, y  otro, donde se ubica su busto, frente a la Casa de la Cultura.

«Recuerdo a una señora negrita que trabajó muchos años en casa de mi madrina, Juana Madariaga. En el momento de la muerte de Leoncio, esta señora vivía en la casa donde trabajaba su mamá, donde está hoy el Hotel Central. Ella siempre le contaba a mi madrina que, con 11 años, vio el cuerpo de un muerto, Leoncio Vidal, cubierto por una sábana blanca. Lo vio desde el balcón, porque aquella casa tenía un segundo piso. A mí esa anécdota me da veracidad.

«Otro momento importante fue la muerte de Guillermo Lorda, cuando en 1871 vino a liberar a su madre y a su hermana, que estaban presas. En las luchas recientes estremeció mucho la caída Julio Pino y Chiqui Gómez Lubián, porque eran muchachos de familias muy conocidas. La muerte de ellos fue como un gran apagón en la vida social y diaria de Santa Clara durante unos cuantos días. Eso ocurrió un 26 de mayo, al día siguiente trajeron los presos del primer intento de alzamiento en Cienfuegos para la cárcel de Santa Clara, y al pasar por la casa de Chiqui, todos gritaron: “¡Chiqui en 26!”».

—Existen patriotas, artistas, intelectuales de renombre que nacieron en este suelo. ¿Quiénes han marcado la vida del pueblo santaclareño

—En mi opinión, el intelectual del siglo xix es Eduardo Machado, y no se habla de él, por falta de información muchas veces.  Hay gente muy valiosa en el siglo xviii, como el primer poeta cubano que nadie lo conoce: José Surí Águila.  

Marta Anido y en el fondo la imagen de Marta Abreu.
(Foto: Tomada de Internet)

«Marta Abreu nos enseñó el amor por el lugar donde se nace. Ella nunca se separó de Santa Clara. Siempre estuvo vinculada a la ciudad. Esa preocupación y ese amor por el terruño siempre lo tuvo presente. Carolina Rodríguez, otra patriota, llegó a tener una amistad tan grande con José Martí que él, en una de sus cartas, le dice: “Llámeme hijo”, pues la sentía como una madre.

«Tenemos otras mujeres valiosas, como Carmen Gutiérrez y Victoria Pedraza. Esta última, en la Guerra de 1895, confecciona una bandera con el escudo bordado y la envía como regalo a Máximo Gómez. Pero se percata de que bordó la isla de Cuba al revés en el escudo. Entonces le escribe una carta a Gómez disculpándose, y este le responde: “No se preocupe, estoy tratando de poner la isla correctamente. Esa bandera me ha acompañado todo el tiempo”».

—¿Tiene Santa Clara una identidad cultural definida?

—Sí. Desde principios del siglo xix había una necesidad de expresarse y de percibir las distintas formas de la cultura. En 1820 existió el primer teatro en Santa Clara, con aficionados locales. En esa temprana fecha se montaron obras como El príncipe jardinero.  

«En 1847 se crea la Sociedad Filarmónica, con secciones de literatura, música y representaciones teatrales. Hay un grupo de mujeres en el siglo xix que se destacan como poetas. Después se convirtió en el Liceo Artístico y Literario, hoy Casa de la Cultura Juan Marinello. Ha existido una continuidad cultural.

«Existieron buenos escritores que dejaron novelas, obras de teatro y poesías. Los poetas de Santa Clara le cantaron al Capiro, a los arroyos, a los templos, a la plaza, a las cosas nuestras. Todo eso coincidía con el amor esa intelectualidad que iba surgiendo hacia el lugar.

Marta Anido.
(Foto: Tomada de Internet)

«En 1831, con la llegada a la ciudad de la primera imprenta, nace El Eco, primer periódico de Santa Clara. En él publicaron sus poesías Miguel Gerónimo Gutiérrez y Eduardo Machado. La música y la literatura han sido muy importantes en Santa Clara.  Había una tradición de la cultura, del amor a este sitio.

«Escritores como Antonio Berenguer, Manuel Dionisio González —quien nos legó la Memoria histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción—, Manuel García Garófalo y Florentino Martínez con El ayer de Santa Clara, nos dejaron libros que relatan leyendas, tradiciones de la ciudad. José Surí Águila, considerado el primer poeta cubano, era de Santa Clara. 
Néstor Palma, un violinista mulato de Santa Clara, en 1895 se sintió llamado por la independencia de la patria y partió con su violín a la manigua. Llevó su instrumento hasta última hora. Berenguer cuenta en uno de sus trabajos que en el silencio de la noche, cuando había calma en el campamento mambí, Néstor sacaba su violín y empezaba a tocar. Después, cuando lo mataron, desbarataron su instrumento. Cuenta la leyenda que por la noche se escuchaban sus melodías.  

«Las nuevas generaciones deben conocer la tradición de cultura de los santaclareños, hay que enseñarles quiénes nos antecedieron y qué hicieron. Creo que el pueblo santaclareño es culto. Disfruta de las cosas realmente buenas. Un pueblo con un gran interés por saber, por conocer».

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