Entrevista a Ramón Silverio, director del emblemático espacio El Mejunje, defensor de los derechos más humanos, personaje clave para la identidad cultural santaclareña.
Amanece en Santa Clara. Un pulular de personas desborda su casco histórico. La cultura vuela entre los árboles del parque Vidal. La ciudad atrapa a los jóvenes en su espíritu y los cultiva como a los más puros retoños. El carisma del santaclareño enamora al visitante.
Anochece y las inmediaciones del parque se inundan de música, juventud, vida. En el «malecón» siempre espera algún amigo. Alrededor de la glorieta los niños juegan a atraparse. El Mejunje llama a la trova. Esta es la vida normal de una ciudad que a sus 333 años no ha envejecido.
Ramón Silverio espera con los brazos abiertos en El Mejunje a todo el que busque un espacio amigo. Desde ese lugar sagrado para Santa Clara, Silverio defiende la cultura y la inclusión de todas las personas. Ambos, espacio y promotor, han hecho de Santa Clara una ciudad más humana.
—¿Qué rasgos culturales identifican a Santa Clara?
—Santa Clara siempre ha tenido una atmósfera muy particular. Una ciudad también de muchos bares durante los años 50. Muchos artistas importantes de todas las manifestaciones han salido de este suelo. Músicos como Moraima Secada, otros no tan conocidos como Gustavo Rodríguez, quien trajo el filin a la urbe; Carlos López, Nelson Rodríguez, que conforman un movimiento filinero en Santa Clara cuando este recién surgía en La Habana .
«Ha contado con un movimiento teatral fuerte. Como rasgo que identifica a Santa Clara en la música está La Trovuntivitis. Otro lugar identitario es El Mejunje, el lugar más internacional que tiene la ciudad y uno de los sitios más internacionales de Cuba, por lo que ha representado en el tema de la inclusión y porque culturalmente es muy rico. Esos rasgos identifican a Santa Clara, además de la Plaza del Che y el teatro La Caridad.
«El "malecón", aunque no lo queramos ver, resulta un centro popular que surgió de los jóvenes, un lugar que tiene un valor y también identifica a Santa Clara. Una ciudad que no tiene mar se inventó un "malecón". Creo que la idea denota una inteligencia tremenda y mucha imaginación.
«Santa Clara es una localidad muy adelantada en el pensamiento, incluso más que la propia capital. Esa manera de ser del santaclareño, la forma de compartir, el espíritu solidario, tener las calles siempre llenas, con noches interesantes. A la ciudad también la identificaron sus espectáculos de cabaret: el Venecia, el Cubanacán. Hubo un momento en que Santa Clara tuvo como siete u ocho cabarets, algunos con producciones artísticas propias.
«Puede que no tenga valores arquitectónicos, pero posee un valor que la caracteriza: la gente. Cuando los visitantes vienen aquí, se enamoran del santaclareño. En algunas capitales provinciales que figuran como ejemplos de cultura, hay manifestaciones que no cuentan con público. En Santa Clara muchas veces coinciden varias actividades y nunca hay un lugar vacío. Santa Clara es una ciudad viva, llena de vibraciones que la hacen muy particular».
—En cuanto a El Mejunje, ¿qué lo ha convertido en un símbolo de la ciudad?
—Si le quitas El Mejunje a Santa Clara, la ciudad se muere. Es un centro imprescindible en su vida, le ha aportado mucho en el pensamiento, en la cultura, incluso en la política. Ha propiciado otra manera de entender la vida.
«El Mejunje pasó de ser un lugar incomprendido a convertirse en un sitio de culto, de referencia, imprescindible; le ha dado una imagen a la ciudad y también al país. El Mejunje es la ciudad.
—¿Qué manifestaciones artísticas identifican a Santa Clara?
—El teatro tiene un peso grande aquí. Hay una tradición que viene marcada por la presencia del Guiñol durante mucho tiempo y el Centro Experimental de Teatro. Existe un grupo importante de agrupaciones teatrales, como Dripy y Alánimo —que está por los 25 o 30 años—, haciendo teatro en trinchera, en zonas vulnerables.
«La música tiene también un lugar fundamental en la ciudad. Agrupaciones de una larga trayectoria como el Quinteto Criollo, La Trovuntivitis. El filin posee un espacio de resistencia. En estos momentos lo que más se conoce son justamente los trovadores. El Trío Palabras cuenta con un trabajo que trasciende la provincia. Hay una vida musical de mucha calidad. Santa Clara son sus artistas, y la mayoría no están en una torre de marfil, sino que comparten la vida con el pueblo, con el público».
—En Santa Clara siempre se han realizado muchos festivales, como el Longina canta a Corona, el Mejunje Teatral, el Ciudad Metal. ¿Qué los hace tan significativos para la ciudad?
—Ciudad Metal es el más antiguo, y siempre ha movilizado a sus seguidores. El Longina sigue siendo un festival internacional. El Mejunje Teatral continúa como un evento donde la gente puede ver lo mejor del teatro cubano, y siempre se presentan buenas propuestas. Hay otros festivales que, a pesar de no tener una alta convocatoria, siempre cuentan con un público numeroso y le aportan vida a la ciudad, como los festivales de música sinfónica, los de coros.
«El éxito de los festivales está en el liderazgo de sus organizadores, como Maikel y el festival A Tempo con Caturla, que siempre van más allá de lo que pueden. El Longina es un evento con mucho público a toda hora. Eso le da una riqueza a la vida cultural y a los artistas de aquí. No son macroeventos, sino más humildes, más sencillos, pero dejan más resultados que los grandes festivales».