María y Silverio, en una de las peñas que lideraba la querida portera de El Mejunje. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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03 Junio 2023
03 Junio 2023
hace 1 año
Entrar ahora por la puerta principal de El Mejunje y no recibir el cordial saludo de María Jorge causa una extraña y triste sensación. Pareciera que al querido centro cultural le faltara una parte, y aunque nadie es imprescindible, sí hay personas que dejan una huella difícil de borrar e ignorar. Ella fue de esa estirpe.
María, sin ser conocida íntimamente, impresionaba por su personalidad. En un primer impacto parecía hosca, dura, difícil de tratar, hasta que su amabilidad y atenciones para con uno derrumbaba esa idea inicial. Claro, cuando había que mostrar carácter y rudeza lo hacía sin miramientos, sobre todo, con los indisciplinados e irrespetuosos. No permitía ningún tipo de acción que empañara el buen espíritu de camaradería, amor y paz de El Mejunje.
Fue la trabajadora más antigua de la institución durante 30 años, la cual se convirtió en su segunda casa o, mejor dicho, en su otro hogar, donde casi pasaba más tiempo que en su vivienda en el Condado.
Para ella Ramón Silverio, más que el director y fundador del centro cultural, representaba el padre, el amigo, el hermano mayor, a quien respetó y quiso con devoción. No había nada en El Mejunje que María hiciera, o no hiciera, sin la aprobación de Silverio. Todo lo consultaba con él, cada decisión, cada paso, cada actividad.
Durante su vida batalló contra los prejuicios, tabúes y señalamientos con el dedo de aquellos que no aceptan las diferencias. Pero se levantó sobre todos los obstáculos y se impuso ante las incomprensiones de una sociedad más dada a las apariencias que a mostrarse tal como es. María nunca renegó ser como fue. Mostró su orientación sexual con hidalguía y a base de respeto se ganó la admiración de quienes la conocieron.
Participaba con orgullo en las marchas de los 17 de Mayo, contra la Homofobia, la Transfobia y a favor de las diferencias. Ella sintió en carne propia los aguijonazos de los prejuicios, tabúes, y la intolerancia. Pero cada golpe la hizo más fuerte y más admirable.
Tampoco renegó ni simuló jamás su devoción por Fidel y el Che. Fue una revolucionaria cabal, sin doble moral ni hipocresía. Amaba a su patria por sobre todas las cosas. Cuando recibió el carné del Partido Comunista de Cuba (PCC) su alegría era inmensa. Con su familia de El Mejunje, junto a Silverio, participaba en todas los desfiles del Primero de Mayo, actividades por el 26 de Julio, y donde fuera necesaria su presencia. Así era María, sin doble cara ni paños tibios.
Quienes la quisieron lo hicieron por como ella era, no por lo que aparentaba. Fue amiga de sus amigos, y tendía su mano a quien necesitara de ella. Valoraba la amistad en gran medida, pero así había que corresponderle.
Se ha ido María. Ya El Mejunje no será igual, pero su espíritu y legado quedarán impregnados en cada rincón donde todos caben, son amigos y nadie es discriminado. Porque solamente en un lugar así pueden existir seres como ella por toda la eternidad.
Viernes, 23 Junio 2023 00:27
EPD Maria la del mejunje!