La historia detrás de Calendario: ¿cuál es la clave del éxito?

La guionista y realizadora de cine y televisión Magda González Grau relata cómo se concibió la idea original de la serie y cuál fue el secreto de su éxito en pantalla.

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Algunos de los protagonistas de la serie Calendario.
Algunos de los protagonistas de la serie Calendario. (Foto: Tomada de Internet)
Mary Lenia Pérez Cozorla
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14 Marzo 2024

Hace tres semanas, la televisión cubana estrenó la tercera y última temporada de Calendario, una serie que desde sus primeras entregas en 2022 cautivó a millones de personas de toda la isla y, cada domingo, impactó en las familias cubanas como hacía mucho tiempo no lo lograba ninguna producción audiovisual nacional.

La directora Magda González Grau durante la filmación de la serie Calendario.
La directora Magda González Grau durante la filmación de la serie Calendario. (Foto: Portal de la Televisión Cubana)

¿Cuál fue el secreto de este éxito? Durante el Festival Nacional de Telecentros desarrollado en Villa Clara, Magda González Grau, directora de la serie, compartió sus experiencias en el proceso de conformación de la historia, los personajes y sus conflictos y explicó de qué forma cada uno de ellos reflejó gran parte de la juventud cubana actual.

Investigación social, la primera etapa…

«Acudimos a diferentes centros de investigación a recaudar información sobre cuáles eran los principales problemas que ahora mismo afectaban a los jóvenes y adolescentes.

Aula de preuniversitario de la serie Calendario.
La variada aula de Calendario. (Foto: Cubavisión)

«Por suerte, en este país, los científicos sociales, sociólogos, psicólogos e historiadores previeron con su entrenada perspicacia que sus trabajos iban a ser necesarios algún día, y a pesar de ver su obra ignorada una y otra vez, engavetada por incómoda, por desalentadora, por no reflejar  lo que se desea suceda, sino lo que en realidad sucede, se han mantenido firmes en su vocación de escudriñar en las raíces de los bienes, pero, sobre todo, de los males del proyecto social que defendemos.

Abdel, personaje adolescente con discapacidad.
Abdel: la discapacidad y el bullying. (Foto: Cubavisión)

«En esos centros encontramos todo lo que nos afecta, todo lo que los maestros pueden encontrar en un aula, detrás de la mirada de cada uno de los alumnos. Pero, además, encuestamos a conocidos y familiares, recolectamos anécdotas de personas interesantes que pudieran servir a nuestro propósito». 

Así entraron en la serie las diferencias sociales y económicas, la xenofobia o regionalismo, la promiscuidad, la adicción a los celulares, la adicción a la pornografía, la sexualidad temprana, el trabajo adolescente, el fraude escolar, la homofobia, la importancia de la autoestima, el bullying en los adolescentes, la discriminación racial y muchos más, que fueron creando dentro de la serie un abanico de conflictos que representaron las aulas del país, al menos en un porciento.

Amalia, la «resurrección» de Chala

«Teníamos otro reto grande: queríamos crear un paradigma, un maestro que, efectivamente, no se pareciera en nada a aquellos que los jóvenes describían en sus testimonios. Pero tampoco podía ser un ser un dechado de virtudes, un ser extraterrestre, inalcanzable…».

Amalia y la directora de la escuela donde trabaja.
Amalia (a la derecha) y la directora del preuniversitario donde es profesora. (Foto: Cubavisión)

Hacía poco había salido al aire la telenovela Entrega, donde un maestro de historia había sabido remover las fibras patrióticas de sus alumnos y de los espectadores con prácticas docentes diferentes. También estaba fresca la imagen de una Carmela que salvaba a Chala de una escuela de conducta. «Eran antecedentes fuertes, pero no renunciamos a inspirarnos en ellos.

Profesora Amalia con su padre y su sobrino.
(Foto: Cubavisión)También la profesora afronta conflictos familiares. (Foto: Cubavisión)

«¿Qué pasaría si Chala se convirtiera en maestro y regresara a la misma escuela donde se portó mal y donde fue rescatado por una maestra a devolver lo que le dieron y rescatar a otros? ¿Qué haría? ¿Cómo se comportaría? ¿Cuánto de su pasado demostraría y cuánto habría logrado dejar atrás?».

Con esa información y esas preguntas se escribieron los guiones, «porque una ficción no se termina en la escritura de acciones dramáticas y diálogos, continúan en proceso de construcción de los personajes junto a los actores y a los aportes de cada una de las especialidades que conforman un equipo de realización y producción».

El reto de conservar la verosimilitud

Personaje de Orestes y su mamá. El oriental y su padre.
Beso de Natalia y Sofía. Padre religioso y su hija.
Diversos conflictos se tejen alrededor de cada uno de los alumnos. (Fotos: Cubavisión)

La colaboración colectiva enriqueció la serie. Todos los miembros del equipo brindaron su opinión en la conformación de escenas, personajes, maquillaje, peluquería, iluminación, decoración de locaciones…

«¿Cómo debe ser la casa de cada personaje? ¿Qué objetos deben estar ahí? ¿Por qué calles deben caminar? ¿Cómo deben vestirse y peinarse? ¿Qué paleta de colores caracteriza a cada uno y a cada locación? ¿Qué estética debemos usar? 

Escena de la serie Calendario.
(Foto: Cubavisión)

«Lo que contaban las historias era duro, posiblemente incómodo para muchos espectadores, que según las investigaciones sociales se sientan frente al televisor para evadirse de los trabajos que pasan para transportarse, para buscar el sustento durante el día, y se atiborran de novelas turcas y coreanas donde hay conflictos ajenos, exóticos, y todo es bonito y bien compuesto.

«En nuestras historias había violencia, desigualdades, inconformidades con el status quo, historias tristes, conmovedoras, que podían “tocar” a muchos de los cubanos de manera personal. ¿Se podía embellecer la pobreza, la falta de pintura, las calles sin asfaltar, los basureros de la ciudad, sin traicionar a la verosimilitud necesaria para que nuestras historias fueran creíbles?

Amalia impartiendo una clase.
(Foto: Cubavisión)

«Necesitábamos que si algún espectador se sumía en aguas profundas y sentía que se ahogaba. pudiera asirse de algún elemento esperanzador para emerger y pensar en la posibilidad de la utopía que estábamos construyendo. Ese fue nuestro superobjetivo todo el tiempo, y a estas alturas, cuando ya se han exhibido dos temporadas y varios capítulos de la tercera, la atención de los públicos nos favorece y creo que hoy podemos estar felices».

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