¿Cuántas sombras circundan nuestras vidas? ¿Cuántas penumbras nos rodean y acechan en el transcurso de los años? ¿Cuántos momentos oscuros y tormentosos debemos enfrentar, resistir y derrotar, y a veces compartir con otros seres queridos, sin que nos devore el alma? ¿En cuántas ocasiones, a pesar de las circunstancias, hemos de levantarnos e ir hacia la luz para alzar vuelo y salvarnos del abismo?
Ante estas preguntas, cada respuesta que elaboremos pueden hallarse en las imágenes de esta primera exposición fotográfica personal de Ismary López Díaz, abierta al público en la Galería Mejunje de Santa Clara, desde el 22 de abril, quien a través de las instantáneas ha querido expresar y mostrar su cariño, agradecimiento y sincera admiración a su suegra y maestra del lente Carolina Vilches Monzón.
Las fotos surgieron de una primaria idea en que ambas quisieron hacer una muestra bipersonal, que el destino hizo tomar otro rumbo. La convivencia en el mismo hogar fue mostrando a Ismary la fortaleza, entereza de espíritu, fuerza de voluntad y perseverancia de una Caro —como le llaman familiares, amigos y tantos que le quieren— a quien la vida le impuso duras pruebas que ella ha enfrentado con la valentía de una guerrera.
Detrás de cámara, Ismary se dispuso captar momentos en la terrible etapa de la pandemia de la COVID 19 ante la cual Caro no se amilanó, a pesar de su delicado estado de salud. Cómo, ante la imposibilidad de no poder salir a la calle a fotografiar, no dejó de trabajar en el periódico Vanguardia ofreciendo un valioso —e injustamente infravalorado— aporte con las estadísticas diarias de la provincia plasmadas a través de infografías.
Carolina, con admirable profesionalidad, cada día contrastaba fuentes,rectificaba cifras, indagaba, investigaba, contribuía… todo dentro de la vorágine de su padecimiento, medicamentos y consultas, y sin dejar nunca, ni en las peores circunstancias, de ser el horcón y guía de su familia.
Apelando a los planos detalles y primeros planos, el blanco y negro, el sepia, colores tenues, elementos simbólicos, entre otras técnicas, Ismary nos conduce, nos cuenta y nos revela «entre sombras» la estirpe de una mujer, una madre, esposa, abuela, suegra, profesional, compañera y amiga que se ha convertido en ejemplo de superación, fortaleza espiritual y optimismo a toda prueba.
Nadie escapa de las sombras. Nos acompañan siempre y con ellas convivimos. Mas, cada cual decide qué hacer, cómo enfrentarlas, cómo adecuarlas a su propia vida, cómo caminar y atravesarlas, cual laberinto de Creta, hasta hallar la salida y así la libertad.
Al final, no puede existir sombra sin luz. No importa el tamaño ni la forma, ni las circunstancias ni el lugar ni el tiempo.
La luz siempre estará como un halo de esperanza, como recordatorio de que, por más oscuridad y penumbras nos envuelvan, siempre estará ese haz que nos mostrará el camino para seguir viviendo.