El Día del Archivero Cubano se celebra cada 3 de noviembre en el país. A propósito de la fecha, se conversó con Mayli Acosta Pujol, con 32 años de trabajo continuado en el Archivo Histórico Provincial (AHP).
«Prefiero la parte de la comunicación y la información. Como técnica trabaje 17 años en la Sala de Información y aprendí todo lo que existe dentro del archivo como si fuera un mapa», afirma Mayli Acosta Pujol. (Foto: Ricardo R. González)
Ricardo R. González
@riciber91
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11 Octubre 2024
11 Octubre 2024
hace 2 meses
No pocos opinan, erróneamente, que las personas vinculadas a los archivos y bibliotecas se convierten en «polillas», usan lentes antiquísimos y se pasan las horas enfrascados en su labor; sin embargo, Mayli Acosta Pujol, con 32 años de trabajo continuado en el Archivo Histórico Provincial (AHP) de Villa Clara, no cree eso, porque toda consagración siempre es en «favor del usuario, que es nuestro objetivo supremo».
Y cuando corren las jornadas para celebrar el Día del Archivero Cubano —el próximo 3 de noviembre— confiesa lo orgullosa que se siente de su profesión.
«Vivimos entre los documentos y extraemos toda su valía. Por ello tienes la necesidad de leer, interpretar, resumir y quizás por tal razón nos tildan de polillas».
A esta rama del saber llegó en 1992, una vez graduada de técnico de Biblioteca en La Habana, y toda su experiencia la ha dedicado a este centro afiliado a la Ciencia, la Tecnología y el Medio Ambiente (Citma).
«En la capital cubana estudiaba en la Escuela de Diseño, pero las matemáticas y yo no somos amigas» y eso me obligó a cambiar el rumbo».
Confiesa que el AHP no resultó la primera opción. Venía con otras ideas, la de formar parte de la Biblioteca Provincial Martí, donde tenía a sus padres como fructífera cantera. Él, Heriberto Acosta, notable encuadernador por muchos años. Ella, Consuelo Pujol, técnica en la propia institución.
«Antes de iniciar en el AHP me fui a estudiar técnico medio en Bibliotecología para La Habana, hasta que ya me ubican a trabajar en el centro que ha alimentado mis sueños.
—¿Cómo describe la impresión de los primeros días?
—No puedo olvidar a Fara Elena López Machado que fue la directora que me recibió. Una persona con una preparación extraordinaria y tuve otro aprendizaje, porque mi disciplina de formación no tenía nada que ver con el trabajo del archivo. Gracias a sus consejos, a aquellas libretas donde anotaba y a sus «mataburros», comencé a adentrarme en la labor, roté por todos los departamentos y empecé a descubrir un mundo increíble.
—¿En esa búsqueda pensó encontrar tanta riqueza en el AHP?
—Al inicio no, faltaba la experiencia, y junto a los trabajadores la fui descubriendo. Cuando procesas un fondo, encuentras maravillas y te enamoras de esa temática. Cada día se descubre algo.
«En cada fondo que proceses aparecen cosas nuevas. Son verdaderas reliquias. Las actas capitulares dentro del Ayuntamiento de Santa Clara, por ejemplo, constituyen una fuente inagotable, es un lujo tenerlas. Apreciar el surgimiento de la ciudad a través del Gobierno, los asuntos tratados, la apertura de caminos, calles, de parques…».
—¿Cuál fue el primer fondo que enfrentó?
—Recuerdo el del Colegio Provincial de Arquitectos, que no es de los más antiguos, pues data entre 1946 a 1964.
«Hicimos los índices de arquitectos, de personas y otros detalles. De hecho, fue mi tesis en la Sede Universitaria. Procesé la base de datos de manera digital y todo lo que había realizado lo llevé a las nuevas tecnologías».
—¿Usted no puede separarse de la superación?
—Por supuesto que no. Comencé desde muy joven a pasar cursos en el Centro de Superación para la Cultura; los hice con Hedy Águila, la actual historiadora de Santa Clara, que entonces era profesora de allí. De historia local, regional, de colonia, neocolonia, Revolución y de todos los que estuvieran vinculados con mi labor; pero en el Archivo Nacional comencé otros cursos, luego participé en talleres, y a medida que te vas superando necesitas más, ya sea de conservación, de procesamiento, de información.
—¿Esa búsqueda de superación depende de la persona?
—De manera individual, de tu interés, de la autoformación y de lo que quieras lograr.
—¿Así aparece otro salto en los estudios?
—Ya en el AHP comienzo a estudiar a distancia la carrera de Ciencias de la Información, también en La Habana, y al llegar la Sede Universitaria al municipio, me sumo a ella y me convalidan las 10 o 12 asignaturas ya vencidas; pero inicié desde primer año. Así concluí mi carrera, y me sirvió de base estar trabajando aquí.
«Las nuevas generaciones se concentran mucho en la parte digital, y el verdadero investigador consulta las fuentes originales. Los documentos que están aquí son únicos, exclusivos, no existen duplicados en otro lugar.
«La juventud y sus nuevas ideas resultan necesarias. Me gustaría más que tuvieran el deseo de autoprepararse. Es cierto que las tecnologías ayudan, pero depende del interés que tengan quienes entran a la nómina, en saberse de memoria la estructura y el contenido del AHP. Por suerte tenemos buena cantera y somos su apoyo».
—¿Insatisfacciones?
—Hubiera deseado hacer la maestría en Archivos. En aquellos tiempos no existía, y luego estaba vinculada a la Escuela de Arte en La Habana. Ya la vida se complejiza y te impide ir tanto tiempo hacia la capital.
—Los cursos y las posibilidades tecnológicas, ¿una manera de mantener un nivel de actualización constante?
—No me gusta quedar atrás, y como me desempeñé mucho tiempo como especialista principal del grupo de información, tenía que mantenerme con el tema de la comunicación que se imponía al ser la salida final de lo que se hace dentro del archivo a favor del usuario. Hay que indagar y autoprepararse con las nuevas tecnologías para satisfacer las necesidades de quien busca información.
—¿Le gustaría algún día cursar una maestría?
—Está entre los sueños que no he podido cumplir.
—¿Su futuro dentro del AHP?
—Impulsar a las nuevas generaciones para continuar preservando nuestra memoria histórica, brindar mis conocimientos e insistir en que las personas se identifiquen más con ese sentimiento de búsquedas constantes y logren sus objetivos.
—¿Y el entorno familiar?
—Vivo con mi esposo, Jorge Luis Morales, que ha sido mi apoyo de manera general; mi madre, Consuelo Pujol, que constituye siempre una luz en el camino, y mi hija, que reside en el exterior. Creo que complementan un capítulo importante de mi vida y les agradezco todos los sacrificios para que pudiera formarme y ser útil.