Corona: el trovador que más canciones le dedicó a la mujer

Este 9 de enero se conmemora el aniversario 75 de la muerte de Manuel Corona, uno de los grandes trovadores y compositores de la música cubana.

Compartir

Trovador cubano Manuel Corona.
El inmortal trovador caibarienense a quien María Teresa Vera calificó como «el autor musical que mejor expresaba el alma cubana». (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
21
09 Enero 2025

Como ya es tradicional con el mes de enero llegó al centro de la mayor isla del Caribe un suceso musical que no puede faltar: el Encuentro Nacional de Trovadores Longina, que en esta oportunidad en su versión 29, además de homenajear a la recientemente desaparecida Marta Valdés, Premio Nacional de la Música 2007 y ganadora del Gran Premio en la primera edición del Concurso Adolfo Guzmán en 1978 con Canción eterna de la juventud, coincide con dos aniversarios importantes relacionados con Manuel Corona Raimundo: los 75 años de su desaparición física, el 9 de enero de 1950 y los 125 años de la creación de Doble inconsciencia.  

Considerado como uno de los cuatro grandes de la trova tradicional, junto a los santiagueros Sindo Garay, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz Suárez, Manuel Corona, de cuyo nacimiento se cumplirán 145 años el próximo 17 de junio,  es reconocido como el compositor que más honró en sus creaciones a la mujer cubana.

Trovadores cubanos.
De izquierda a derecha: Alberto Villalón, Manuel Corona, Sindo Garay y Rosendo Ruiz. (Foto: Tomada de Internet)

Se calcula que el bardo caibarienense dejó un extenso catálogo de alrededor de 80 canciones dedicadas a las féminas, entre las que podemos citar: Mercedes, Santa Cecilia, Aurora, Alfonsa, Carmela, Adriana, A Albertina, Lo que fue Josefina, Mi virgen venerada, Edelmira, Alejandra, A Pura, Yoya, Dulce mía —dedicada a Eulogia Real, de quien algunos dicen que era su verdadero amor— Eva moderna, Josefa, Isabel, Goya, La rosa negra, Cachita, Las dos indianas, Mujer divina, Dime adiós matancera, A Nena, La niña, Angelina, Reina mora, Migdalia, Dora, Gela, Santa María, A Flora, Estela, Carmita, Amelia, Graciella, y, por supuesto, Longina; la mujer de cuerpo orlado de belleza, ojos soñadores, rostro angelical, boca de concha nacarada, mirada imperiosa y andar señoril, que comparó con una santa diosa seductora cual flor primaveral.

María Teresa Vera, quien se convertiría al paso de los años en la principal difusora de su obra, contó que una tarde de domingo al solar habanero Las Maravillas, donde ella vivía, llegó Longina O'Farrill, acompañando al excomandante del Ejército Libertador Armando André, y este le pidió a Corona que le compusiera una canción a la hermosa mulata.

El trovador caibarienense le preguntó su nombre y a la semana siguiente, cuando el 15 de octubre de 1918 se volvieron a encontrar en casa de María Teresa Vera, el compositor le regaló a Longina la canción que fue interpretada por la propia anfitriona.

Longina O'Farrill, musa inspiradora de Manuel Corona.
Longina O'Farrill, musa inspiradora de Corona. (Foto: Tomada de internet)

Si Corona amó o no a Longina ha generado disímiles opiniones que nadie ha podido comprobar. En su libro María Teresa Vera, que salió a la luz en 1986, el periodista Jorge Calderón refleja el testimonio de Rita María Vera (Moña) —sobrina de María Teresa—, quien expuso:

«Se han dicho muchas falsedades acerca de Longina y Santa Cecilia, incluso que Corona estuvo enamorado de Longina O'Farrill, que era, por cierto, una mujer extremadamente bella. La verdad es otra. Corona amó únicamente a Mercedes y a Yoya (Eulogia Real), otra hermosura criolla. Le dedicó su canción a Longina por simpatía o admiración, pero nada más.

(…) «Corona nunca en la vida enamoró a Longina, ni nunca estuvo enamorado de ella. Él le tenía buena amistad, y Longina se compuso en mi casa, en un santo de María Teresa Vera».

Transcurrió el tiempo y varios años después dicen que Corona encontró a Longina en una calle, la saludó y ella, con indiferencia, respondió fríamente. Este episodio dio origen a que el trovador le compusiera una segunda canción titulada La rosa negra: «te he vuelto a ver, te he vuelto a ver / Longina, seductora, mujer sensacional…».

Corona también alcanzó popularidad por ser el trovador de las contestaciones. Entre ellas alcanzaron notoriedad Gela amada en respuesta a Gela hermosa, de Rosendo Ruiz; Animada a Timidez de Patricio Ballagas; Rayos de plata a Rayos de oro, de Sindo Garay; Ausencia sin olvido, a Ausencia de Jaime Prats y Tú y yo a Ella y yo (conocida por El sendero) de Oscar Hernández. 

Un bolero que hechizó a Manolete

Al principio hicimos alusión a los 125 años de la creación del bolero Doble inconsciencia, que el insigne trovador le dedicó a Leovigilda Ramírez, una obrera despalilladora.

El tema fue grabado por María Teresa Vera en unión de Floro Zorrilla para la marca Víctor, entre 1918 y 1920, y más tarde llevado a México. Durante las presentaciones que la destacada compositora e intérprete hizo en esa nación, en 1947, acompañada por Lorenzo Hierrezuelo, el número les era reclamado insistentemente.

Años después, el exintegrante del famoso dúo Los Compadres rememoró aquella experiencia en tierra azteca:

«Viajamos a Mérida, Yucatán. Nos llevaron en una excursión y actuamos en los cabarets Los Tulipanes y Motembo. El famoso torero Manolete nos seguía los pasos a dondequiera que íbamos, para pedirnos el bolero de Manuel Corona Doble inconsciencia. Me parece que fue la vez que más se cantó ese hermoso bolero de Manuel Corona. Manolete nos firmó la entrada de donde lo vimos torear, la de María Teresa y la mía».

La pieza musical que tanto gustó al gran «mataor», oriundo de la andaluza ciudad de Córdova, dio origen a una polémica en México, en la que se le atribuía a un autor de ese país.

El tema había sido incluido en la cinta La bien pagada, en la que se le cambió el nombre por el de Falsaria, aunque se utilizaron la letra y la música original. Los créditos del filme no registraron el nombre del compositor de la Villa Blanca.

Tumba de Manuel Corona y Longina.
Tumba en el cementerio de Caibarién donde reposa Manuel Corona. En la misma sepultura se encuentra Longina O'Farrill, cuyos restos fueron trasladados a la Villa Blanca en diciembre de 1988. (Foto: Tomada de la página de Facebook del Festival Longina, de Villa Clara)

En 1978 —según escribió el periodista Omar Vázquez en un artículo publicado en el diario Granma, el 13 de junio de 1987—  la pieza volvió a escucharse en la nación mexicana por todas partes, pero para bien de nuestra música, ese año en ocasión del Festival de Oposición, pudo aclararse la paternidad del bolero en una mesa redonda en Radio Educación, a la que asistieron Rafael Lay y Carlos Puebla, entre otras personalidades del pentagrama cubano.

Desafortunadamente, víctima de la tuberculosis y el alcoholismo, el gran trovador de la Villa Blanca, murió solo, en un total anonimato, el 9 de enero de 1950, hace 75 años. A su entierro en el Cementerio de Colón acudió un reducido grupo de personas, entre ellas, Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Tata Villegas, Pancho Majagua y Gonzalo Roig, el autor de la célebre Quiéreme mucho, quien se encargó de hacer el duelo de despedida a esta figura imprescindible en la historia de la canción trovadoresca cubana.

Comentar