Las personas pasan gran parte de su vida buscando cómo aceptarse y perdonarse en los momentos más duros. Algunos nunca lo logran, otros siguen buscando y otros, como Ana Margarita Arada Clavería, son afortunados.
Esta joven conversó con Vanguardia sobre su libro Pasillo de manicomio, que presentará la Editorial Sed de Belleza esta la Feria del Libro. Como graduada de Historia del Arte, la crítica constituyó su forma de expresarse hasta que llegó la poesía.
-¿Por qué poesía?
-La poesía llegó para salvarme, llegó en un momento personal difícil y fue una especie de catarsis, de exorcismo. Estas páginas representan mi verdad como persona, mis vivencias traducidas en verso.
-¿Qué pueden esperar los lectores de este libro?
-Es un libro muy familiar porque habla de mis experiencias en el hogar. Ese hogar que heredas y ese otro que anhelas y construyes día a día. Expresa los sentimientos que experimenté y los de todos los que me rodean.
«Creo que la poesía debe necesariamente encerrar la belleza de la imagen, pero siempre desde la verdad. La verdad puede ser cruel, dura y a veces está muy lejos de ser complaciente, la esencia de Pasillo de manicomio es expresar esas verdades.
«Un manicomio es un lugar para nada agradable, en el que entras y no necesariamente puedes o sabes cómo salir. Creo que la única forma de salir es atravesando esas experiencias y, si las transitas de la mano de la poesía, pues la experiencia es mucho más llevadera».
-¿Cómo se te ocurrió ese título?
-Sobre todo, porque es un verso de uno de los poemas que más me gustan en el libro y todo lo estructuré alrededor de él, ni siquiera fue un proceso pensado. También hago un juego porque el manicomio puede ser una casa, un trabajo, tu mente o tu conciencia dictándote cuál es el camino.
«El título ha resultado bastante sugerente. He encontrado personas que no les gusta para nada y otras que les intriga leer el libro solo por el título. A pesar de lo que puedan pensar, es un libro escrito desde el dolor, pero también desde la posibilidad de ver esa luz tras el pasillo, que es como se titula el último de los tres capítulos.
«Yo creo que todo lector puede sentir esa poesía vivencial, esa poesía libre, la sinceridad y la honestidad que albergan las páginas de Pasillo de Manicomio».