Ni el período especial, ni la escasez de papel, ni las temporadas de silencio editorial, ni las tardanzas de la imprenta, han logrado menoscabar el espíritu de la revista Signos, fundada en 1969 por el inagotable Samuel Feijóo.
Signos indaga en los procesos culturales, hurga en las tradiciones y el folclor, presenta en sus páginas-galerías el arte plástico naif o brut, pero no se aparta de las investigaciones académicas ni rechaza la producción artística literaria de creadores canónicos.
Con la necedad de no detenerse, de no frenar la labor que inició el Zarapico, los actuales creadores de Signos presentaron recientemente en Santa Clara el número 72 de la revista, una indagación en las prácticas tradicionales (y modernas) del juego «en tanto hecho cultural ». Desde las rondas infantiles hasta el dominó, desde la charada hasta los videojuegos que subyugan a numerosos seres humanos, transitan las páginas de la más reciente revista.
«Este número dice Arnaldo L. Toledo, su actual director no se propone agotar la temática del juego. Cada revista, más bien, quiere apuntar diferentes facetas de la cultura. Y en este caso, Signos se detiene en el juego como fenómeno cultural; hace una especie de panorama de estas prácticas en la historia, en las tradiciones, en todas las esferas de la vida ».
Durante la presentación de la revista, Toledo también resaltó la variedad de acercamientos a los juegos que logran construir un panorama «variado e interesante ». «El trabajo sobre las rondas de las hermanas sagí¼eras Arenas-Armiñán ponderó el profesor revela una especial relación entre la cultura cubana y la francesa ».
«Además, la revista presenta textos sobre el mundo campesino y la imaginación humana. Es grande, por ejemplo, la creatividad que pone la gente en la charada, en lo que algunos llaman la cábula es la cábala para adivinar el desenlace de los acontecimientos el porvenir a partir de señales. Eso es un ejercicio de imaginación extraordinario que a veces los protagonistas ni siquiera perciben conscientemente ».
A lo largo de las páginas de la revista, galardonada con el Premio Internacional Fernando Ortiz en 2011, también aparecen acercamientos «a tan complejo y serio asunto » en el cine cubano más reciente, a sus disímiles prácticas en los campos, a las tretas o agudezas verbales, a la quiniela, y a los juegos mencionados por Esteban Montejo en Biografía de un cimarrón, la famosa novela testimonio de Miguel Barnet.
«A mí me parece que este es un tema inagotable aclara Toledo. No es posible cerrarlo, pero sí nos interesa dejarlo abierto para nuevos acercamientos. Nunca pensamos una revista que caduque. Queremos que este número sirva siempre a la lectura, que pueda ser consultado, que sea un reservorio de cosas valiosas de la cultura popular y no popular ».
Y la razón le asiste a Arnaldo Toledo: desde Feijóo hasta hoy parece que la revista ha alimentado una famosa premisa de Miguel de Unamuno: «Hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local y, en lo circunscrito y limitado, lo eterno ».
Signos busca lo universal en su propia casa, que es, quizá, la única manera de encontrar lo eterno. Y no importa si trata la muerte, las parrandas, el ron, la oralidad, el mar o los juegos. Signos, quién lo duda, se adentró hace mucho en la zona de las esencias nacionales.